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Un cruce de cuatro calles cierra la circulaciĆ³n de los carros barranquilleros. Una cumbiamba se instala en el centro. Una rueda de cumbia de gente de todos los colores baila alrededor. Las caderas se mueven. Las frentes sudan. Las faldas ondean en medio de los restos de la brisita decembrina.

Un cruce de cuatro calles cierra la circulaciĆ³n de los carros barranquilleros. Una cumbiamba se instala en el centro. Una rueda de cumbia de gente de todos los colores baila alrededor. Las caderas se mueven. Las frentes sudan. Las faldas ondean en medio de los restos de la brisita decembrina.

Es el 1Āŗ de enero en el Barrio Abajo: los que trabajaron el 31 de diciembre celebran ahora el aƱo que comienza, pero tambiĆ©n el carnaval que se aproxima, fundiendo todo en una sola fiesta que parece darle la bienvenida a una nueva y prometedora ciudad. Pero persiste tambiĆ©n una vieja y aletargada Barranquilla que obstaculiza los cambios.

El Barrio Abajo creciĆ³ en los aƱos treinta por una de las razones que hicieron florecer a Barranquilla: la posiciĆ³n de privilegio del rĆ­o Magdalena, al lado del mar Caribe. Los navegantes y trabajadores apreciaban tener un pie a tierra cerca del rĆ­o, asĆ­ que se inventaron su propio espacio de casas con patios de tierra, portales con mecedoras, juegos de dominĆ³ y tiendas, muchas tiendas. Por esas Ć©pocas llegaban a chorros Ć”rabes y judĆ­os, catalanes y castellanos, italianos, alemanes y chinos que aportaban y recibĆ­an de la ciudad que al cabo de unos decenios empezĆ³ a perder su brillo, quedĆ”ndose adormilada.

Han pasado muchos aƱos desde entonces y Barranquilla empieza a despertarse de su letargo. Hay un boom en la construcciĆ³n, expansiĆ³n en la infraestructura social y una promociĆ³n deliberada de la posiciĆ³n de privilegio de la ciudad frente al TLC que, ademĆ”s de al rĆ­o, le estĆ” hincando el diente a la canalizaciĆ³n de algunos de los legendarios arroyos. La Arenosa pasa el aƱo con saldo positivo y arranca 2015 con planes de crecimiento.

Pero el riesgo sigue siendo uno que estaba presente cuando floreciĆ³ Barranquilla en el siglo XX: el predominio de instituciones y grupos polĆ­ticos depredadores y excluyentes que concentran la riqueza, como sostienen Robinson y Acemoglu en Por quĆ© fracasan las naciones. Y el riesgo no es menor pues la historia de corrupciĆ³n de la ciudad se encuentra registrada en los libros y las almas de los barranquilleros. Y no es un riesgo del pasado. La Ćŗltima mediciĆ³n del PulsĆ³metro de Barranquilla indica que un 27,6% de los barranquilleros considera que son necesarias las palancas y el 45,4% estima que se requiere de trĆ”fico de influencias para hacer trĆ”mites y procedimientos.

Volvamos entonces a la rueda de cumbia donde el 1Āŗ de enero pasado habĆ­a una morena voluptuosa que organizaba a las niƱas pequeƱas y a su vez movĆ­a deliciosamente todo su cuerpo. Era Juanita, la de ā€œVolviĆ³ Juanita, vamos a celebrar con una fiestecitaā€. La que le dijo que no volvĆ­a a Esthercita Forero, pero volviĆ³ a celebrar el 1Āŗ de enero en el Barrio Abajo, cerca al rĆ­o, donde el ambiente de carnaval ya es casi absoluto. SĆ³lo queda un resquicio para desear que haya vuelto con una maleta ya no cargada de lejanĆ­a sino con la fĆ³rmula para aprovechar esta nueva ola y asĆ­ darle con tranquilidad la bienvenida a la Barranquilla de 2015.

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