El espíritu nivelador
Rodrigo Uprimny Yepes abril 15, 2018

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¿no debería ser la lucha por una mayor igualdad uno de los temas esenciales de nuestro debate electoral teniendo en cuenta que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo?
¿no debería ser la lucha por una mayor igualdad uno de los temas esenciales de nuestro debate electoral teniendo en cuenta que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo?
Tuve la fortuna de escuchar esta semana una conferencia de Richard Wilkinson, quien es autor, junto con Kate Pickett, de un notable libro que me ha influido mucho y que recomendé en una columna hace cuatro años. Su obra fue un best-seller en Inglaterra, pero es poco conocida en América Latina o Colombia y se llama The Spirit Level o Espíritu nivelador, imagino que en recuerdo de los “niveladores” o Levellers del siglo XVII, que fueron el ala radical e igualitaria de la Guerra Civil inglesa, que reclamaba, ya en 1647, mucho antes de Rousseau, la soberanía popular y la igualdad.
El planteamiento de Wilkinson y Pikett merece ser retomado, pues es relevante para los países latinoamericanos, caracterizados casi todos por una altísima desigualdad económica.
Estos autores muestran, con una información empírica muy sólida, que los países desarrollados que tienen mayor igualdad tienen mejores resultados en casi todos los campos que los países desarrollados más desiguales.
En estos países igualitarios, como Japón, Suecia o Noruega, las personas gozan de mayor esperanza de vida y mejor salud física y mental y, en general, se sienten más satisfechos con su vida, o sea, son más felices, que quienes viven en países más desiguales, como Estados Unidos, Singapur o Inglaterra. Además, las sociedades más igualitarias son más seguras, con tasas de homicidio más bajas y mucha mayor confianza interpersonal. Asimismo, en esas sociedades hay menos personas presas y mucha mayor movilidad social, esto es, el futuro de una persona no está determinado por la riqueza de sus padres, sino que depende mucho más de sus propios esfuerzos. Pero eso no es todo: estos mejores resultados favorecen sobre todo a los más pobres de las sociedades igualitarias, pero, incluso, los más ricos se benefician. Los ricos en Suecia viven entonces mejor que los millonarios ingleses.
Estas conclusiones de Wilkinson y Pikett se basan en una información estadística rigurosa, que se encuentra disponible en la página web de la fundación que estos autores crearon (equalitytrust.org.uk), por lo cual los lectores podrán analizarla directamente. Sólo doy algunos ejemplos: Estados Unidos, el país desarrollado más desigual, tiene tasas de homicidio, de encarcelamiento, de adicciones, de obesidad o de enfermedad mental mucho mayores que países más igualitarios como Japón, Bélgica o Alemania. Y en Estados Unidos la movilidad social es mucho más baja que en Alemania o los países nórdicos, que son mas igualitarios, lo cual muestra que el llamado “sueño americano”, de que cualquiera puede llegar a ser exitoso con su propio esfuerzo, tiene ahora mayores probabilidades de lograrse en Europa.
Estos análisis se refieren esencialmente a países desarrollados, por lo cual algunos podrían pensar que es una discusión de ricos que no es relevante en América Latina. Pero eso no es así, pues la tesis de estos autores es la siguiente: superado un cierto nivel del PIB per cápita, que casi todos los países de nuestra región ya superaron, los mejores o peores resultados sociales dependen esencialmente del nivel de desigualdad.
En ese contexto, ¿no debería ser la lucha por una mayor igualdad uno de los temas esenciales de nuestro debate electoral teniendo en cuenta que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo?