Carta a un primo que no cree en nuestros impuestos
Vivian Newman Pont Julio 21, 2014
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Hay demasiados beneficios tributarios, no se gravan debidamente ni el agro ni ciertos capitales, se roban parte de lo pagado y hay un alto nivel de evasión.
Hay demasiados beneficios tributarios, no se gravan debidamente ni el agro ni ciertos capitales, se roban parte de lo pagado y hay un alto nivel de evasión.
Querido primo:
Desde la Ćŗltima vez que discutimos sobre impuestos, la DIAN se ha modernizado. Me ha empezado a enviar mensajes en el celular recordĆ”ndome que se acerca la hora de pagarlos. Me acordĆ© que en esa discusión me recriminaste que parecĆa contratada por Ortega, el director de la DIAN, para hacerle publicidad al pago de impuestos. Alegaste un alto Ćndice de corrupción y te resististe a reconocer que, en Colombia, hay que pagar mĆ”s y mejor nuestros impuestos.
Eres una persona rica y solidaria. No sueles pensar solamente en ti y los tuyos. Te preocupas por tener y practicar una posición correcta. TambiĆ©n conoces la situación de Colombia. Sabes que no hay que ser economista, ni sociólogo para notar que nuestro paĆs concentra su riqueza en una Ć©lite muy reducida de la que tĆŗ y yo hacemos parte. Basta comparar el salario mĆnimo legal con lo poco que se sabe del de un presidente de cualquier gran empresa o incluso con tu propio salario.
Las consecuencias de esta asimetrĆa las has podido ver porque vas a diario de Rosales a Soacha o porque has ido a visitar la habitación que alquila por horas algĆŗn vinculado a tu organización, para sobrevivir.
TambiĆ©n sabes que, mĆ”s recientemente, la desigualdad ha tocado las puertas de paĆses desarrollados y motiva estudios con conclusiones y recomendaciones. Y es probable que en un cóctel o en una conversación de amigos reciente, hayas oĆdo hablar de El Capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty volvió a ponernos a todos a pensar en la desigualdad y en los efectos excluyentes del capital.
HabrĆ”s oĆdo en los resĆŗmenes de corredor que en un anĆ”lisis sistemĆ”tico de la distribución de los ingresos y la riqueza desde el siglo XVIII, Piketty reitera que la desigualdad es un riesgo serio. Si las fuerzas del mercado actĆŗan solas, lo harĆ”n en beneficio de quien mĆ”s tiene, de suerte que el cĆrculo de estos banqueros y ejecutivos que tienen mĆ”s es cada vez mĆ”s chiquito y el de los que alquilan cuartos por horas es cada vez mĆ”s grande.
Estas brechas que se acrecientan en lo económico, generan menos oportunidades educativas, laborales y sociales que a su vez distancian mĆ”s a los ricos de los pobres, afectando gravemente la cohesión social y la estabilidad polĆtica. La herramienta que sugiere Piketty para corregir las desigualdades es, por supuesto, los poco populares impuestos de los que renegamos en Colombia.
Hace dos noches decĆa Cecilia López, en un programa de debate, que la tributación colombiana es del orden del 15%, lo que es casi doblado por paĆses como Chile o Brasil que van por buen camino en su pelea contra la desigualdad. TambiĆ©n ha comentado en otras oportunidades que si se mide la redistribución de la riqueza en Colombia antes y despuĆ©s de impuestos, da prĆ”cticamente lo mismo.
Lo que quiere decir que no cumplen nuestros impuestos a cabalidad su función redistributiva. Por muchas razones: hay demasiados beneficios tributarios, no se gravan debidamente ni el agro ni ciertos capitales, se roban parte de lo pagado y hay un alto nivel de evasión.
TĆŗ, mĆ”s que yo, sabes que hay que trabajar contra todas esas razones y en especial contra la corrupción que en todo caso parece haber disminuido en la DIAN. Pero tambiĆ©n sabes que los impuestos que pagamos no alcanzan. Y este aƱo, a pesar de no estar de acuerdo, estoy segura de que leerĆ”s a Piketty y seguirĆ”s velando porque tus abogados y contadores no hagan peripecias sofisticadas āde planeación tributariaā para no pagar impuestos.