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Su nombre es Cleiner María Almanza Blanco y es una mujer buscadora de los Montes de María

Muchos piensan que “Cleiner” es un nombre de hombre, pero ella, en su búsqueda, descubrió que su nombre viene de una diosa poderosa de la Amazonía. Ahora también sabe que Cleiner es una mujer buscadora de los Montes de María, una región profundamente marcada por el dolor de la guerra, pero también por la fuerza y el caminar de los campesinos y las campesinas que se niegan a aceptar la impunidad y que han alzado sus voces para denunciar la injusticia.

Por: Margarita Martínez Osorionoviembre 13, 2024

Su nombre es Cleiner María Almanza Blanco y, como ella misma lo ratifica con una voz potente y contundente, su vida no es una cifra; su vida tiene rostro, su vida tiene carne, su vida encarna amor y lucha. 

Video aportado por Cleiner Almanza y desarrollado por el Centro Virtual de Memoria Histórica

Cleiner Almanza se convirtió en mujer buscadora en febrero de 1998, cuando su hermano mayor, Julio César Blanco Vides, salió de su casa en la vereda “La Reforma”, ubicada en zona rural del Carmen de Bolívar, para dirigirse a la Notaría Única del municipio de San Onofre. Julio César, en ese entonces un campesino de 32 años, tenía la esperanza de que su padre biológico lo reconociera como hijo y pudiera registrarse formalmente con sus apellidos. Sin embargo, Julio César nunca llegó a la notaría y, desde esa mañana, ni Cleiner ni su familia supieron más de su paradero. En ese momento, Cleiner inició un camino de búsqueda que aún no cesa, que ha significado múltiples formas de victimización para ella y que transformó todas las dimensiones de su vida. 

La conexión con Julio César

Cleiner y Julio César nacieron en el seno de una familia campesina en la región de los Montes de María, una tierra profundamente marcada por la violencia paramilitar de los años 90, pero también por las tradiciones de larga data de resistencia y de movilización campesina. Al recordar su infancia en la vereda “La Reforma”, Cleiner describe las muñecas de barro y de mazorca que ella y sus hermanas hacían y vestían para jugar, y la manera como usaban los totumos, la patilla y los remanentes de los cultivos como juguetes. También recuerda vívidamente cómo, al igual que muchas niñas campesinas en la región, desde muy pequeña comenzó a trabajar en el campo, ayudando a regar, ensartando tabaco, trabajando en los cultivos y en los oficios domésticos.

Para Cleiner, más que nostalgia, el recuerdo de su infancia le evoca un profundo dolor. En la familia, ni ella ni su hermana encontraron un espacio seguro; todo lo contrario: su padrastro fue un abusador que las violentó sexualmente. Por muchos años, vivieron estos abusos en silencio, hasta que un día, Cleiner se defendió y no quiso callar más, lo que le generó el rechazo de su familia. Para escapar de los abusos, se casó a los doce años y se fue de casa. En ese proceso, Julio César estuvo pendiente de ella y la buscó múltiples veces para que regresara. Cleiner recuerda esas épocas como el momento en que más conectada se sintió con su hermano, pues él siguió sus pasos para que volviera a casa y procuró que ella encontrara un lugar seguro en medio de tanta violencia. Ahora, Cleiner busca a Julio César para que también regrese a casa y tenga una sepultura digna, como él se merece. 

El camino de la búsqueda

Desde ese día en que Julio César salió del monte para dirigirse a San Onofre a cambiar sus apellidos, Cleiner no ha parado de buscarlo. En su trasegar, ha ido a todo lugar donde le han indicado que puede haber pistas sobre su paradero o donde le han dicho que lo han visto. Ha recorrido pueblos, bares, prostíbulos, parques; incluso estuvo durante un año en Venezuela, pues recibió información de que habían visto a su hermano allí trabajando. En otra ocasión, también le informaron que Julio César había sido reclutado por la guerrilla en San Juan Nepomuceno y Cleiner dejó todo para ir al encuentro de lo que al final había sido una pista falsa. 


