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PND Petro

Se debe reconocer el esfuerzo que ha hecho el Gobierno por buscar la participación de la sociedad en diferentes regiones del país a través de los Diálogos Regionales Vinculantes y su capacidad de adaptación frente a las dificultades que se han presentado en diferentes territorios | Carlos Ortega, EFE

Se espera que el Gobierno sea transparente y que cree algún mecanismo de rendición de cuentas para identificar las iniciativas que se incluyeron y que se seguirán incorporando dentro de las bases del PND.

Se espera que el Gobierno sea transparente y que cree algún mecanismo de rendición de cuentas para identificar las iniciativas que se incluyeron y que se seguirán incorporando dentro de las bases del PND.

Los Diálogos Regionales Vinculantes son una herramienta de este gobierno para asegurar la participación ciudadana en la construcción de las bases del Plan Nacional de Desarrollo (PND). Las primeras sesiones estuvieron marcadas por la confusión conceptual, la falta de planeación y la ausencia de una ruta clara. En respuesta a ello, el alto consejero para las Regiones, Luis Fernando Velasco, reconoció que la metodología debía mejorar. No obstante, la nueva metodología no contempló la gestión de expectativas de la ciudadanía ni un procedimiento que permitiera identificar cómo el gobierno convertiría los intereses locales en proyectos estratégicos dentro del PND.

En Colombia ya se habían dado experiencias parecidas a los diálogos regionales vinculantes. Por un lado, los Consejos Comunales de Álvaro Uribe, que se constituyeron como espacios de acercamiento a las comunidades territoriales. Por el otro, la construcción de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet) del Gobierno de Juan Manuel Santos, en la que participaron diferentes actores de la sociedad civil para recoger propuestas direccionadas a los planes de acción para la transformación regional (Patr), frente a la implementación de la paz territorial. Y, finalmente, los Talleres Construyendo País de Iván Duque, en los que se escuchaba a voceros de las comunidades y a los mandatarios locales para luego fijar compromisos.

Las mencionadas fueron experiencias focalizadas que tomaron mucho más tiempo y que tenían el objetivo de crear rutas generales de política pública y no solo del PND. Sin embargo, el Gobierno de Gustavo Petro habría podido aprender de esas experiencias para hacer de los diálogos regionales vinculantes ejercicios mucho más efectivos desde el inicio. El Gobierno debió construir un mejor marco metodológico que permitiera orientar a la ciudadanía en su participación, teniendo en cuenta las limitaciones de los recursos, las expectativas colectivas frente a los resultados de los diálogos y del mismo Gobierno para recibir, sistematizar e incluir las iniciativas dentro de las bases del PND.

Pese a lo anterior, es de exaltar la adaptación de los diálogos a medida que fueron avanzando, pues el Gobierno logró definir mesas de trabajo en 50 subregiones del país con la participación de más de 200 mil personas, basadas en 5 ejes de discusión: (i) ordenamiento territorial, (ii) seguridad humana y justicia social, (iii) derecho humano a la alimentación, (iv) economía productiva para la vida y lucha contra el cambio climático y (v) convergencia regional. Dichos ejes estuvieron acompañados de temas transversales que incluían grupos poblacionales como los indígenas, los campesinos, las comunidades religiosas, entre otros. Adicionalmente, el Gobierno formuló una guía de preguntas que permitieron identificar las necesidades y las propuestas de los participantes. Por último, se abrió un canal informático complementario a las plenarias generales, para recoger las propuestas individuales de la ciudadanía que ya tuvieran un desarrollo o avance.

Desde un punto de vista personal, al asistir a los diálogos del Eje Cafetero y de Bogotá Región, se recibieron explicaciones sobre lo que significaba cada uno de los ejes temáticos a discutir. No obstante, fue compleja la interacción colectiva, en especial por los intereses particulares de los ciudadanos y por la falta de una demarcación temática, pues si bien se establecieron unos ejes, cada uno de ellos abarcó una gran generalidad de temas. Por ejemplo, el eje de seguridad humana y justicia social incluyó: educación, salud, empleo, cultura, deporte, recreación, justicia, seguridad ciudadana, servicios públicos, economía del cuidado, vivienda, entre otras. Es decir, las listas de necesidades y propuestas asignadas a cada uno de tales ejes fueron numerosas, y aún como testigos de primera mano, no se pudo determinar con claridad la forma en que el Gobierno las priorizó y vinculó dentro de las bases del PND.

Se debe reconocer el esfuerzo que ha hecho el Gobierno por buscar la participación de la sociedad en diferentes regiones del país a través de los Diálogos Regionales Vinculantes y su capacidad de adaptación frente a las dificultades que se han presentado en diferentes territorios por cuenta de la seguridad, del clima o de la misma logística. Sin embargo, de la misma manera se debe llamar la atención, especialmente a la metodología de los diálogos, en donde hay bastante campo de mejora tanto para el desarrollo de los que faltan como para legitimar y aprobar los resultados a través del análisis y la organización de las propuestas de la ciudadanía, sobre todo al considerar las experiencias de eventos similares de gobiernos anteriores.

Es comprensible la complejidad del proceso participativo, pero se espera que el Gobierno sea transparente, le explique a la ciudadanía de qué forma vinculó las propuestas recibidas y que cree algún mecanismo de rendición de cuentas para identificar las iniciativas que se incluyeron y que se seguirán incorporando dentro de las bases del PND, como lo ha mencionado la Presidencia.

De interés: Colombia / Gobierno / Gustavo Petro

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