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Es cierto que las exenciones del IVA en la canasta familiar no son lo ideal, pero es lo mejor que tenemos por el momento.

Es cierto que las exenciones del IVA en la canasta familiar no son lo ideal, pero es lo mejor que tenemos por el momento.

La Comisión Tributaria recomendó al Gobierno Nacional aplicar el IVA a los bienes de la canasta familiar que actualmente están exentos. El argumento es contra intuitivo: dicen que si bien las exenciones de la canasta familiar fueron creadas con el propósito de disminuir la regresividad de este impuesto, “terminan generando mayores inequidades en la medida […] en que quienes más se benefician de ellas son las personas que más consumen, esto es, las personas de mayores ingresos”.

El argumento es sencillo y técnicamente también es correcto. Sin embargo, lleva a una propuesta completamente inapropiada que en las circunstancias actuales equivale a tirar el bebé con el agua de la bañera. No podemos aplicar el IVA a la canasta familiar sin antes poder ser capaces de implementar mecanismos compensatorios reales que sirvan para proteger el consumo de los más pobres.

Primero, es cierto que los hogares de mayores ingresos consumen más, en eso podemos estar todos de acuerdo. También es cierto que las exenciones, por ejemplo a los huevos, benefician a todos los colombianos por igual sin tener en cuenta la capacidad de pago de cada uno; es decir, los huevos que compra el más rico están igualmente exentos que los huevos que compra el más pobre. Por lo tanto, si el más rico compra el triple de huevos que el más pobre, pues entonces la exención se traduce en un beneficio tres veces más grande para el más rico. Esto explica por qué el 30.6 % de los ingresos que el Estado deja de percibir (también llamados “gastos tributarios”) por culpa de las exenciones al IVA se queda en el decil más alto, mientras que sólo el 3.1 % del mismo se queda en el decil más bajo (Steiner & Cañas 2014). Y es por esto que la Comisión plantea acabar con las exenciones del IVA.

Sin embargo, es importante señalar que las exenciones a los bienes esenciales no fueron creadas con el objetivo de disminuir la regresividad del IVA. Tratar de contrarrestar la regresividad del IVA a punta de exenciones es como tratar de enderezar una herradura con las manos. (Para eso existen los impuestos al ingreso y a la propiedad). Las exenciones fueron creadas para reducir el impacto que recae sobre los más pobres y así poder proteger su consumo vital. En ese sentido, las exenciones funcionan como una especie de subsidio generalizado (o mal focalizado) porque benefician a quienes más lo necesitan pero también a quienes no lo necesitan. Algo así como una salvaguarda imperfecta o una gran red que busca recoger a los peces más pequeños y en el proceso termina llevándose peces más grandes.

Ahora, es posible imaginar una mejor alternativa que reemplace el esquema de exenciones. La idea sería, entonces, reemplazar el actual instrumento que beneficia a quienes no lo necesitan por uno más eficiente y efectivo dirigido exclusivamente a quienes sí necesitan protección. Esta solución es atractiva y creo que hacia allá nos tenemos que dirigir: las exenciones deben ser reemplazadas eventualmente por un mecanismo de compensación como el que existe en otras partes del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, existe el Earned Income Tax Credit que permite reembolsar a algunas personas con sumas de dinero incluso más grandes a lo que aportan en impuestos. En Uruguay existen las tarjetas BPS prestaciones, que permiten a algunas familias ahorrar la totalidad del IVA. Es decir, sí hay alternativas.

Lastimosamente, a pesar de que uno de los ex comisionados ha planteado la posibilidad de usar el Sisbén para implementar un mecanismo de este estilo, este tipo de propuestas no se encuentran en ningún lugar del Informe Final de la Comisión. Otras personas sugieren utilizar los estratos, a pesar de que algunas investigaciones muestran que tampoco servirían como un buen instrumento. Pero la verdad es que en el momento ninguna de estas alternativas es factible y primero tendríamos que tomar medidas fuertes para fortalecer la DIAN, reducir la informalidad, aumentar la bancarización y mejorar el funcionamiento de los sistemas de información pública.

Últimamente se escucha hablar mucho sobre aplicar el IVA a la canasta familiar (huevos, carne, leche, arroz, maíz, pescado, etc.), cuando realmente deberíamos estar escuchando propuestas dirigidas a construir la capacidad institucional necesaria para implementar alternativas más justas, eficientes y factibles. Es cierto que el sistema de exenciones del IVA es imperfecto, pero es lo mejor que tenemos por el momento.

Colofón: Las exenciones del IVA abarcan mucho más allá de la canasta familiar. El número de exenciones aumentó de 61 a 101 en el periodo de 2002-2011, sin responder necesariamente a criterios de equidad. De manera que es posible disminuir un poco la regresividad del IVA si logramos que desaparezcan las exenciones que no son realmente de primera necesidad.

De interés: Economía

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