Alfredo Molano y los relatos de un mundo campesino
Dejusticia Septiembre 27, 2023
Los escritos de Alfredo Molano le brindaron al campesinado una oportunidad de ser reconocido en un país que parecía acostumbrado a ignorarlos, en especial, durante una época donde resultaba muy peligroso exponer estas violencias. | EFE
Al recorrer las vastedades de la ruralidad, el excomisionado de la Comisión de la Verdad logró contar historias reales, crudas que seguramente de no haberse relatado allí, habrían quedado en el olvido.
Al recorrer las vastedades de la ruralidad, el excomisionado de la Comisión de la Verdad logró contar historias reales, crudas que seguramente de no haberse relatado allí, habrían quedado en el olvido.
En diciembre de 1982, en su discurso de aceptación del nobel, García Márquez habla de cómo la literatura, en particular la latinoamericana, cuenta cosas reales que ante el resto del mundo resultan increíbles. En sus propias palabras: “hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida”.
Si bien ese discurso se refería al papel de la literatura cuando el mundo occidental mira hacia Latinoamérica, al interior de nuestro país la literatura cumple una función similar cuando las zonas urbanas voltean a ver la realidad rural. Alfredo Molano fue un precursor en esta forma de conectar ambos mundos. Su obra representa para el campesinado, tan marginado en el olvido, la posibilidad de ser oído y representado a través de relatos literarios.
Alfredo, a lo largo de su vida, retrató como pocos los testimonios de campesinos que vivieron la violencia del país. A pesar de fundamentarse en historias reales, recolectando testimonios de vida con gran credibilidad, Molano no pretendió hacer un ejercicio de recopilación histórica. De hecho, en el prólogo de Los años del tropel advirtió que los testimonios de su libro no buscaban contar una verdad objetiva, por el contrario, él deja entrever que ese texto era una oportunidad para que el campesinado cuente su propia historia.
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Lo anterior no es de ninguna manera algo negativo. El mundo académico puede llevarnos a pensar que la única forma de visibilizar y de recopilar adecuadamente la historia es a través de los recursos y métodos científicos tradicionales. Esto no es necesariamente cierto. Justamente una de las alternativas que se pueden utilizar para retratar realidades es la literatura.
El mismo Molano explica en aquel prólogo que al presentar su tesis de grado en el École de Practique de París su profesor valoró su estilo literario, pero cuestionó su carácter científico. Molano cuenta que ese momento de su vida fue una especie de epifanía. Después de aquella revelación, el escritor se encaminó tras de los relatos y se distanció del método sociológico.
Dentro de su literatura, logramos ver testimonios crudos, relatos desgarradores contados con una pasión que visibiliza realidades paralelas. Molano nos dio el término “Colombia profunda” para referirnos a aquellas zonas rurales olvidadas y marginadas. En su momento Molano lo utilizó como una denuncia para reflejar un país de realidades contradictorias. En la superficie se veía el país con la democracia más estable de Latinoamérica pero en el fondo llegó a niveles de crueldad inimaginables contra el campesinado. Un país que desde afuera se veía celebrar un pacto por la paz a través de una constitución garantista, plural y renovadora de la institucionalidad, mientras es azotado y arrodillado por el fortalecimiento de grupos armados en uno de los periodos de violencia más sanguinarios de nuestra historia reciente.
Su literatura sirve como un puente para reconectar estas realidades y permite oír a aquellos que nunca han sido oídos. Molano nos deja oír estas historias en la voz viva del campesinado que sufrió estas atrocidades. Al recorrer las vastedades de la ruralidad el excomisionado de la Comisión de la Verdad logró contar historias reales, crudas que seguramente de no haberse relatado allí, habrían quedado en el olvido.
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Los escritos del autor le brindaron al campesinado una oportunidad de ser reconocido en un país que parecía acostumbrado a ignorarlos, en especial, durante una época donde resultaba muy peligroso exponer estas violencias. Su obra nos permite superar el gélido diagnóstico académico para adentrarnos en la complejidad de un mundo campesino donde se enaltecen los testimonios de vida de quienes, apelando nuevamente al discurso de García Márquez, no han tenido suficientes recursos convencionales para hacer creíble su vida.
Esto y mucho más hace que la obra de Molano merezca ser conocida, estudiada y leída por los colombianos que quieran acercarse a aquellas realidades, como en general por aquellas personas que no teman sentirse incómodas por lo que allí encuentren.
Columna escrita por Carlos Quesada, investigador de Dejusticia, y Felipe Zambrano, pasante.