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Juan Manuel Santos no es el primer presidente de Colombia que se propone modernizar el paĆ­s con un programa de entrega de tierra a los campesinos.

Juan Manuel Santos no es el primer presidente de Colombia que se propone modernizar el paĆ­s con un programa de entrega de tierra a los campesinos.

Otros, como Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo, también pensaron que Colombia no podía avanzar hacia el desarrollo, ni ser un país decente, mientras subsistiera esa oprobiosa estructura feudal de la propiedad que heredamos de la colonia.

Tanto López como Lleras eran conscientes de que la devolución de la tierra a los campesinos no era cosa fÔcil. Sabían que en esa tarea debían enfrentarse a dos enemigos poderosos. En primer lugar, a los voceros de la extrema derecha, con sus tentÔculos extendidos desde las planicies de la Costa AtlÔntica hasta los salones de la oligarquía bogotana, pasando por los oratorios de la Iglesia Católica y las sedes de los partidos tradicionales. En segundo lugar, a los políticos clientelistas, adueñados del poder regional en los departamentos en donde había que adelantar la devolución de tierras. Nadie encarnó mejor a estos dos enemigos de la modernidad como Laureano Gómez y Julio Cesar Turbay Ayala.

Por eso López y Lleras eran conscientes de que debĆ­an encontrar apoyos mĆ”s allĆ” de los partidos tradicionales, en el pueblo campesino. Ā«Muy difĆ­cilmente puede hacerse una revolución sin la decisión fuerte del pueblo para lograrlaĀ», decĆ­a el presidente López en una manifestación del 1Āŗ de mayo, mientras la clase trabajadora desfilaba frente al Palacio presidencial y le gritaba ā€œcompaƱeroā€ al jefe de Estado. Treinta aƱos mĆ”s tarde, Carlos Lleras intentó algo similar. ā€œNo habrĆ” reforma agraria si el campesinado y sus organizaciones de usuarios no la imponenā€, dijo en una manifestación en Sincelejo, en 1968, para celebrar la creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos.

Todos conocemos el triste desenlace que tuvieron los intentos modernizadores de López Pumarejo y de Lleras Restrepo. Ninguno de los dos presidentes consiguió impedir que la extrema derecha y el clientelismo polĆ­tico embolataran sus reformas. El gran salto ā€œde la mula al aviónā€ (la metĆ”fora utilizada por López para ilustrar su proyecto) nunca tuvo lugar.

Hoy, casi ochenta años después de que López Pumarejo propusiera entregarles tierra a los campesinos, seguimos en la misma historia, o tal vez en una peor: sin haber devuelto nada y con una concentración de la tierra aún mayor que la que teníamos hace cuarenta u ochenta años (en 1970 el Gini de tierras era del 0,74, hoy es de 0,86).

Santos sabe que su Ley de Restitución de Tierras (mucho mÔs modesta que una reforma agraria) cuenta con innumerables enemigos: en la misma coalición de gobierno, en los gremios vinculados con el agro, en la izquierda (sí, en la izquierda) y por supuesto en la alianza tenebrosa que tiene ahora este país entre grupos de terratenientes, sectores políticos y mafiosos. Por eso ha decidido, como lo hicieron sus antecesores, solicitar el apoyo campesino para defender su proyecto. Ya lo hizo en Barranquilla el mes pasado y hoy mismo, en Necoclí (UrabÔ), preside una gran concentración de campesinos.

ĀæCorrerĆ” la Ley de Restitución la misma suerte que los proyectos de reforma agraria de López y Lleras? DifĆ­cil decirlo. Es verdad que la derecha ha moderado su discurso; que el presidente Uribe no invita, como lo hacĆ­a Laureano Gómez, a la ā€œacción intrĆ©pidaā€, ni al ā€œatentado personalā€, ni tampoco a ā€œhacer inviable la repĆŗblicaā€ y que los polĆ­ticos locales parecen haberse convertido al santismo.

Sin embargo, me temo que las intenciones de la extrema derecha y del clientelismo regional, si bien mÔs solapadas, siguen siendo las mismas. Sólo nos queda confiar en que la hipocresía tenga alguna fuerza redentora.

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