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Como mujer buscadora, Cleiner ha alzado la voz denunciando la impunidad, ha recorrido con valentía múltiples lugares dominados por la violencia y ha tenido que interactuar con actores armados. Todo esto le ha implicado un constante riesgo para su vida y su integridad. Como ella misma lo afirma, en todo lugar al que ha ido a buscar, ha sido victimizada. Le han dicho “guerrillera” y “prostituta”, la han recriminado por estar buscando y, en sus propias palabras, la han dejado “más muerta que viva” múltiples veces, pues, en razón de la búsqueda, ha sufrido secuestro, torturas, violencia sexual y otras formas de victimización por parte del ejército y de grupos paramilitares. Sin duda, la historia de Cleiner encarna toda la crueldad y la violencia de ser mujer en una sociedad profundamente patriarcal y definida por las dinámicas de control territorial de actores armados que castigan a las mujeres que consideran rebeldes, por ocupar lugares que, para ellos, subvierten los roles de género tradicionales buscando “lo que no se les ha perdido”. 

Además de todo esto, el camino de búsqueda de Cleiner ha impactado radicalmente en su situación económica y su sustento diario. Como campesina de Montes de María, Cleiner vivía de la tierra y de lo que le daba la agricultura. Sin embargo, una vez Julio César fue desaparecido, ella y su mamá tuvieron que dejar la parcela, pues, debido a la búsqueda, comenzaron a recibir amenazas que las obligaron a desplazarse por miedo a ser asesinadas. Para sostenerse, Cleiner ha tenido que pedir prestado dinero constantemente y le es difícil conseguir un trabajo estable, pues siempre debe estar lista para viajar en caso de que llegue una nueva pista sobre el paradero de Julio César. Esa inseguridad económica y la continua itinerancia inherente al proceso de búsqueda también han significado para Cleiner el rompimiento de lazos familiares, especialmente con sus hijos, de quienes se ha tenido que separar en múltiples ocasiones para continuar con su camino de búsqueda. 

¿En qué va el proceso?

En 2017, Cleiner y su familia supieron que la Fiscalía tenía información sobre la muerte de Julio César y sobre el posible paradero de su cuerpo. De acuerdo con el expediente de la Fiscalía, en 2011, un paramilitar habría confesado que Julio César murió el mismo día de su desaparición en un supuesto enfrentamiento paramilitar en una zona cercana al Carmen de Bolívar. Según este informe, el cuerpo de Julio César estaría en la fosa común del cementerio de Sincelejo, junto con otras víctimas del paramilitarismo de la región de los años 1972 a 1999. Sin embargo, cuando se había iniciado el trámite para exhumar los cuerpos de la fosa común, el cementerio de Sincelejo emprendió una remodelación y se construyeron bóvedas nuevas encima de las fosas comunes, desapareciendo -nuevamente- a los desaparecidos, al imposibilitar su ubicación. 

Ante esto, en 2019, con el acompañamiento de la Fundación Nydia Érika Bautista, Cleiner interpuso una acción de tutela alegando la vulneración de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación, y la garantía de no repetición, ante el Tribunal Superior de Cartagena, el cual falló a favor de su reclamo para que el Estado garantizara la exhumación de los cuerpos de la fosa común de Sincelejo a fin de determinar si allí se encuentra o no el cuerpo de Julio César. Después de que el fallo fuera impugnado por las entidades responsables de la exhumación, la Corte Suprema de Justicia ratificó la decisión inicial, y ordenó que, en el lapso de dos meses, las entidades responsables debían garantizar la exhumación de los cuerpos ubicados en la zona del cementerio. Sin embargo, el tiempo pasó y la orden de la Corte no se cumplió en los tiempos estipulados y, en 2020, con la llegada de la pandemia del Covid-19, el proceso de exhumación se frenó por completo. Actualmente, la orden de realizar la exhumación y el análisis de los restos se reactivó y el próximo 18 de noviembre comenzará el protocolo de prospección, que es la etapa de la búsqueda de los restos en la fosa común, para luego proceder a la exhumación. Cleiner espera esa fecha con ansias, pero también con escepticismo ante los múltiples incumplimientos que se han producido en el pasado. 

