Carlos Valencia, in memoriam
Rodrigo Uprimny Yepes agosto 19, 2019
Ese era Carlos Valencia: un juez independiente y garantista comprometido en la lucha contra la impunidad. ¿No será posible que el presidente Duque encuentre una persona así para fiscal general? | Cortesía El Espectador
Se necesitaba mucho valor e independencia para llamar a juicio a Pablo Escobar o a Rodríguez Gacha. Pero se necesitaba un valor e independencia semejantes para cuestionar los decretos de estado de sitio o defender la inocencia de unos líderes sociales que la prensa y los militares habían presentado como culpables de un crimen atroz.
Se necesitaba mucho valor e independencia para llamar a juicio a Pablo Escobar o a Rodríguez Gacha. Pero se necesitaba un valor e independencia semejantes para cuestionar los decretos de estado de sitio o defender la inocencia de unos líderes sociales que la prensa y los militares habían presentado como culpables de un crimen atroz.
Hace 30 años, el 16 de agosto de 1989, fue asesinado el magistrado del Tribunal Superior de Bogotá Carlos Ernesto Valencia, por el Cartel de Medellín, probablemente con complicidades estatales.
La muerte de este gran magistrado está tristemente en el olvido, como lo están también las de todos aquellos jueces y magistrados que en nuestro país han sido asesinados por defender el Estado de derecho. La sociedad colombiana tiene una enorme deuda con estos mártires de la justicia y sus familias. Sus vidas merecen ser recordadas pues son ejemplos poderosos de dignidad en la justicia.
Quiero reducir mínimamente esa deuda rescatando la memoria del magistrado Valencia, a quien tuve el honor de conocer pues empezando mi vida profesional participé en algunas sesiones del grupo de estudio que él había formado en 1988 para que jueces y académicos reflexionáramos sobre cómo aplicar judicialmente los tratados de derechos humanos. Esto hoy suena rutinario, gracias a la Constitución de 1991; pero defender en esos años que los derechos humanos no eran una ideología de izquierda sino derecho positivo aplicable era casi una herejía jurídica, lo cual muestra ya algunas de las virtudes de Carlos Valencia: era muy estudioso y no tenía miedo a defender sus convicciones jurídicas, incluso si eran impopulares y minoritarias.
Esta muestra de independencia era en Carlos Valencia un rasgo de carácter; por eso le resultó casi natural defender y ejercer la independencia judicial. Esto le permitió tener dos atributos que deberían caracterizar a todo buen juez penal pero que muchos equivocadamente consideran incompatibles: combinó un claro compromiso en la lucha contra la impunidad con una defensa muy robusta de las garantías para todo procesado.
Si las pruebas mostraban que alguien era culpable o que debía ser procesado, Valencia no temió nunca condenarlo o llevarlo a juicio, incluso si se trataba de personas poderosas y peligrosas pues la impunidad tenía que ser combatida. Por eso fue que lo mataron, pues llamó a juicio a Pablo Escobar y a Rodríguez Gacha por los asesinatos de Guillermo Cano y Jaime Pardo Leal. Carlos Valencia tuvo otro rasgo, que es menos conocido en la opinión pública pero es igualmente importante: fue un defensor irrestricto de los derechos humanos y de las garantías procesales.
Dos ejemplos: poco antes de morir, inaplicó el decreto de estado de sitio 1203 de 1987 que prohibía la libertad provisional para ciertos crímenes, pues consideró, con razón, que esa restricción violaba tratados de derechos humanos. Segundo ejemplo: algunos años antes, el magistrado Valencia salvó voto de la decisión que llamó a juicio a los líderes sociales que habían sido injustamente acusados del horrible asesinato de Gloria Lara pues concluyó que sus confesiones habían sido extraídas con tortura por los militares, lo cual viciaba todo el proceso. Pero, además, Valencia mostró, luego de un cuidadoso examen de las pruebas, que era irrazonable la versión de que esos líderes sociales habían asesinado a Gloria Lara pues la evidencia indicaba que otros habían sido los secuestradores.
Se necesitaba mucho valor e independencia para llamar a juicio a Pablo Escobar o a Rodríguez Gacha. Pero se necesitaba un valor e independencia semejantes para cuestionar los decretos de estado de sitio o defender la inocencia de unos líderes sociales que la prensa y los militares habían presentado como culpables de un crimen atroz. Ese era Carlos Valencia: un juez independiente y garantista comprometido en la lucha contra la impunidad. ¿No será posible que el presidente Duque encuentre una persona así para fiscal general?