Constitución, consulta popular y estallido social
Rodrigo Uprimny Yepes agosto 8, 2021
Vivimos la mayor movilización social y ciudadana de las últimas décadas. Y aunque las demandas son múltiples, todas apuntan a una transformación social profunda. | EFE
El estallido social de los últimos meses ha generado una paradoja: vivimos una especie de “momento constituyente”, pero que, contrariamente a lo que sucedió en Chile, no debería llevar a una nueva Constitución sino a una revigorización popular de la Constitución existente.
El estallido social de los últimos meses ha generado una paradoja: vivimos una especie de “momento constituyente”, pero que, contrariamente a lo que sucedió en Chile, no debería llevar a una nueva Constitución sino a una revigorización popular de la Constitución existente.
El estallido social de los últimos meses ha generado una paradoja: vivimos una especie de “momento constituyente”, pero que, contrariamente a lo que sucedió en Chile, no debería llevar a una nueva Constitución sino a una revigorización popular de la Constitución existente. Explico la paradoja y su posible solución.
Los momentos constituyentes son coyunturas extraordinarias en que una sociedad necesita y busca una reformulación del pacto social expresado en la Constitución. Son entonces momentos en que la ciudadanía no se comporta en forma ordinaria, a través de los canales institucionales y electorales rutinarios, sino que irrumpe como un poder constituyente que reclama un nuevo pacto social. Ciertos rasgos suelen ser comunes a estos momentos constituyentes: una fuerte movilización ciudadana, que reclama cambios profundos, mientras las instituciones ordinarias parecen bloqueadas.
La actual coyuntura colombiana presenta muchos de esos rasgos. Vivimos la mayor movilización social y ciudadana de las últimas décadas. Y aunque las demandas son múltiples, todas apuntan a una transformación social profunda. Pocas veces la credibilidad de las instituciones había sido tan baja, en especial entre los jóvenes. Además, el Gobierno no ha respondido democráticamente a esas movilizaciones, lo cual incrementa el desencuentro entre la ciudadanía y las instituciones.
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Pareceríamos vivir entonces un momento constituyente. Sin embargo, la mayor parte de la ciudadanía considera que la Constitución de 1991, que nació de otro momento constituyente en los años 90, sigue siendo, a pesar de sus contrarreformas, un marco jurídico apropiado. Además, las actuales circunstancias, con una polarización intensa, no parecen favorables para lograr una Constitución como la de 1991 que, con todas sus limitaciones, es un pacto de ampliación democrática que la ciudadanía se ha apropiado.
¿Cómo superar esta paradoja de que vivamos un momento constituyente pero que no debería conducir a una nueva Constitución? Una posible salida es una decisión del pueblo que impulse las transformaciones sociales que Colombia requiere, pero de manera tal que ese pronunciamiento popular, en vez de poner en riesgo la Constitución de 1991, conduzca a su actualización y a la superación de sus limitaciones y problemas de implementación.
La propuesta de la minga de una consulta popular de iniciativa popular puede ser ese instrumento, pues es un mecanismo de participación ciudadana en que el pueblo se autoconvoca para pronunciarse sobre unos temas a partir de unas preguntas precisas. Este pronunciamiento popular es vinculante y las autoridades nacionales, como el Congreso y el presidente, deben cumplirlo, si la consulta gana y supera el umbral. La consulta no puede reformar la Constitución, pero en cierta forma la vigoriza y actualiza pues puede impulsar transformaciones profundas.
El camino para lograr que esta consulta popular sea exitosa y constituya una salida democrática al estallido social no es nada fácil. En particular, es necesario que esta iniciativa de la minga se abra a otros actores y se vuelva una propuesta que recoja las principales demandas ciudadanas expresadas en las movilizaciones, como por ejemplo asegurar una renta básica a quienes están en la pobreza, mejorar efectivamente el empleo y la educación para los jóvenes, o lograr un pacto fiscal para un sistema tributario justo. Pero esas mismas dificultades son virtudes, pues obligan a mantener la movilización ciudadana y a avanzar en la búsqueda de consensos amplios a favor de las necesarias transformaciones sociales que Colombia requiere para ser verdaderamente democrática, igualitaria, incluyente y diversa, como lo proclama nuestra Constitución.