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Vaupés aún es una zona aislada que tiene pocos contactos con el resto del país; allí habitan más de 20 pueblos indígenas asentados principalmente a orillas de ríos como Apaporis, Cuduyarí, Pirá Paraná, Taraira y Vaupés, y precisamente sobre cómo es su relación y cuál es el concepto que tienen del uso de tecnologías son las premisas en las que se basa la investigación. | EFE

Internet a cuentagotas: brecha digital de los pueblos indígenas en Vaupés

Nuestra nueva investigación muestra que, si mejora el acceso a internet en la selva amazónica, las comunidades podrían contar con comunicación y servicios, pero hay preocupación por la posible pérdida de identidades y costumbres. ¿Cómo mediar en esta encrucijada?

Por: Diego Zambrano Benavidesjulio 26, 2023

En las selvas colombianas, por desgracia, son cotidianas las ausencias. Daniel Ospina Celis lo padeció un día cuando navegaba por el río Vaupés y el motor de la lancha en la que viajaba dejó de funcionar. Varados, él y sus acompañantes revisaron los celulares para avisar la novedad y las pantallas marcaron la sentencia: no había señal. Ya lo preveían, pero quizás no calcularon que lo sentirían con tanto rigor, y es que en varias zonas del país, como en el caso de la espesura amazónica, la cobertura móvil, el internet o ambas son asuntos complejos y en donde los hay funcionan con precariedad. Precisamente Daniel, investigador de la línea de Estado de derecho, transparencia y tecnología de Dejusticia, recorrió durante dos semanas la zona para documentar sobre el acceso a conectividad en este territorio predominantemente habitado por pueblos indígenas, y los azares del trabajo investigativo le hicieron toparse de frente con una prueba para reafirmar la hipótesis que llevó a campo.

El motorista de una lancha que pasaba a contracorriente les dio la solución: remar alrededor de 300 metros hasta un cúmulo de piedras donde, les dijo, lograrían conectarse si alguien del equipo tenía plan de datos con Claro. Así fue como Daniel y sus acompañantes pudieron dar aviso de su situación; a Daniel le quedó una reflexión: “¿Cómo hizo el motorista para saber que en ese punto específico del río Vaupés entra la señal? (…) esto demuestra que descifrar los trucos y secretos de la conectividad en el departamento es un ejercicio cotidiano para sus habitantes”.

El contexto completo acerca de los hallazgos quedó consignado en Latin America in a Glimpse: Amazonía, una investigación coordinada por la organización Derechos Digitales que, en síntesis, ilustra las realidades y las brechas de acceso a internet en cuatro países de la región amazónica, las necesidades y los riesgos que enfrentan las comunidades que viven allí frente a la falta de conectividad. El apartado de Colombia, de 23 páginas muy contundentes, fue escrito por Daniel y se titula: Acceso a internet y pueblos indígenas en la Amazonía colombiana.

La necesidad

Elegir justamente al departamento de Vaupés no fue casualidad, pues en esta zona se reúnen ciertas condiciones que hacían propicia la investigación. Allí, cuenta Daniel, los ríos son la única forma efectiva –aunque excesivamente costosa– de llegar a Mitú, la capital, y están comenzando a emerger emprendimientos relacionados con el turismo sostenible o ecológico. Ambas características, como se verá más adelante, hacen que conectarse a la red sea una necesidad, ya sea para aliviar la desconexión de las comunicaciones o para potenciar proyectos. 

Vaupés aún es una zona aislada que tiene pocos contactos con el resto del país; allí habitan más de 20 pueblos indígenas asentados principalmente a orillas de ríos como Apaporis, Cuduyarí, Pirá Paraná, Taraira y Vaupés, y precisamente sobre cómo es su relación y cuál es el concepto que tienen del uso de tecnologías son las premisas en las que se basa la investigación.


Lee también nuestra investigación: Desigualdades digitales. Aproximación sociojurídica al acceso a Internet en Colombia


La Encuesta Nacional de Calidad de Vida (2021) recopiló datos que permiten demostrar la brecha digital: mientras el promedio general en Colombia es que de cada 100 hogares 62 tienen conectividad, en Vaupés ese indicador cae apenas a 2 de 100 hogares con posibilidad de conectarse a la red. La falta de acceso a internet es superior al 95 %, pese a que sí es un servicio que hace parte de la vida diaria en el departamento.

Y lo es porque el costo ida y vuelta entre Mitú y una población a la que se llega navegando en lancha por cuatro o cinco horas, en donde viven alrededor de 300 personas, puede costar casi cerca de medio salario mínimo en gasolina. Justamente por motivos como este es que tener conectividad resulta fundamental, pues en caso de una urgencia de salud, y ante la carencia de una red hospitalaria robusta en el territorio, al menos el internet puede ser un asunto vital para resolver una asistencia básica o evitar largos desplazamientos para una consulta general. Como lo explica Daniel, “no tener internet ni otro medio de comunicación equivale a no tener acceso a acompañamiento médico”.