Cuando la lucha se hace colectiva

La desaparición de Julio César se suma a la escalofriante cifra de las 1.808 personas registradas como desaparecidas en la subregión de los Montes de María y el golfo de Morrosquillo, cuyos casos, en su mayoría, se mantienen en impunidad. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas estima que el municipio de Carmen de Bolívar es uno de los lugares donde se presentaron más desapariciones en la región debido a las dinámicas del conflicto armado interno durante los años 90s y 2000s. En ese escenario, mujeres como Cleiner han asumido la búsqueda y han combatido la impunidad, buscando justicia allí donde la guerra ha imperado y donde el Estado no ha sido efectivo en encontrar a los desaparecidos ni en reparar las múltiples victimizaciones que las mujeres buscadoras han encontrado en sus caminos de búsqueda. 

Cleiner afirma que, durante mucho tiempo, su recorrido buscando a Julio César fue en soledad. Sin embargo, desde hace unos años, y particularmente, después del desplazamiento forzado, Cleiner llegó a Cartagena y se comenzó a vincular activamente en diferentes mesas locales y nacionales de mujeres víctimas del conflicto armado, en las que ha encontrado un refugio y un acompañamiento para su caso. Por ejemplo, su participación en la Corporación Mujer Sigue mis Pasos le ha permitido hablar con otras buscadoras y darse cuenta de que su historia no es la única; así como ella, muchas mujeres buscadoras en Colombia también han sido víctimas de violencia sexual, torturas y desplazamientos mientras buscaban a sus familiares desaparecidos. Cleiner afirma que, al convertir su búsqueda en un proceso colectivo, también ha encontrado la fuerza para acompañar a otras mujeres y buscadoras en sus propios caminos de búsqueda y de sanación. 

En 2022, con la compañía de otras mujeres, Cleiner se dirigió al cementerio de Sincelejo con el propósito de deshacerse de su cabello. Para ella, su cabello largo era un símbolo de toda la violencia que había sufrido en la búsqueda de su hermano, pues siempre que la atacaban para violentarla, la agarraban de su cabello. Para ella, raparse en el cementerio donde probablemente yacen los restos de Julio César se convirtió en un símbolo de su resiliencia; de toda la fuerza y el amor que han motivado su camino como buscadora y su lucha por la justicia. Ahora, sin ese cabello largo que le pesaba y que le recordaba todo el dolor que le ha traído el camino de la búsqueda, Cleiner ratifica el amor que siente por sí misma, por su cuerpo, por su proceso y, por su puesto, por su hermano; ese amor ha sido el motor que la ha movido y que la sigue guiando en su proceso como buscadora y, ahora, como acompañante de otras mujeres víctimas. 

El sueño y el vestido

Una noche, Cleiner soñó con su hermano. Los estaban persiguiendo y tenían mucho miedo porque los iban a matar. Julio César llegó justo a tiempo para esconderla de los perpetradores y, una vez pudieron refugiarse en un lugar seguro, le pidió a Cleiner que hiciera un vestido con retazos de tela. Cleiner lo hizo. Con mucho cuidado, tejió los pedazos y le mostró a su hermano, con orgullo, su creación. Julio César le pidió que se lo pusiera y, al verla con el vestido puesto, le dijo que se veía radiante y muy bonita; que le lucía. 

El 24 de octubre de 2024 se conmemoró, por primera vez, el Día de la Mujer Buscadora en Colombia, como parte del mandato que el Estado tiene, a partir de la Ley 2364 de 2024, de reconocer y proteger los derechos de las mujeres buscadoras en el país. En un espacio organizado por la Unidad de Víctimas, buscadoras de diferentes partes del país se reunieron a conmemorar sus luchas y a reconocer lo que ha significado el camino de búsqueda para ellas, para sus familias y para Colombia. Ese día, Cleiner se puso un vestido hecho de retazos, que confeccionó justo después del sueño que tuvo con Julio César. Con el vestido, Julio César estaba allí con ella ese día. Ahora es un símbolo de esa conexión que siempre tuvo con su hermano; de cómo ambos se buscaron para regresarse a casa y de ese camino que Julio César recorrió y que Cleiner sigue recorriendo para procurarse un lugar seguro. 

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