Egipto y el Polo Democrático
Mauricio García Villegas febrero 11, 2011
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HACE ALGUNOS MESES ESCRIBÍ UNA columna en la que ponía en tela de juicio la actitud de ciertos líderes del Polo Democrático que critican el proyecto de restitución de tierras del actual gobierno…
HACE ALGUNOS MESES ESCRIBÍ UNA columna en la que ponía en tela de juicio la actitud de ciertos líderes del Polo Democrático que critican el proyecto de restitución de tierras del actual gobierno…
HACE ALGUNOS MESES ESCRIBÍ UNA columna en la que ponía en tela de juicio la actitud de ciertos líderes del Polo Democrático que critican el proyecto de restitución de tierras del actual gobierno por ser una reforma que, según ellos, si bien es justa, es incompleta, no introduce ningún cambio estructural en el campo (como sería una reforma agraria) y por lo tanto, al mantener el statu quo (modelo Carimagua) pone de presente la falta de diferencia entre el actual gobierno y el anterior.
Para ilustrar mi crítica hacía yo alusión a un pasaje escrito por Alexis de Tocqueville donde el gran pensador francés dice lo siguiente: “No siempre sobreviene una revolución cuando se va de mal en peor. La mayoría de las veces ocurre que un pueblo que había soportado sin quejarse las leyes más dolorosas, las repudia con violencia cuando se aligera su carga”.
Esta idea, conocida como la paradoja de Tocqueville, significa, en otros términos, que las reformas parciales e incompletas, en lugar de ser obstáculos para las grandes transformaciones sociales, pueden ser estímulos. Decía yo que algunos líderes del Polo parecen ver las cosas al contrario de lo que dice Tocqueville. Para ellos las reformas justas, pero parciales, son paños de agua tibia que prolongan la supervivencia de los tiranos y retardan la toma de conciencia de las masas populares en relación con la necesidad del cambio social.
En fin, esa columna pasó con más pena que gloria por las huestes del Polo. No obstante quisiera insistir en mi argumento, no sólo porque estoy seguro de que en ese partido hay muchos que consideran importante este debate, sino porque me parece que la actual revolución en Egipto, el hecho político más relevante de esta semana en el mundo, parece confirmar la tesis de Tocqueville.
En la historia de Egipto abundan los tiranos y escasean las protestas populares. En los últimos treinta años, sin embargo, el régimen de Mubarak emprendió reformas sociales que aliviaron la situación de los más pobres. Si comparamos la actual situación social de Egipto con la nuestra, salimos perdiendo. Basta con mostrar estas dos cifras: 1) el Índice de Desarrollo Humano (IDH) creció en Egipto 1,5% anual entre 1980 y 2010 (pasando de 0.393 a 0.620), mientras que en Colombia sólo mejoró en 0,8% anual (pasando del 0.537 a 0.689), y 2) el coeficiente Gini (que mide la iniquidad social) se redujo en Egipto al 0,34, mientras que en Colombia alcanzó el 0,58. Mi punto entonces es el siguiente: es probable que la mejoría de la situación social en Egipto (como en la Francia de 1789, según explica Tocqueville) haya despertado en la población pobre la ilusión de que cambios más profundos son posibles y que, de esta manera, esos cambios expliquen lo que sucede actualmente.
Así pues, si muchas de las grandes transformaciones sociales no ocurren cuando se va de mal en peor sino cuando se va de peor a mejor, entonces la izquierda colombiana debería ver con mejores ojos el tema de las reformas justas, aunque parciales, del gobierno actual, sin que ello implique, por supuesto, renunciar a su ideario político. Digo esto porque tengo la impresión de que en Colombia, un país derechizado por el efecto guerrillero, la izquierda sólo podrá llegar al poder cuando el centro político haga las reformas sociales que permitan tener una sociedad menos indecente en términos sociales y más civilizada en términos políticos que la actual.