La conexión, el internet y las bondades de la red son temas cotidianos en las conversaciones. A Daniel, el funcionario del aeropuerto que registró sus datos al llegar, el conductor del motocarro que lo llevó al hotel y la recepcionista de dicho hotel le hablaron de la señal y su intermitencia. Y más allá de su utilidad logística o como herramienta para atraer y facilitar el turismo, también es un portal para potenciar la educación, sobre todo en Vaupés, donde aún funciona el sistema de internados debido a lo complejo que resulta el transporte de estudiantes y la falta de centros educativos en cada uno de los centros poblados. En este escenario, la conectividad es clave para el acceso a la información y a contenidos educativos en línea que suplen los libros físicos y material que difícilmente podría llegar a la selva.

La encrucijada

A pesar de su innegable utilidad, la falta de acompañamiento o de guía para que los menores de edad accedan a la red puede ocasionar la pérdida de interés en las costumbres y culturas –por ende en la identidad– de los pueblos indígenas que habitan Vaupés.

Niños, niñas y jóvenes ahora pueden acceder con mayor facilidad a celulares inteligentes. De hecho, ni siquiera es necesario que cada uno tenga estos dispositivos, sino que suelen compartirse los pocos que puedan llegar a una comunidad. Es decir, una pantalla la comparten varias personas. Por eso, explican los docentes en la zona, los contenidos a los que se puede acceder desde un celular impactan a todo un entorno. Ante eso, el documento hace énfasis en la necesidad de un “acompañamiento constante”. O mejor, en palabras de una profesora en Vaupés, “es clave que una persona adulta les sirva de mediadora y les explique las implicaciones culturales que lo que ven puede tener”.


Lee nuestra columna de opinión Regalar computadores no es cerrar la brecha digital


Por otro lado, si es evidente que en las ciudades las redes sociales se convirtieron a la puerta a estilos de vida y costumbres globales en las que se puede soñar o incluso proyectar futuros posibles, pues las comunidades incrustadas en el corazón de la selva no son la excepción. “Ya se están empezando a notar esos impactos”, cuenta Daniel sobre la influencia digital en la juventud indígena. Estos mundos que son distintos, pero por nuevos resultan atractivos, son motivo de alerta porque a veces parecieran ser el único resguardo posible ante un panorama en el que “no hay más”, como comentan los indígenas de la zona. 

El equilibrio

No necesariamente las redes sociales deben ser el agente desestabilizador que sepulte las tradiciones y lo autóctono de los pueblos. Todo es cuestión de equilibrio. El acceso a internet de la población Mapuche, en Chile, no reemplazó las costumbres y la cultura, sino que permitió cimentar nuevas formas para la comunicación e incluso posibilitó crear una red con organizaciones de personas indígenas y no-indígenas. 

En Vaupés también lo ven así. Se puede darle la vuelta al problema y convertirlo en una solución, o en palabras de la misma población, “es aprender a usar estas herramientas de la mejor manera posible. Con ellas podemos fortalecer nuestra propia identidad, nuestra identidad cultural, lingüística”. 

“Es necesario acompañar el cierre de la brecha digital en la Amazonía con procesos organizativos en torno al valor de la cultura tradicional”, subraya Daniel a manera de conclusión. No se pueden desconocer, como se mencionó anteriormente, las ventajas que trae la conectividad en temas de acceso a servicios y, sobre todo, para mejorar efectivamente la comunicación en un territorio que aún parece una isla o un polígono desanclado del resto del país. “La población indígena requiere acceder a internet para comunicarse, mejorar su acceso a servicios estatales, mejorar su goce efectivo de derechos humanos y diversificar o fortalecer los proyectos de vida de la juventud indígena”, añade al final de la investigación.

Quizás la búsqueda del equilibrio, de la medida exacta para abordar este problema, la haya encontrado Daniel en una chica de 21 años, Fernanda, quien le contó, mientras escuchaban por streaming una canción de su banda favorita, que a veces siente la necesidad de alejarse del mundo occidental y volver a su comunidad indígena. A su vez, ella estudia una carrera universitaria en línea y es guía turística; es decir, necesita de la conectividad y reconoce que es mejor tener una herramienta precaria a que simplemente no exista, pero tiene plena consciencia de los riesgos que implica el horizonte que se abre con internet. Fernanda ilustra ese término medio entre el uso y la cautela hacia la conectividad con la que se vive en el Vaupés.


Le invitamos a conocer en detalle los hallazgos de esta investigación a través del siguiente enlace: Acceso a internet y pueblos indígenas en la Amazonía colombiana

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