Falsas ilusiones
Mauricio García Villegas Enero 14, 2011
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Los columnistas vivimos buscando hechos o ideas sorprendentes que nos sirvan para sacar al lector del letargo propio de las opiniones que lee todos los días.
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Eso parece haber logrado Alberto Carrasquilla, el ex ministro de hacienda, en una columna escrita recientemente en la que comenta los últimos resultados de la Prueba Pisa, la misma que evalúa el desempeño de estudiantes de 15 años de edad en 65 países del mundo. La sorpresa que encuentra Carrasquilla es esta: en materia educativa Colombia es “un país muy equitativo” y eso debido a que nuestros estudiantes de clase alta obtienen resultados muy parecidos a los que obtienen los de clase baja.
La sorpresa no puede ser más grande; sobre todo para los padres de familia ricos que destinan sumas enormes de dinero para que sus hijos estudien en colegios bilingües de buena calidad en Bogotá o en Medellín. Según la información entregada por Carrasquilla, esos padres podrían ahorrarse ese dinero y enviar a sus hijos al colegio público más cercano sin poner en peligro su ingreso futuro a la universidad de Los Andes o de Eafit. Sin embargo, para tranquilidad de esas familias adineradas (y desilusión del resto del país) las explicaciones del ex ministro suscitan muchos interrogantes. Así por ejemplo, según Carrasquilla, el 6% de los colombianos que sufren condiciones socioeconómicas adversas logra sobresalir en el examen respecto de lo que cabría esperar. Esa cifra – agrega – es idéntica a la observada en Alemania y sólo ligeramente inferior a la de la OCDE en su conjunto (8%).
Dos comentarios breves. Alemania no es un buen país para comparar y eso debido a que allí separan a los niños que tienen capacidades para salir adelante en la escuela, de los que no las tienen. Así, los hijos de los inmigrantes y de los obreros van a las escuelas vocacionales y los hijos de los profesionales a los colegios humanísticos y científicos. Frente a un sistema tan diferenciador, Colombia parece un país igualitario. En segundo lugar, Carrasquilla no dice qué porcentaje de los estudiantes que no sufren condiciones adversas saca mejores resultados de los esperados. Hace falta esta cifra para poder comparar y hablar de equidad. Mientras tanto, la argumentación parece un poco cínica, pues lo que dice es que, dado que es muy poco lo que podemos esperar de los pobres, cuando estos superan nuestras expectativas debemos darnos por satisfechos.
Por eso me parece más acertada la lectura que hace Jorge Orlando Melo, en su columna de la semana pasada, de los resultados de la prueba Pisa. Según Melo “…los mejores resultados están asociados al nivel de la familia y el carácter del colegio: en lectura, los niños de familias con un carro tienen promedios 51 puntos mayores que los que no lo tienen, un computador en casa aumenta 51 puntos, estar en colegio privado da 68 puntos adicionales y tener en casa más de 100 libros aumenta en 81 puntos el resultado promedio”. Esta interpretación está de acuerdo con lo dicho por la gran mayoría de los estudios que se han hecho sobre el sistema educativo colombiano. Al respecto, sólo cito lo dicho por Hernando Gómez Buendía: “El punto duro y esencial es simple: la educación en Colombia no está pensada como un factor de equidad, sino como el mecanismo principal de transmisión y ampliación de las desigualdades existentes”.
Así pues, las afirmaciones de Carrasquilla sobre la sorprendente equidad de la educación en Colombia me sacan del letargo informativo y me ilusionan, pero no me alcanzan a convencer.