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Plagio Guillermo Reyes

El ministro de Transporte, Guillermo Reyes, sigue tranquilo en su cargo, a pesar de las evidencias abrumadoras de que es un plagiario en serie. | Wikimedia Commons*

Más de 300 académicos, periodistas y artistas, enviaron una carta al presidente Petro en la que le piden reconsiderar el nombramiento de Guillermo Reyes por ser una afrenta a la honestidad intelectual.

Más de 300 académicos, periodistas y artistas, enviaron una carta al presidente Petro en la que le piden reconsiderar el nombramiento de Guillermo Reyes por ser una afrenta a la honestidad intelectual.

Así se llama un libro publicado a inicios del siglo XX por Domenico Giuriati, un importante erudito jurista italiano. Frente a quienes aún veían en ese momento el plagio como un asunto menor o ni siquiera lo consideraban una falta ética, Giuriati lo caracterizaba como un “fraude liso y llano”. Citando al escritor francés Paul Bourget, Giurati consideraba que el plagio “es siempre culpable, un delito contra el honor profesional, como la deserción del soldado frente al enemigo o la falsedad en una letra de cambio para el comerciante”.

A nivel más jurídico, Giuriati asimilaba el plagio a un hurto, pues un autor se apropia de la obra y del trabajo de otra persona. El subtítulo de su libro era significativo: Hurtos literarios, artísticos y musicales.

Esas tesis de Giuriati sobre el plagio podían ser debatibles a inicios del siglo XX, pero hoy están consolidadas. Quien plagia presenta como propio un texto o una obra artística que en realidad es de otra persona. El plagiador roba entonces el trabajo intelectual ajeno, por lo cual viola el derecho humano de los autores a que su autoría sea protegida, como lo establece el artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Además, todo plagio es un engaño que afecta la fe pública y la dinámica y credibilidad de la labor académica y artística, pues se crea confusión sobre quiénes son los autores de las distintas obras. Por eso, aunque no todo plagio sea delito, todo plagio es condenable. O, citando a Bourget nuevamente, todo plagio es culpable.

Claro que hay plagios de plagios. Si un un estudiante de secundaria o de primer semestre de carrera incurre en plagio, su comportamiento debe ser reprendido pero con un sentido pedagógico y de formación: para que el estudiante comprenda la gravedad de su falta y no vuelva a incurrir en ella. La cosa es muy distinta cuando el plagio es cometido en tesis doctorales o en trabajos profesionales. Por eso, en democracias serias, como Alemania, ministros exitosos se han visto obligados a renunciar frente a constataciones de plagio, como le sucedió en 2011 al entonces muy popular ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, quien debió renunciar no sólo a su cargo sino a su doctorado, cuando le mostraron que en su tesis había plagiado.

Sin embargo, en Colombia el plagio es un comportamiento impune, aún más impune que en la época de Domenico Giuriati. Jennifer Arias siguió tranquila de presidenta de la Cámara, a pesar de que la Universidad Externado determinó que había incurrido en plagio en su tesis. Y ahora el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, sigue tranquilo en su cargo, a pesar de las evidencias abrumadoras de que es un plagiario en serie, como lo han mostrado varios artículos de La Silla Vacía. Además se trata de plagios burdos pues Reyes ha presentado como propios párrafos y párrafos que son copia literal de obras de otros autores o de sentencias de cortes. Y los cometió reiteradamente después de haber sido magistrado auxiliar de la Corte Constitucional y rector de una universidad, por lo cual no se trata de un desliz juvenil.


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Frente a la gravedad de la situación, más de 300 académicos, periodistas y artistas, entre los cuales hay decanos y exdecanos de Derecho, exdirectoras de la Biblioteca Luis Angel Arango y escritoras de la talla de Piedad Bonnett, entre muchos otros, enviaron una carta al presidente Petro pidiéndole que reconsidere ese nombramiento por ser una afrenta a la honestidad intelectual. La respuesta a esta petición será una muestra clave de qué tan serio es el compromiso de este Gobierno con la pulcritud y con el respeto a la honestidad en el trabajo académico.

* Foto: User:ElInformanteCol, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons.

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