Dos ideas frente a la crisis
Rodrigo Uprimny Yepes Mayo 15, 2021
Muchos manifestantes sienten que sería insultar la memoria de las víctimas cesar las protestas sin garantizar que no habrá impunidad frente a esos crímenes, pero no confían en la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría, por la cercanía de sus jefes al gobierno. | Bienvenido Velasco, EFE
La crisis que estamos viviendo admite lecturas y salidas diversas. Una visión optimista afirma que estas movilizaciones son nuestra primavera democrática pues la ciudadanía sale a las calles a reclamar la solución de problema.
La crisis que estamos viviendo admite lecturas y salidas diversas. Una visión optimista afirma que estas movilizaciones son nuestra primavera democrática pues la ciudadanía sale a las calles a reclamar la solución de problema.
La crisis que estamos viviendo admite lecturas y salidas diversas, incluso opuestas. Una visión optimista afirma que estas movilizaciones son nuestra primavera democrática pues la ciudadanía está saliendo a las calles a reclamar la solución de problemas no resueltos acumulados. Esta democracia callejera permitiría entonces una profundización de nuestra débil democracia. Pero hay igualmente una lectura pesimista: que esta crisis muestra una sociedad no sólo polarizada sino además desarticulada e ingobernable, por la falta de liderazgos claros y lúcidos, ni en el Gobierno ni en los promotores del paro. La persistencia indefinida del paro y los bloqueos, junto con la represión muchas veces desproporcionada, incrementaría la polarización, las violencias y terminaría en soluciones autoritarias que pondrían en riesgo nuestra débil democracia.
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Ambas lecturas captan elementos reales de esta compleja crisis, que puede desembocar en una profundización democrática o en un salto (¿o asalto?) autoritario. Que suceda una u otra cosa dependerá en gran medida de que tengamos la lucidez de encontrar salidas democráticas. En esta columna recojo y planteo entonces dos ideas que me parecen útiles para enfrentar dos complejidades de esta crisis.
La primera enfrenta el problema de las gravísimas violencias y violaciones a los derechos humanos ocurridas en estas protestas, que han ocasionado decenas de muertos. Muchos manifestantes sienten que sería insultar la memoria de las víctimas cesar las protestas sin garantizar que no habrá impunidad frente a esos crímenes, pero no confían en la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría, por la cercanía de sus jefes al Gobierno. Pero si el paro y los bloqueos persisten los riesgos de salto (¿o asalto?) autoritario se incrementan. Para salir de ese dilema, podría pensarse, como lo han propuesto algunas organizaciones de derechos humanos, la creación de una comisión investigativa temporal internacional, integrada por unas tres personas intachables nombradas por instancias internacionales, como la CIDH o la alta comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que rinda en pocos meses un reporte que reconstruya los hechos y presente recomendaciones para que los crímenes ocurridos no queden en la impunidad y no se repitan. Esa comisión no sustituiría la necesaria investigación de esos crímenes por las autoridades nacionales, pero daría confianza de que esos hechos serán esclarecidos y no quedarán en la impunidad.
La segunda idea aborda el hecho de que los actores que se han movilizado son diversos, con expresiones territoriales distintas, por lo cual muchos no se sienten totalmente representados por los actores nacionales. ¿Cómo lograr entonces dar expresión a esa diversidad de actores y voces, muchas de ellas locales, pero teniendo en cuenta que también tiene que haber un diálogo y una negociación más centralizados entre, por ejemplo, el Comité del Paro y el Gobierno? La propuesta desarrollada por varios académicos y líderes sociales es entonces que una protesta con focos diversos debería ser enfrentada con una negociación multinivel. Hay que aprovechar y fortalecer espacios de democracia local, como los cabildos abiertos o los consejos territoriales de paz, para que estos ciudadanos movilizados puedan discutir y tomar decisiones sobre sus reclamos territoriales. Y que esas dinámicas democráticas locales puedan ser articuladas en forma escalonada con las negociaciones a nivel nacional.
Estas ideas, que son complementarias a otras importantes propuestas que circulan, como las de Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle, no son fórmulas mágicas para enfrentar la crisis, pero muestran que son posibles salidas democráticas.