Una Madre con muchas hijas
Carlos Andrés Baquero abril 16, 2018
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Las hijas de una misma Madre se están movilizando en diferentes partes del mundo para defenderla.
Las hijas de una misma Madre se están movilizando en diferentes partes del mundo para defenderla.
La tierra es una Madre con diferentes nombres. En algunos casos es Madre Sierra, en otros es Madre Selva, unas veces es Madre Río y algunas otras es Madre Monte. La misma Madre es la que hace que el Sol salga, que la Luna brille con intensidad cada noche y que los pueblos indígenas y afrodescendientes no se rindan.
En distintos lugares he visto a muchas mujeres levantarse valientemente en contra de los Estados, de las industrias extractivas y de actores armados que no ven a su Madre. Son sus hijas, mujeres poderosas y fuertes, las que hoy en día impulsan y mantienen en sus hombros la movilización.
En la Amazonia, Patricia hija ha construido con su pueblo toda una estrategia global para defender a su Madre de los tubos gigantes que quieren extraer el petróleo que está en su vientre. Patricia ha viajado hasta instancias internacionales, como el sistema interamericano o las Naciones Unidas, para llevar el mensaje de su Madre. Es ella, quien la parió, la que le ha dicho a Patricia que luche para sacar de sus entrañas la pentolita que le enterró una empresa argentina que pretendía explotar el petróleo y que de estallar podría acabar con un territorio proporcional al tamaño de París.
En las montañas, rodeada de cafetales, Eulalia hija dejó de ser nómada y llegó a la Asamblea de Antioquia para mostrar que los pueblos indígenas hacen parte de la sociedad colombiana y por eso se les deben garantizar sus derechos. Eulalia, todos los días, se convierte en jaguar, en pantera y en colibrí para que las niñas y los niños que están con ella aprendan de las historias de sus antepasados, de los usos de las plantas y de la importancia de proteger a la única Madre.
En medio de la Gran Manzana, Victoria hija denuncia cómo los Estados se han opuesto en todo el mundo a que los pueblos indígenas puedan participar de las decisiones que los afectan. Enfrentado el ataque de un presidente que la incluyó dentro de una lista de terroristas, Victoria ha entrelazado sus manos con muchas otras mujeres para darle un vuelco a la historia y a la economía que sigue dependiendo de la explotación de su Madre.
En la ladera del río, Francia hija se ha unido con ochenta mujeres para que el Estado saque las más de doscientas retroexcavadoras que han llegado de manera violenta para extraer el oro que está en su interior. “Usando el amor maternal, cuidamos el territorio”, me respondió Francia cuando le pregunté sobre su estrategia para garantizar que el mismo río en el que ella se bañó pueda ser usado por sus hijos.
Dentro del juzgado especial de paz, Ana hija evalúa con cuidado cómo es que las personas indígenas que participaron de la guerra pueden volver a sus territorios a construir el tejido que las balas destruyeron con tanta violencia. Cada vez que puede, Ana vuelve al corazón de la Sierra para unirse con el río que la vio crecer y visitar el sitio que la Madre le entregó: aquel donde están sembrados sus pensamientos y su palabras, la herencia más preciada que le entregará a Juliana hija.
Cerca del mar y la montaña, Asunción hija ha usado lo que aprendió en la escuela de derecho para escribir una demanda que hace unos días terminó por proteger los ríos. Con este tributo jurídico, Asunción busca que los ríos de su Madre, extensiones profundas de agua, sean descontaminados y vuelvan a ser cristalinos como lo eran en la narración de su abuela.
Entre vuelos de avión y lancha, Patricia hija ha puesto toda su vida para la defensa de su Madre. Como un puente entre los dos mundos en los que creció, Patricia ha fundido todas las enseñanzas para que su Madre sea reparada, para que la memoria del conflicto se conozca y para que se le reconozca a los pueblos indígenas y afrodescendientes el derecho que tienen de tomar de manera autónoma sus decisiones. Aunque Patricia habla algunas veces en español y otras en embera, en todas las ocasiones lleva el mismo mensaje que le enseñó su Madre a las personas que no la quieren oír.
Entre la selva y el puerto, Luz Mary hija lucha en contra del miedo que le implantaron los que la amenazaron y desplazaron por defender a su Madre. Oponiéndose a los señores de la guerra que se posaron en su territorio, Luz Mary teje un palenque colectivo que sirve de refugio para todas las personas que tienen miedo. Su Madre le enseñó la valentía y eso es lo que le transmite a quienes acuden a ella buscando refugio de la batalla que aún se libra entre las calles.
Cubierta de nieve, Ruth hija se levanta todos los días para que la expansión de la frontera extractiva en su país no sacrifique a su Madre. Siguiendo el levantamiento que impulsan sus antepasados, Ruth le ha puesto el cuerpo y el espíritu a los tanques de agua helada que mandó el nuevo Presidente para expandir el oleoducto a través de todo su territorio. Ella sabe que el agua es la vida, el regalo más preciado que le heredó su Madre a toda la humanidad.
Estas son algunas de las hijas que en Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas y México le rinden homenaje todos los días a la misma Madre. Sin importar el nombre que le den, fue la misma la que las parió, que las acompañó a crecer y que las recibirá otra vez en su seno el día que abandonen esta dimensión del ser.
Foto destacada: Loren Kerns