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Tengo claro que el auge o declive democrático deriva esencialmente de factores económicos, sociales y culturales profundos, pero los diseños constitucionales distan de ser irrelevantes. | Canva

Mi tesis es que el peor diseño constitucional es el presidencialismo, combinado con centralismo, débiles garantías de independencia judicial, ausencia de otros órganos autónomos y con un sistema electoral mayoritario.

Mi tesis es que el peor diseño constitucional es el presidencialismo, combinado con centralismo, débiles garantías de independencia judicial, ausencia de otros órganos autónomos y con un sistema electoral mayoritario.

Las razones del retroceso democrático que está viviendo el mundo son múltiples, por lo cual no es fácil explicarlo; aún más difícil es encontrar formas adecuadas para enfrentarlo. Pero es urgente hacer ambas cosas si queremos defender y profundizar la democracia, como lo argumenté en mi última columna. Exploro entonces un tema que ha sido poco abordado en los debates acerca de este declive democrático pero que me parece relevante, tal vez por mi sesgo profesional: el peso que pueden tener los diseños constitucionales en esa dinámica.

Mi conjetura es que ciertos arreglos constitucionales favorecen el deterioro democrático mientras que otros tienden a prevenirlo. Y creo que cinco factores son claves: i) la forma de gobierno, esto es, si es un régimen presidencial o uno parlamentario; ii) el régimen territorial, esto es, si es un país centralista o más autonómico, incluso federal; iii) el sistema electoral, esto es, si es un régimen proporcional como en Colombia, que favorece el multipartidismo, o uno mayoritario, que genera bipartidismo, como en Estados Unidos o el Reino Unido; iv) la fortaleza e independencia de los jueces; y v) la existencia o no de otras instituciones autónomas, como un tribunal constitucional o un banco central.

Mi tesis es que el peor diseño constitucional es el presidencialismo, combinado con centralismo, débiles garantías de independencia judicial, ausencia de otros órganos autónomos y con un sistema electoral mayoritario. Ese país, por su sistema electoral, probablemente será bipartidista y quien gane la presidencia, aunque sea por un voto, se queda con todo el poder ejecutivo, sin necesidad de hacer compromisos con los perdedores; tampoco tendrá contrapesos en poderes regionales debido al centralismo. Y si su partido gana también en el congreso, lo cual no sería raro por ser bipartidista, tampoco tendría controles en el legislativo. Y como el poder judicial es débil y no hay otras instituciones autónomas, entonces ese presidente será una especie de monarca electivo, como se decía que era el presidente en la Constitución de 1886 en Colombia. Es, pues, un mal diseño constitucional para la democracia por la polarización que provoca y los evidentes riesgos de autoritarismo presidencial.

En el otro extremo, creo que el mejor diseño constitucional es un régimen parlamentario combinado con federalismo, un sistema electoral proporcional, con fuertes garantías a los jueces y la existencia de otros órganos autónomos, como un tribunal constitucional o un banco central. Ese país será probablemente multipartidista, por su sistema electoral. Al ser parlamentario, el gobierno debe contar con el apoyo de las mayorías parlamentarias: el partido que gane probablemente no tendrá mayoría absoluta, por el multipartidismo, por lo cual deberá tomar en cuenta otras voces para formar gobierno. Esto tiende a reducir la polarización. Ese primer ministro no será entonces ningún monarca electivo pues tendrá, además, contrapesos en los gobiernos regionales y controles judiciales y de los otros órganos autónomos. Los riesgos de polarización y autoritarismo gubernamental son entonces menores en este diseño constitucional.

Un buen diseño constitucional no asegura totalmente la democracia contra los asaltos autoritarios, como lo mostró la toma del poder por Hitler en los treintas, a pesar de que la Constitución de Weimar tenía varios rasgos del que considero el esquema óptimo. Igualmente, la democracia ha funcionado relativamente bien en Estados Unidos, a pesar de que su esquema constitucional tiene elementos problemáticos: presidencialismo y sistema electoral mayoritario. Tengo claro que el auge o declive democrático deriva esencialmente de factores económicos, sociales y culturales profundos, pero los diseños constitucionales distan de ser irrelevantes.

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