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¿Acaparamiento verde en el Bosque de Galilea?

Por varias generaciones los campesinos de esta región, no muy lejos de Bogotá, han luchado por el reconocimiento de su derecho a la tierra.

Por: Carlos Quesada, Juan Pablo Guerrerojulio 25, 2024

En la región de Sumapaz, no lejos de Bogotá, se encuentra el Bosque de Galilea, un territorio que ha sido escenario de luchas campesinas contra el acaparamiento de tierras durante más de un siglo. Ahora el movimiento campesino de esta región enfrenta un nuevo desafío: este bosque es un ecosistema estratégico frente al cambio climático, pues contiene más de 8 millones de toneladas de CO₂ en sus suelos y tiene un destacado potencial de almacenamiento del CO₂ aéreo, por lo cual está en la mira de los agentes de los mercados internacionales de carbono. Podríamos estar frente a una forma de acaparamiento verde.

“Bosque Galilea” un territorio campesino en disputa

Por varias generaciones los campesinos de esta región han luchado contra el acaparamiento y por el reconocimiento de su derecho a la tierra. El bosque se ubica en proximidades de lo que en la época colonial se conoció como la “Hacienda Cunday”. Uno de los primeros registros de propiedad de esta hacienda reposa en una escritura pública expedida a favor del esclavista Luis Dionisio Caicedo, esta acumulación de tierras le aseguró a su descendencia poder local y nacional durante los siglos siguientes.

En el siglo XIX el Estado republicano permitió que los latifundistas conservaran títulos de propiedad sobre terrenos que eran habitados por centenares de familias campesinas en todo el Sumapaz. Muchas veces esos títulos les sirvieron a los acaparadores para ampliar espuriamente sus dominios aún más allá de lo inicialmente titulado.

En la primera mitad del siglo XX los campesinos despojados iniciaron una intensa disputa por la tierra. Movilizaciones, litigios y ambiciosos programas públicos son indicador del álgido nivel de confrontación por la tierra en esa región. En este periodo algunos de los líderes campesinos más importantes del país recorrieron el bosque y sus inmediaciones.

En la segunda mitad del siglo XX el conflicto armado lanzó fuego desde el cielo al campesinado de la región. Primero, con los bombardeos incendiarios de la fuerza pública en 1955; y luego, con el lanzamiento de cilindros bomba de la guerrilla en 1999. El intenso fuego cruzado no extinguió las demandas campesinas de formalización y redistribución de tierras.

Del ambientalismo campesino al acaparamiento verde

En el siglo XXI la movilización campesina por la tierra se transformó en la lucha por la conservación ambiental del bosque. Entre 2015 y 2019, organizaciones comunitarias como la Red de Vigías y Defensores del Bosque de Galilea ​​movilizaron sus esfuerzos para detener cuatro concesiones otorgadas a las corporaciones Nexen Petroleum y Petrobras. 

Desde entonces el campesinado tomó la conservación ambiental como su bandera. Las comunidades pidieron a las autoridades ambientales que protegieran el bosque, por eso, cuando se declaró este territorio como Parque Natural Regional (PNR) hubo júbilo en el campesinado.

Lo que inicialmente se anunció como una victoria, no tardó en nublar las esperanzas de las familias campesinas. La Constitución Política de Colombia establece un estricto régimen de protección en todos Parques Naturales que hace imposible que las autoridades agrarias puedan titular las tierras que están en tenencia legítima de los campesinos. 

La “Hacienda Cunday” fue fragmentada en 219 predios que actualmente están vinculados a un proyecto de créditos de carbono. Para algunos campesinos existen motivos para creer que la declaratoria del área protegida fue, en parte, un enroque que permite que el centenario latifundio ahora genere lucro mediante una compleja red de negocios verdes. De probarse esta hipótesis, medidas de mitigación climática que reconozcan esos títulos de propiedad podrían reforzar desigualdades originadas por la apropiación colonial del suelo.

Aunque los promotores del proyecto reportan la entrega de beneficios a varias familias campesinas,  líderes y lideresas de la región alegan que una parte importante de la comunidad fue excluida.   

Una invitación a la investigación

La indagación nacional e internacional sobre el caso ayudará determinar si las tierras por las que han luchado varias generaciones de campesinas y campesinos fueron entregadas al control corporativo que se tiñe de verde o, por el contrario, estamos ante iniciativas ambientalmente justas. Es necesario indagar si con estas medidas de conservación ambiental se está transformando el latifundio de origen colonial en un remozado acaparamiento verde

Por ahora, entre más se escudriña en los registros inmobiliarios de los predios que hoy conforman el bosque, más se enreda el panorama. Escrituras públicas posiblemente perdidas y otras aparentes irregularidades son algunos de los hallazgos que han hecho las comunidades campesinas que cuestionan la legalidad del “latifundio verde”. 

Este caso puede suscitar un gran interés a nivel nacional e internacional: en el Norte Global puede advertir a inversionistas acerca de las consecuencias sociales de financiar medidas de “maladaptación” climática que refuerzan desigualdades pre-existentes, generando un efecto búmeran contra el campesinado de la región;  y en el Sur Global,  podría documentar formas del colonialismo verde que afectan con especial énfasis a las comunidades campesinas.

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