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Hay que evitar que lo sucedido a Jorge Enrique Pizano se repita. Proteger y desestigmatizar a los whistleblowers, sapos o denunciantes que usan su voz para luchar contra la corrupción. | EFE

Ojalá nuestra sociedad no deje de sancionar socialmente a Néstor Humberto Martínez, a Odebrecht, a Corficolombiana y al Grupo Aval y se produzca un cambio cultural que contribuya a saldar la deuda con Jorge Enrique Pizano y su familia.

Ojalá nuestra sociedad no deje de sancionar socialmente a Néstor Humberto Martínez, a Odebrecht, a Corficolombiana y al Grupo Aval y se produzca un cambio cultural que contribuya a saldar la deuda con Jorge Enrique Pizano y su familia.

Todos queremos ser leales a los amigos, a la familia y a quien nos da de comer. Los desleales son considerados traidores. A veces, sin embargo, nos toca elegir entre dos sistemas de valores. Este es el caso de los denunciantes, sapos o whistleblowers de hechos corruptos que deben decidir si quedarse callados y ser leales a las organizaciones corruptas donde trabajan o seguir una ética superior y sufrir las consecuencias negativas que les genera morder la mano que los alimenta. Así sucedió con Jorge Enrique Pizano, quien denunció a su propio amigo Néstor Humberto Martínez y a todo el entramado de corrupción de Odebrecht-Aval en la Ruta del Sol II. Su valentía, que lo habría llevado a la muerte, inspira un cambio cultural y legal que le ofrezca garantías y protección a quien cumple con su deber.

Jorge Enrique Pizano ocupó el cargo de “controller”, para el que fue postulado por Corficolombiana, de la Concesionaria Ruta del Sol desde el 2010 hasta el 2016. Su rol consistió en auditar el movimiento de dineros y la contratación por parte de la concesionaria, para asegurarse de que cumplía con los requisitos legales. Mientras ejercía sus labores, Pizano encontró varias anomalías relacionadas con pagos irregulares y “contratos de papel” que, según documentó Noticias Uno, puso en conocimiento de sus superiores por escrito.


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Cuando los hechos de corrupción del caso Odebrecht – Aval se hicieron de conocimiento público, Pizano se convirtió en un testigo clave. Se trataba de un denunciante que conocía los actos corruptos desde adentro, que tenía pruebas sobre los sobornos y cuyas denuncias impulsaron a la justicia colombiana para investigar a varios involucrados. Pizano dio información sobre esos hechos al entonces Fiscal Néstor Humberto Martínez, a la Superintendencia de Industria y Comercio y se dice que también intentó negociar con Estados Unidos para obtener la calidad de testigo protegido.

Pizano murió en noviembre de 2018 por causas extrañas que incluso hoy la justicia sigue sin dilucidar. La investigación de su fallecimiento estuvo rodeada de dudas y al parecer hasta de manipulación de evidencia.

Hay que evitar que lo sucedido a Pizano se repita. Proteger y desestigmatizar a los whistleblowers, sapos o denunciantes que usan su voz para luchar contra la corrupción, incluso siendo desleales al grupo al que pertenecen, es privilegiar la ética pública frente a la defensa y lealtad del colegaje, pero además es la mejor manera para desmantelar las conductas corruptas enquistadas tanto en el sector público como en el privado. Ojalá nuestra sociedad no deje de sancionar socialmente a Néstor Humberto Martínez, a Odebrecht, a Corficolombiana y al Grupo Aval y se produzca un cambio cultural que contribuya a saldar la deuda con Pizano y su familia.

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