Contra los maricas
Mauricio Albarracín marzo 16, 2017
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“Vienen los maricas y me hacen una campaña aquí frente a la iglesia… porque marica es… son maricas, me da mucha pena pero maricas son… Eso es lo que son unos maricas… El roscograma… Roscón en cacacho es marica”.
“Vienen los maricas y me hacen una campaña aquí frente a la iglesia… porque marica es… son maricas, me da mucha pena pero maricas son… Eso es lo que son unos maricas… El roscograma… Roscón en cacacho es marica”.
Con estas palabras el pastor Miguel Arrázola se refería al periodista
Lucio Torres a quien, además, el pastor lanzó diversas expresiones
amenazantes, como contó Noticias Uno en su más reciente emisión.
¿Qué significa que el pastor Arrázola use insultos homofóbicos en medio
de una amenaza de muerte contra un periodista? ¿No resuena acaso el
aquel “le voy a dar en la cara marica” de Álvaro Uribe contra “la mechuda”? ¿No fue acaso Alejandro Ordóñez quien dijo a Vicky Dávila que la homosexualidad era un “desorden de la naturaleza”?
“En principio hay la injuria. La que cualquier gay puede oír en un
momento u otro de su vida, y que es el signo de su vulnerabilidad
psicológica y social. “Sucio marica” no son simples palabras emitidas
casualmente. Son agresiones verbales que dejan huella en la conciencia”.
Así describe Didier Eribon el poder de la injuria en la construcción de
la subjetividad de los gays. Eribon agrega que la injuria es una
representación del poder que indica que las personas que la pronuncian
tienen la posibilidad de herirnos, de reducirnos, de disponer de
nosotros. Declarar nuestra anormalidad es el veredicto de nuestra
estima.
La homofobia y el sexismo son las dos banderas que enarbolan la más
furiosa movilización fundamentalista impulsada por católicos lefevristas
y algunos pastores evangélicos radicales. Una pieza central de su
retórica es el insulto y la demonización: hacer creer que somos los
enemigos de la familia y de la patria. Convertirnos en brujas a las que
se debe cazar y humillar,hacer creer a nuestras familias y vecinos que
somos el diablo que acabará con los niños. Bien recordaba Umberto Eco
que una de las señales del Ur-fascismo o del fascismo eterno
era exacerbar el miedo a la diferencia y la diversidad. Así se fortalece
el machismo y el heroísmo que garantiza la guerra perpetua. Patear
maricas los hace más machos y de paso advierten a otros de su
arbitrariedad.
Una semana antes de que el pastor Arrázola hiciera su prédica contra
los maricas, se había reunido con Alejandro Ordóñez, quien participó en
actividades políticas en la Iglesia Ríos de Vida en Cartagena. En estos
últimos días, Ordóñez también se ha reunido con otros apóstoles del odio
como la diputada santandereana Ángela Hernández y el pastor digital
Oswaldo Ortiz. Y como tejiendo una telaraña, unos días atrás Ordóñez se
reunió con Álvaro Uribe, quien ya ha dado claras instrucciones para que
el Centro Democrático incorpore la homofobia en el centro de su programa
político. Según Uribe, se debe respetar la “intimidad homosexual”, pero
“ sin igualar estas parejas al matrimonio heterosexual” porque la “la
intimidad no tiene porque desafiar a las leyes naturales”.
La homofobia y el sexismo hacen parte del corazón del proyecto
autoritario que quiere triunfar en las elecciones del 2018. Si la
extrema derecha vuelve a la presidencia y fortalece su bancada en el
Congreso, está garantizado que tendremos un gobierno lleno de insultos,
humillaciones y retrocesos contra nosotros, los maricas. Es hora de
prepararnos para resistir desde la vida cotidiana y en el debate
político.