¿Ganó Trump?
Rodrigo Uprimny Yepes noviembre 13, 2016
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La pregunta puede parecer absurda pues jurídicamente Trump fue electo presidente.
La pregunta puede parecer absurda pues jurídicamente Trump fue electo presidente.
Pero deja de serlo si tenemos en cuenta que Clinton ganó la elección popular, por un margen estrecho pero sólido: las proyecciones dicen que podría superar en dos millones de votos a Trump, más de 1,5%, un porcentaje mucho mayor al triunfo del No en el plebiscito. Clinton sería hoy la presidenta si usáramos las reglas electorales de la mayoría de las democracias.
Pero el presidente estadounidense no es electo por voto popular sino por un mecanismo indirecto. Los ciudadanos de cada Estado eligen un número de electores, que es igual al número de senadores y representantes de ese Estado. Esos electores forman un “colegio electoral” de 538 electores que formalmente nombra al presidente. Gana entonces el candidato que logre más de 270 electores.
La regla general es que el candidato que gane en un Estado (aunque sea por un margen mínimo) se lleva a todos sus electores. Por ejemplo, Trump se llevó los 29 electores de Florida y los 16 de Michigan, donde ganó por sólo 1,3% y 0,3% respectivamente. Si Clinton hubiera ganado en esos dos Estados, sería la presidenta de Estados Unidos, pero Trump ganó en todos los Estados claves, por lo que terminó arrasando en el colegio electoral (306 electores contra 232), aunque perdió la elección popular.
Ese colegio electoral, creado en 1787, ha sido justificado con dos razones.
La primera es que evitaría la demagogia pues se esperaba que los electores, menos manipulables emocionalmente que los ciudadanos, escogerían racionalmente para presidente a la persona mejor calificada. Pero ese propósito se perdió pues los partidos políticos obligaron progresivamente a sus “electores” a seleccionar en el colegio electoral al candidato del partido, con lo cual la “decisión” del colegio electoral es un simple ritual.
El segundo argumento es de tipo “federalista”: como todo Estado tiene dos senadores, sin importar su población, ese mecanismo evitaría que los Estados más rurales y despoblados, como Wyoming, se vuelvan electoralmente irrelevantes frente a Estados más poblados y urbanos, como New Jersey. En Wyoming, un elector es elegido por cada 80.000 votos mientras que en New Jersey requiere 260.000, con lo cual el voto ciudadano en Wymoing vale tres veces el de New Jersey.
Como vemos, la primera justificación del colegio electoral se perdió en la historia mientras que la segunda, aunque puede tener sentido para otro tipo de decisiones, resulta inaceptable en una elección presidencial. No es lógico que sea presidente de un país quien pierde el voto popular, como acaba de suceder con Clinton y sucedió también con Gore frente a Bush en 2000. Y por ello ha resurgido el debate en Estados Unidos sobre la eliminación del colegio electoral.
Esta discusión es estadounidense pero nos interpela pues muestra la trascendencia de un tema despreciado en los debates colombianos: la importancia de escoger y diseñar apropiadamente las reglas electorales. Es cierto que la democracia es el gobierno de la mayoría pero son esas reglas electorales las que definen jurídicamente cuál es la mayoría que gobierna.