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Aunque se tiene la voluntad de cooperación regional, preocupa que lo avanzado se ponga en riesgo con los cambios de gobierno y eventual llegada de gobiernos de derecha. | EFE

Aunque se tiene la voluntad de cooperación regional, preocupa que lo avanzado se ponga en riesgo con los cambios de gobierno y eventual llegada de gobiernos de derecha.

Aunque se tiene la voluntad de cooperación regional, preocupa que lo avanzado se ponga en riesgo con los cambios de gobierno y eventual llegada de gobiernos de derecha.

La Cumbre por la Tributación Global Incluyente, Sostenible y Equitativa realizada el 27 y 28 de julio aquí en Cartagena, se desarrolló en un ambiente de entusiasmo por consolidar la integración y buenas prácticas de las políticas tributarias en Latinoamérica y el Caribe, tal como lo explica mi colega Mariana Matamoros en la primera de esta serie de tres columnas sobre la Cumbre. Por ello, vale la pena profundizar en algunas de las conclusiones de este importante espacio:

Lo primero es la alta relevancia de la Cumbre, que tuvo una participación nutrida de delegaciones latinoamericanas, encabezadas por Chile, Brasil y Colombia. Además de contar con intervenciones como la de Joseph Stiglitz y asistencias de la OCDE, el BID, el Grupo de los 24 (G24), Naciones Unidas, sociedad civil y sector privado. Sin embargo, fue notable la ausencia de la delegación argentina y se esperaba mayor presencia de los países del Caribe, pues sólo participaron Haití y República Dominicana. Dejando el reto de impulsar una integración mayor entre el Caribe y Latinoamérica, necesaria para consolidar un frente amplio y robusto.

Segundo, hubo consenso sobre la necesidad de impulsar la progresividad del sistema fiscal en la región, la cual va ligada en llevar una voz unificada y sostenida como bloque a los diversos espacios internacionales. Pero, aunque se tiene la voluntad de cooperación regional, preocupa que lo avanzado se ponga en riesgo con los cambios de gobierno y eventual llegada de gobiernos de derecha.

Tercero, si bien se aprobó la creación de una Plataforma Regional de Cooperación Tributaria para América Latina y el Caribe, con presidencia rotativa de 1 año iniciando por Colombia y con secretaría técnica asumida por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – Cepal; la sociedad civil que ha tenido un rol activo antes y durante la Cumbre, aunque fue mencionada decididamente para conformar el Consejo Consultivo de la Plataforma, no fue plenamente establecida en la declaración de la Cumbre. Lo cierto es que quién ejerza el liderazgo de la Plataforma, así como la Secretaría Técnica serán los llamados a habilitar propuestas, y aquí el rol de la sociedad civil será clave para insertar debates robustos y proponer acciones transformadoras orientadas a los derechos humanos -DDHH y a las políticas fiscales con enfoque poblacional.

Cuarto, aunque el debate sobre el cambio climático, el enfoque de género y los DDHH fue puesto sobre la mesa por parte de la sociedad civil durante los días de la Cumbre, lamentablemente no quedó explícito en la declaración.

En este sentido, el vaso medio lleno está en la creación de una Plataforma Regional de Cooperación Tributaria que tiene la voluntad política de impulsar la progresividad fiscal en la región, la confluencia de las delegaciones gubernamentales y el diálogo abierto con la sociedad civil. Mientras que el vaso medio vacío está en que, si bien se debatió sobre el centro de los DDHH en la política fiscal, esto no quedó en la declaración. Y aquí es importante resaltar que, los DDHH son clave porque plantean una obligación normativa de movilizar recursos suficientes para reducir las desigualdades.

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