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Tratado de plásticos

en todo el mundo, el 46 % de los residuos plásticos se deposita en vertederos, el 22% no se recicla de manera adecuada y se convierte en basura; el 17 % se incinera; y el 15% se recoge para reciclar, aunque menos del 9 % se recicla realmente tras las pérdidas. | EFE

alrededor de 175 países se reunieron en París para dar discusión a la segunda ronda de negociaciones del tratado de plásticos, un instrumento internacional que busca establecer obligaciones jurídicamente vinculantes sobre la contaminación por plásticos.

alrededor de 175 países se reunieron en París para dar discusión a la segunda ronda de negociaciones del tratado de plásticos, un instrumento internacional que busca establecer obligaciones jurídicamente vinculantes sobre la contaminación por plásticos.

Cada día, muchos de nosotros hacemos uso de algún tipo de producto derivado del plástico y desde hace algunos años no concebimos nuestra vida sin este material que ha puesto en riesgo a nuestro planeta.

Por ello, alrededor de 175 países se reunieron en París para dar discusión a la segunda ronda de negociaciones del tratado de plásticos, un instrumento internacional que busca establecer obligaciones jurídicamente vinculantes sobre la contaminación por plásticos —también en el medio marino—, el cual se espera que esté listo para final de 2024. Esta iniciativa ha sido liderada por Ruanda, Noruega, Canadá y varios países de América Latina, como México, Perú o Chile, que buscan terminar con la contaminación por plástico en 2040.

El plástico es un material sintético derivado del petróleo, que tiene como característica principal contar con elasticidad y flexibilidad durante temperaturas variadas, permitiendo que se use con distintos fines, como el almacenamiento de productos.

A pesar de que el plástico es de los materiales más útiles, sus efectos para el cambio climático y el medio ambiente son devastadores, pues solo una botella de plástico tarda aproximadamente 450 años en descomponerse. Eso, sin mencionar sus impactos colaterales a poblaciones vulnerables, quienes viven cerca de los sitios de producción y eliminación de desechos plásticos y experimentan una carga desigual de los impactos en la salud de las sustancias tóxicas asociadas a estos.

Tan solo para mencionar algunos datos, el plástico representa el 85% de toda la basura marina y se estima que la cantidad de plástico en el océano casi se triplicará para 2040, sumando entre 23 y 37 millones de toneladas más de residuos por año.

Esto no solo afecta a los ecosistemas marinos, específicamente a animales que se quedan atrapados entre la basura, sino que existe el riesgo de conllevar a la descomposición de partículas más pequeñas llamadas microplásticos que pueden ser ingeridas por los animales incluidos los humanos.

Ahora bien, el plástico no es solo un problema oceánico y de residuos, también es un problema climático, sanitario y de justicia social. El 99% del plástico se fabrica a partir de combustibles fósiles, como el gas y el petróleo de fracturación hidráulica, y contribuye al cambio climático durante todo su ciclo de vida, es decir, el plástico es tóxico —social y ambientalmente— desde el momento en que comienza su producción.

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estimó que a lo largo de su ciclo de vida, los plásticos dejan una importante huella de carbono y emiten el 3,4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El 90% de estas emisiones proceden de su producción y conversión a partir de combustibles fósiles.

Para 2060, las emisiones del ciclo de vida de los plásticos se duplicarán, al alcanzar 4.300 millones de toneladas de emisiones de GEI. A la hora de terminar su ciclo, la mayoría de los plásticos terminan en la basura y convertidos en desperdicio. Incluso si son descartados correctamente, de todos modos van camino al océano.

Por lo demás, el más reciente informe técnico de la ONU sobre plásticos en 2023 concluyó que cada año se liberan al medio ambiente unos 22 millones de toneladas de plásticos y sustancias químicas procedentes de este material.

La mayoría de las sustancias químicas que se utilizan y se encuentran en los plásticos, pueden migrar o filtrarse con el tiempo, y sus emisiones químicas durante su proceso de producción, uso y eliminación de residuos pueden contaminar el aire, el agua, los suelos y las cadenas alimenticias, con los consiguientes riesgos para la salud humana.

