¿Cálculo o estadística?
Rodrigo Uprimny Yepes julio 20, 2014
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¿Se justifica que muchos estudiantes de 10º y 11º grado se sientan torturados aprendiendo derivadas e integrales que no van a usar después? ¿No sería acaso mejor que dediquen esos esfuerzos a una formación básica en estadística, que en el mundo actual parece necesaria para ser un adulto competente?
¿Se justifica que muchos estudiantes de 10º y 11º grado se sientan torturados aprendiendo derivadas e integrales que no van a usar después? ¿No sería acaso mejor que dediquen esos esfuerzos a una formación básica en estadística, que en el mundo actual parece necesaria para ser un adulto competente?
Hace unas semanas, uno de mis hijos, quien es un apasionado de las matemáticas, me formuló ese interrogante y me hizo ver un video de 3 minutos en TED del genio matemático Arthur Benjamin, quien propone que los bachilleres sean formados en estadística en vez de cálculo. Es una idea sugestiva, por lo que los invito a ver el video y retomo, con algunos ajustes, su planteamiento.
El cálculo infinitesimal es uno de los más maravillosos productos de la inteligencia humana, pero es usado masivamente sólo en ciertas profesiones, como las ingenierías, la física y a veces la economía. La mayor parte de los egresados de bachillerato no vuelven entonces nunca a calcular una derivada o una integral y no recuerdan siquiera el profundo significado de estos conceptos.
Por el contrario, el mundo moderno, que está lleno de información pero también de incertidumbre, exige en muchos campos que las personas comprendan elementos básicos de estadística y probabilidad. Obviamente lo requieren para ser ciudadanos activos y competentes, pues sólo así pueden comprender la información económica y social básica, que en general está presentada estadísticamente y constituye el núcleo de muchos de los debates ciudadanos actuales.
Un simple ejemplo: algunos cuestionan la confiabilidad de las encuestas con el argumento de que ellos nunca han sido encuestados, por lo que suponen que las empresas encuestadoras inventan los datos. Pero ese argumento, que puede sonar razonable, desconoce dos hechos básicos: i) que para hacer buenas inferencias estadísticas sobre una población de 45 millones bastan muestras aleatorias relativamente pequeñas, de aproximadamente 1.000 personas, y ii) que por consiguiente la probabilidad que uno tiene de ser encuestado es casi nula, pues es de 1.000 en 45 millones, que es 0,002%. Lo raro es entonces que a uno lo encuesten, incluso si a cada rato se hacen encuestas.
La formación en estadística es igualmente necesaria en muchos otros ámbitos cotidianos. Los ciudadanos modernos no sólo deben entonces superar el analfabetismo literario, aprendiendo a escribir y comprender textos correctamente; deben también superar lo que algunos llaman el “analfabetismo estadístico”, adquiriendo el conocimiento y la competencia necesarias para interpretar adecuadamente la información estadística esencial.
Es claro que el cálculo enseña conceptos profundos y bellos, como la idea de variación instantánea. Es claro también que la estadística avanzada requiere conocimientos sólidos de cálculo. Pero la estadística es el pan cotidiano de todos los ciudadanos mientras que el cálculo infinitesimal es la comida especial de unos pocos. ¿No valdrá entonces la pena discutir esta propuesta de Benjamin?