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La DUDH detalla los derechos humanos que constituyen un “ideal común” de toda la humanidad, que permita, como lo dice su preámbulo, alcanzar “la libertad, la justicia y la paz en el mundo”. | EFE/ONU

El propósito y sentido de la Declaración Universal de los DD. HH. están más vigentes que nunca. Sin embargo, su legado y su reconocimiento están hoy amenazados, pues desde hace varios años las grandes potencias han debilitado su adhesión al multilateralismo.

El propósito y sentido de la Declaración Universal de los DD. HH. están más vigentes que nunca. Sin embargo, su legado y su reconocimiento están hoy amenazados, pues desde hace varios años las grandes potencias han debilitado su adhesión al multilateralismo.

El pasado 10 de diciembre se cumplieron 75 años de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fundada tres años y medio antes. Esta conmemoración tuvo un sabor agridulce: la apuesta política, ética y jurídica que subyace a la DUDH parece más vigente que nunca; sin embargo, en pocas ocasiones su legado y su reconocimiento habían estado tan amenazados como hoy. Explico esta paradoja.

A pesar de que la Guerra Fría ya se había instalado, la ONU aprobó la DUDH en 1948 con un amplio apoyo y sin ningún voto en contra, a fin de concretar las obligaciones en derechos humanos que los Estados habían adquirido al aceptar la creación de la ONU. La DUDH detalla entonces los derechos humanos que constituyen un “ideal común” de toda la humanidad, que permita, como lo dice su preámbulo, alcanzar “la libertad, la justicia y la paz en el mundo”, las cuales “tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

América Latina, que vivía en ese momento una cierta primavera democrática y representaba más de un tercio de los Estados de la ONU, jugó un papel crucial, como lo han resaltado estudiosas como la profesora de Harvard Mary Glendon. Por ejemplo, fue gracias a delegados latinoamericanos, como el chileno Hernán Santacruz, que la DUDH reconoce en forma robusta los derechos sociales.


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Aunque en principio no era vinculante, ya que no es un tratado sino una resolución de la Asamblea General, la DUDH fue adquiriendo progresivamente fuerza jurídica al ser aceptada como obligatoria por la inmensa mayoría de los Estados. Hoy los doctrinantes coinciden en que la DUDH es un documento vinculante esencial del derecho internacional que le apuesta a que, a pesar de la enorme diversidad de culturas y regímenes políticos del mundo, exista un mínimo ético común que permita una acción concertada de todos los Estados y de la ONU, no sólo para evitar los atentados contra la dignidad humana, sino para garantizar la paz global y resolver nuestros problemas comunes.

Estos propósitos de la DUDH conservan hoy toda su importancia y relevancia. Los desafíos existenciales que amenazan hoy a la humanidad sólo podrán ser enfrentados eficazmente por una acción concertada y multilateral de los Estados y de la ONU a partir de unos valores comunes mínimos, que son precisamente los derechos humanos consagrados en la DUDH. Sin ellos, ningún Estado, unilateralmente, logrará encarar el cambio climático, las guerras, los riesgos de nuevas pandemias, la regulación de nuevas tecnologías, las migraciones masivas o los impactos de una globalización financiera desregulada.

El propósito y sentido de la DUDH están entonces más vigentes que nunca. Sin embargo, su legado y su reconocimiento están hoy amenazados, pues desde hace varios años las grandes potencias han debilitado su adhesión al multilateralismo. Recordemos, por ejemplo, el retiro, en plena pandemia, de Estados Unidos de la OMS, afortunadamente revertido por Biden. Por su parte, debido a los vetos en el Consejo de Seguridad, la ONU ha sido impotente frente a las atrocidades cometidas en las guerras en Ucrania y en Gaza. Los ascensos de los populismos nacionalistas han erosionado el apoyo a la idea de valores comunes y compromisos universales. Recordemos a Trump y su lema: Estados Unidos primero

Nuestro desafío es entonces rescatar y fortalecer, en este complejo contexto, el legado y los propósitos de la amenazada DUDH. No es una tarea fácil, pero es ineludible.

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