La exposición ocupacional, además, es un grave problema para los trabajadores de la producción, los residuos y el reciclaje de plásticos, especialmente para los recicladores informales (incluidos los niños), sobre todo en los países en desarrollo, que se enfrentan a una exposición química significativa.

Lo cierto es que, en todo el mundo, el 46 % de los residuos plásticos se deposita en vertederos, el 22% no se recicla de manera adecuada y se convierte en basura; el 17 % se incinera; y el 15% se recoge para reciclar, aunque menos del 9 % se recicla realmente tras las pérdidas.

Se prevé que las tasas mundiales de reciclaje sigan siendo bajas en las próximas décadas, pasando de menos del 9 % en 2019 (29 millones de toneladas métricas) al 17 % en 2060 (176 millones de toneladas métricas). En otras palabras, la evidencia nos indica que el reciclaje no es una solución que tenga efectos sostenibles, ni en el largo plazo, para mitigar los efectos del cambio climático.

Para el desarrollo de las negociaciones del tratado, la Asamblea de Naciones Unidas estableció que es clave que el instrumento cuente con enfoque global, que aborde todo el ciclo de vida del plástico, que tenga en cuenta todas las actividades y resultados asociados a la producción y el consumo de materiales, productos y servicios relacionados con el plástico, puesto que la contaminación por este material puede producirse en cualquier fase, aunque es en sus fases finales donde se produce el mayor impacto.

Otro de los aspectos clave es la responsabilidad de las empresas en la contaminación por plásticos, para lo cual se propuso solo un artículo que pretende establecer una obligación a las empresas para recoger los residuos plásticos de los recicladores y promover su formalización laboral. El resto del documento contempla la inclusión de compromisos que apuntan a acuerdos voluntarios, y el desarrollo de campañas de responsabilidad social para enfrentar esta problemática, estrategia que ya se ha demostrado fallida.

De allí que las empresas juegan un rol clave en este proceso, en particular las compañías de productos y bebidas ultraprocesadas. Un reporte de Break Free From Plastics de 2021, reveló que Coca-Cola, PepsiCo, Unilever, Nestlé, Procter & Gamble, Mondelez International, Philip Morris International, Danone, Mars, Inc. y Colgate-Palmolive. se encontraban entre las 10 principales compañías contaminantes de plásticos a nivel mundial. Esto a pesar de los compromisos voluntarios y ampliamente divulgados que las empresas han venido firmando en los últimos años, como es el caso de Coca-Company, quien desde 2018 se comprometió a recoger una botella por otra vendida.

Muchas de estas compañías compran envases a fabricantes que se abastecen de resina plástica, un componente que proviene de empresas de combustibles fósiles como ExxonMobil, Shell, Chevron Phillips, Ineos y Dow. Es decir que estas empresas no solo están detrás de la crisis de la contaminación por plásticos, sino que también contribuyen a la crisis climática por el uso de plásticos en sus envases.

En particular, porque los productos petroquímicos, la categoría de combustibles fósiles de los que se obtiene el plástico, representan ya el 14% del consumo de petróleo y se prevé que impulsen la mitad del crecimiento de la demanda de petróleo de aquí a 2050. Con la rápida expansión del mercado de vehículos eléctricos y el de energías renovables, la industria fósil depende cada vez más de los plásticos.

Esta industria, valorada en más de 552.600 millones de dólares, deja grandes consecuencias climáticas, ambientales y sociales, por lo que es necesario que los Estados emprendan acciones encaminadas a disminuir la producción y uso de plástico.

En línea con algunas recomendaciones que ha planteado la OCDE, se deben promover los incentivos económicos para apoyar los mercados de plásticos reciclados —dado que los plásticos secundarios procedentes del reciclado solo representan el 6% de la materia prima para nuevos plásticos producidos a nivel mundial— e impulsar la innovación para la producción de plásticos más sostenibles.

De no ser así, ante la ausencia de las intervenciones necesarias que vayan más allá de la gestión de desechos, la cantidad de residuos que entran en los ecosistemas acuáticos podría casi triplicarse, pasando de unos 9-14 millones de toneladas en 2016 a tener entre 23-37 millones de toneladas en 2040, y con ello el aumento en sus impactos adversos.


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