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Diálogos regionales

Los diálogos son la estrategia del presidente Petro para recoger las principales necesidades de las regiones; priorizar soluciones dentro del Plan Nacional de Desarrollo, y con ello, aumentar la presencia del Estado en los territorios donde los grupos armados ilegales imponen su ley. | Ricardo Maldonado, EFE

Ojalá los díalogos regionales propuestos por el Gobierno se concreten y que estos diálogos sean rigurosos, deliberativos y realmente vinculantes. Ese sería un buen paso para materializar los deseos de cambio de la gente que los eligió.

Ojalá los díalogos regionales propuestos por el Gobierno se concreten y que estos diálogos sean rigurosos, deliberativos y realmente vinculantes. Ese sería un buen paso para materializar los deseos de cambio de la gente que los eligió.

Esta columna fue presentada en RCN Radio Cartagena. Puede escucharla acá:


Convocados por el gobierno nacional, el pasado 26 de septiembre en El Carmen de Bolívar, cerca de 1500 pobladores de la subregión de los Montes de María, participaron de los Diálogos Regionales Vinculantes. Sin embargo, estos diálogos aunque aún están en construcción, al igual que otras iniciativas de este gobierno, han estado marcados por la confusión conceptual, la falta de planeación y la ausencia de una ruta clara, pues desconocemos cómo harán para concretar tantos anuncios y pasar del simbolismo a la materialización de las ideas; y esto resulta clave corregirlo.

Los diálogos son la estrategia del presidente Petro para recoger las principales necesidades de las regiones; priorizar soluciones dentro del Plan Nacional de Desarrollo, y con ello, aumentar la presencia del Estado en los territorios donde los grupos armados ilegales imponen su ley.

La jornada la abrió el DNP mostrando un panorama general y disperso de los problemas que afronta la región, destacando la pobreza multidimensional, la falta de vías, la precariedad de la calidad del agua, entre otros. Luego, repartieron a los asistentes en 6 mesas, en las que cada quien eligió participar: hubo grupos para ordenamiento territorial hacia la paz total; seguridad humana y justicia social; derecho humano a la alimentación; crecimiento verde con justicia; convergencia social-regional; y estabilidad macroeconómica.

Llamó la atención que no se tuvo en cuenta el enfoque étnico, ni el perfil del campesinado, por lo que a última hora debieron abrirles lugar para el debate diferenciado. Sorprende esto en un gobierno que le ha dado representación a grupos étnicos y líderes en diferentes áreas del Estado. Durante el ejercicio de participación se percibió un ambiente de falta de claridad conceptual, desorganización me­todológica, y logística. En relación a lo conceptual, a pesar de que los conceptos de paz total, justicia ambiental y justicia social son los ejes del plan de desarrollo, no se aprovechó el espacio para aclarar y socializar sus contenidos.

Quienes asistimos salimos con más preguntas que respuestas sobre su significado e implicaciones estratégicas para la política pública regional. Sobre lo metodológico, desde del gobierno no se ofrecían categorías de análisis, ni datos concretos que le dieran a los participantes pautas claras de priorización sobre las temáticas de las mesas. Sin información depurada y actualizada ¿cómo pretenden que la gente plantee propuestas aterrizadas y realizables al territorio?

Por último, en lo logístico, me llamó la atención no ver a ningún funcionario con un computador sistematizando la información, ni consignando las múltiples propuestas de los participantes. Estas quedaban guardadas, a través de notas de voz, en los celulares de los funcionarios que acompañaron el encuentro.

La población de los Montes de María viene de un bajonazo en la participación política como consecuencia del recrudecimiento de la violencia y la baja implementación del Acuerdo de Paz, especialmente en el retroceso de los PEDET. Por ello, estos diálogos representan una gran oportunidad para fortalecer la confianza en el Estado, una herramienta no solo para legitimar, sino para efectivamente reflejar las voces ciudadanas en las políticas públicas que reduzcan la desigualdad y la violencia en el territorio.

Sin embargo, para que el diálogo sea genuino y aporte a la construcción de políticas públicas regionales y locales, el gobierno Petro debe reconocer los ejercicios previos y la información que por años se ha consolidado en los múltiples sistemas de información del Estado.

De lo contrario, entre el desorden y la poca rigurosidad, estos diálogos correrán el riesgo de convertirse en una estrategia populista, con una aparente escucha de las poblaciones, pero poco efecto en la materialización de sus demandas; en especial porque el gobierno tiene plazo para presentar el proyecto de plan de desarrollo hasta el 15 de noviembre, y según el nuevo candelario, el último diálogo regional será el 3 de diciembre en el Tolima. Siendo así ¿estos diálogos si serán realmente vinculantes?

Gran parte de la ciudadanía hace esfuerzos inmensos para participar en estas convocatorias, algunos vienen de veredas lejanas, otros tienen problemas de seguridad e incluso hay algunos que prestan dinero para llegar al lugar. De modo que ojalá los anuncios realizados por el gobierno, que apuntan a mejorar las metodologías, se concreten y que estos diálogos sean rigurosos, deliberativos y realmente vinculantes, inclusive si ya tienen un borrador del plan sería un buena señal transparentarlo. Ese sería un buen paso para materializar los deseos de cambio de la gente que los eligió.


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