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Deforestación Casino

Según el Centro de Análisis de Delitos Climáticos, Casino compró carne de tres mataderos que se surtieron de 592 abastecedores responsables por 50.000 hectáreas de Amazonía deforestada. | Mauricio Dueñas Castañeda, EFE

El planeta no puede aceptar la pérdida de la Amazonía, por eso el juicio por deforestación que le espera al Grupo Casino es tan pertinente. Si las empresas no aplican reformas efectivas en sus estructuras, tendrán que encarar los tribunales en sus países de origen.

El planeta no puede aceptar la pérdida de la Amazonía, por eso el juicio por deforestación que le espera al Grupo Casino es tan pertinente. Si las empresas no aplican reformas efectivas en sus estructuras, tendrán que encarar los tribunales en sus países de origen.

Al momento de escribir este texto tengo una noticia y dos imágenes en mi mente. La noticia, que la cadena de supermercados Casino —dueña de los grupos Éxito y Pão de Açúcar— fue demandada en Francia por la deforestación de la Amazonía colombiana y brasilera. En un esfuerzo por visualizar el dolor y la degradación que estas prácticas tienen en el ambiente, me topé con dos fotos del fotógrafo brasilero Sebastião Salgado: la primera, un tumulto de gente en la mina de Serra Pelada, intentando agarrar unos cuantos gramos de oro para hacerse rica; la otra, el desespero de un bombero encaminado a apagar los incendios de los campos de petróleo de Kuwait, después de la Guerra del Golfo. Aunque parezca que no tienen relación con lo que ocurre en la selva amazónica, me permite entender cómo la ambición y la desidia pueden crear tanta destrucción; la misma que está acabando con la selva.

Una cuestión persiste: ¿por qué un grupo de supermercados fue demandado en Francia por un asunto tan complejo y lleno de múltiples causas como la quema de los bosques de Suramérica? En ese país, las empresas deben rastrear sus cadenas de suministro para garantizar que no estén violando los derechos humanos. Y el Grupo Casino no se ha esforzado lo suficiente para justificar una gran parte del origen de la carne que venden en los supermercados Pão de Açúcar ni Éxito. 

Por ejemplo, Casino considera que no es pertinente incluir a Colombia en su Plan de Debida Diligencia —la Ley que les obliga a proteger los derechos humanos—, alegan que no hay información suficiente para relacionar el ganado con la deforestación, a pesar de que se sabe que la ganadería es la causa principal de deforestación en el país . Y aunque proveer esta información no es un asunto neto de la empresa privada, sino que también requiere de datos dispuestos por el Estado, el Grupo Éxito y su casa matriz todavía pueden utilizar más herramientas para exigir a sus agentes el origen de sus productos.

Pero en Brasil sí hay testimonio suficiente, y esta demanda comienza con quienes aprovisionan la carne.

 

Tres mataderos de JBS

JBS es la mayor empresa de producción de carne en el mundo. Es casi imposible evitar encontrar sus productos en cualquier país. Sus procesos logísticos permiten abastecer de proteínas y cueros a los mercados globales. Pero por años su nombre ha estado ligado a la deforestación de selvas y resguardos indígenas para la crianza de ganado. La historia de la demanda comienza con una investigación de Repórter Brasil: Bistec en el supermercado, bosque en el suelo. El problema es claro: el 65% de las tierras deforestadas en Brasil son reemplazadas por pastizales; algo muy parecido al caso colombiano.

Tras verse implicada en tan terribles violaciones a los derechos humanos, JBS se comprometió desde 2009 a luchar contra esas prácticas, además de certificar la protección de los territorios indígenas y a vigilar el uso de mano esclava, algo que todavía no ocurre. Es decir, han pasado más de 10 años y el compromiso de trazabilidad del origen del ganado sigue sin cumplirse. Solo en el estado de Pará, entre 2017 y 2019, JBS se abasteció de 327 fincas culpables de la deforestación ilegal; en otras ocasiones, cuando los abastecedores indirectos son embargados por sus prácticas, los animales terminan siendo engordados en fincas legales, escondiendo su origen para poder ser vendidos, lo que Amnistía Internacional denunció como “blanqueo de ganado”.

Así, el precio real de la carne es mucho más alto del que pagamos: tanto en vidas humanas, como en medio ambiente. Es aquí en donde comienza la responsabilidad del Grupo Casino. Según el Centro de Análisis de Delitos Climáticos, Casino compró carne de tres mataderos que se surtieron de 592 abastecedores responsables por 50.000 hectáreas de Amazonía deforestada, ¡unos 75.000 campos de fútbol! Por ello, indígenas colombianos y brasileros, junto a organizaciones francesas y estadounidenses, han demandado a la multinacional.

 

No es solo Casino ni JBS

Investigaciones recientes de Greenpeace y Global Witness llevan analizando con lupa este problema de las cadenas de suministro de carne mundial. Por ejemplo, JBS, Minerva y Marfrig están relacionados con la deforestación del pantanal brasileño, la red de humedales más grande del mundo. Ese ecosistema, ubicado en la frontera de Brasil con Bolivia y Paraguay, posiblemente es uno de los reguladores del clima más importantes del planeta.

La investigación de Greenpeace expone a múltiples empresas, además de Casino. Nestlé, Costco, KFC, Subway, Tesco, Walmart, Carrefour y McDonald’s también se proveen de ellos. Incluso, se sospecha que algunos cueros de BMW, Kia, General Motors, Ford, Toyota y Volkswagen vienen del pantanal, un fenómeno similar al que ocurre en la región fronteriza del Chaco, en Paraguay.

Vemos que la demanda a Casino es solo la punta del iceberg. Es urgente que los países que comparten la Amazonía decidan adoptar mecanismos efectivos para protegerla —como regular de manera más detallada la participación de estas empresas—, no solo dentro de sus fronteras, sino intensificar los compromisos internacionales y la cooperación. Por su parte, las empresas deben seguir con precisión el ganado que compran, además de exigir a sus abastecedores garantías para que sea sostenible, y aplicar sanciones efectivas para quienes las incumplen.

Pero esos acuerdos voluntarios siempre son insuficientes. El Norte Global debe aceptar su participación en los daños que sufren estos países. Por eso, el juicio que le espera a Casino es tan pertinente. Si las empresas no aplican reformas efectivas en sus estructuras, tendrán que encarar los tribunales en sus países de origen. El planeta no puede aceptar la pérdida de la Amazonía ni de ninguna otra selva, y esta es una lucha desigual.Tengo en mi mente otra imagen, otra foto de Salgado (quien dedica su tiempo a reforestar junto al Instituto Terra): un grupo de indígenas waurás pescando en el lago Piyulaga y perdiéndose tras una cortina de niebla. Su paciencia y atención en lo importante es un mensaje de esperanza: refleja el deseo de que el resto del planeta pueda comprender y apoyar la lucha que esos pueblos han erigido para proteger los territorios más sensibles y sagrados.

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