Escuchar a los del No
Mauricio Albarracín septiembre 7, 2016
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Quienes estamos por el Sí en el plebiscito del acuerdo de paz deberíamos escuchar atentamente a quienes van a votar No para así iniciar un diálogo entre nosotros durante esta campaña que pueda crear beneficios que van más allá del 2 de octubre.
Quienes estamos por el Sí en el plebiscito del acuerdo de paz deberíamos escuchar atentamente a quienes van a votar No para así iniciar un diálogo entre nosotros durante esta campaña que pueda crear beneficios que van más allá del 2 de octubre.
El domingo pasado me encontré con un colega de los Estados Unidos mientras acompañaba una movilización en bicicleta a favor de la paz. Él me preguntó por la gente que va a votar No y cuáles eran sus razones. Me dijo que le preocupaba que se viera como ignorantes a quienes van a votar No en el plebiscito, haciendo un paralelo con lo que ocurre en los Estados Unidos con quienes iban a votar por Donald Trump. Me dijo que tal vez sería bueno entenderlos porque nos estamos perdiendo una parte de la historia.
Ese mismo domingo y con esa conversación en mente, leí el texto “Ya no me siento víctima” de Héctor Abad Faciolince en el País de España. En este texto Abad habla de su excuñado que va a votar No y cuenta la historia de su secuestro. Termina el texto con una interpelación a su excuñado: “¿no es mejor un país donde tus mismos secuestradores estén libres haciendo política, en vez de un país en que esos mismos tipos estén cerca de tu finca, amenazando a tus hijos, mis sobrinos, y a los hijos de tus hijos, a tus nietos?”
Seguramente muchos de ustedes están teniendo conversaciones, discusiones o, incluso, una que otra pelea por el plebiscito en las reuniones familiares, en Twitter o en los grupos de Whatsapp. Creo que esos espacios son laboratorios de la reconciliación y deberíamos tomarnos en serio la tarea de conversar sobre los argumentos, temores y posibilidades de un acuerdo de paz, en particular con quienes van a votar No.
Una primera acción es distinguir entre los “líderes del No” y quienes van a votar No. Decir que todos los que van a votar No son guerreristas es una estigmatización o afirmar que todos son uribistas es atribuirle demasiado a un partido político. Debemos Tampoco parece muy razonable votar No solamente porque Uribe lo dice, como si fuera un mesías infalible sin ningún interés en la causa. Distinguir en este caso es importante porque nos ayuda a ver con tranquilidad lo que piensan nuestros amigos, familiares y vecinos, y nos permite suspender nuestras propios prejuicios sobre los líderes del No, como Uribe, Pastrana o el procurador.
Hecha la distinción entre votantes y líderes políticos, la conversación honesta con quienes piensan votar No tiene muchos beneficios para la democracia. Por ejemplo, un diálogo informado puede ser un buen antídoto contra la propaganda y las mentiras que inundan las redes sociales. Es decir, hablando se puede obtener más y mejor información para votar. Un segundo beneficio se relaciona con la posibilidad de entender las marcas emocionales y sociales del conflicto armado en nuestras vidas. En estas conversaciones pueden surgir historias de victimización sobre las que nunca hablamos y necesitaban ser contadas.
Finalmente, estas conversaciones entre personas que están por el Sí y el No pueden ayudar a construir diálogos sobre la dimensión ética del voto del 2 de octubre, por ejemplo, preguntas sobre las futuras generaciones o ponerse en la situación de quienes sufren el conflicto de manera directa, como el interesante intercambio de opiniones entre Leonard Rentería y el senador Uribe en Buenaventura. (Dos buenas reflexiones sobre esta dimensión han sido publicadas en La Silla Vacía: “Detrás de un velo de ignorancia”, de Julieta Lemaitre y “Ética y Plebiscito”, de Rodrigo Uprimny).
Tomar en cuenta la voz de quienes van a votar No en el plebiscito y discutir sin falsedades ni tergiversaciones puede ayudarnos a tener mejor información sobre el acuerdo, conocer mejor nuestra propia historia de dolor y proyectarnos unidos hacia el futuro. Tal vez ese sea un buen camino para la reconciliación.