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Brasil y Colombia

Uno de los argumentos que más se utilizó en contra de estos impuestos, fue el supuesto impacto negativo en los empleos, especialmente en el comercio y la industria local. | Luis Aguila, Unsplash

Esperamos que Brasil y otros países de la región puedan sumarse al compromiso de promover la salud y el bienestar a través de los impuestos saludables, así como lo hizo Colombia, pese a que la industria se siga oponiendo.

Esperamos que Brasil y otros países de la región puedan sumarse al compromiso de promover la salud y el bienestar a través de los impuestos saludables, así como lo hizo Colombia, pese a que la industria se siga oponiendo.

Escrito junto a Marcello Fragano Baird,  politólogo y coordinador del Centro de Promoción de la Salud en Brasil.

Un estudio de Francia y Brasil reveló que un mayor consumo de productos ultraprocesados aumenta un 62% el riesgo de mortalidad por cáncer o enfermedades cardiovasculares. En Brasil, cerca del 21,8% de las muertes al año por enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) en adultos de los 30 a 69 años tienen relación con el consumo reiterado de  productos   con exceso de azúcar, sal y grasas saturadas como: gaseosas, galletas, carnes procesadas, entre otros. Con el objetivo de disminuir estas estadísticas, los Diputados y Senadores de Brasil, presentaron propuestas relacionadas con la creación de un impuesto saludable, como lo aprobó Colombia con la reforma tributaria de 2022.

Sin embargo, las propuestas son limitadas, por lo que el Centro de Promoción de la Salud  en Brasil planteó cuatro puntos centrales para incluir en sus reformas: (i) garantizar que los impuestos saludables incluyan  los productos ultraprocesados, cómo los contempló Colombia y sobre otros productos, como el tabaco y las bebidas alcohólicas,  cuyo consumo reiterado aumentan el riesgo de ECNT, depresión, entre otros padecimientos, (ii) minimizar los beneficios con los que la industria, que produce y comercializa estos  productos, disminuye el pago de impuestos, (iii) propone que el recaudo generado por consumo de ultraprocesados se dirija al sector de la salud y (iv) plantea menores impuestos para los alimentos más naturales.

Estas proposiciones se basan en experiencias internacionales como la de Colombia, que pese a enfrentar una fuerte oposición, aprobó los impuestos a las bebidas ultraprocesadas azucaradas y a los comestibles ultrapocesados. Uno de los argumentos que más se utilizó en contra de estos impuestos, fue el supuesto impacto negativo en los empleos de los colombianos, especialmente en el comercio y la industria local.  Tesis que fue deconstruida por Dejusticia, pues con evidencia internacional, mostró que en muchos países el encarecimiento de los ultraprocesados fortalece la venta de productos de otros sectores, generando nuevos empleos.

Específicamente para Brasil, una simulación mostró que un impuesto del 20% sobre las bebidas azucaradas no produciría desempleo, sino que generaría crecimiento económico y nuevos puestos de trabajo, ya que las personas comprarían otras bebidas como leche y agua, alentando a otros sectores económicos diferentes de la industria de ultraprocesados.

Hoy, nuestro modelo tributario prevé impuestos sobre las bebidas azucaradas con cuotas que van aumentando a medida que el gramaje de azúcar incrementa y los ultraprocesados se gravan a partir de cierto contenido de azúcar, sal y grasas saturadas. Mientras que, en Brasil, la sociedad civil plantea menores impuestos para productos naturales, y la creación de un impuesto saludable para los ultraprocesados, sin embargo, las selección de los productos que tendrán el impuesto se definirá en una etapa posterior de la discusión.

Esperamos que Brasil y otros países de la región puedan sumarse al compromiso de promover la salud y el bienestar a través de los impuestos saludables, así como lo hizo Colombia, pese a que la industria se siga oponiendo.

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