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Hace unos meses tuve la fortuna de charlar con Giny y, con su manera modesta y sencilla de presentar ideas profundas, me hizo un planteamiento que podría servir para dinamizar el proceso con el Eln.

Hace unos meses tuve la fortuna de charlar con Giny y, con su manera modesta y sencilla de presentar ideas profundas, me hizo un planteamiento que podría servir para dinamizar el proceso con el Eln.

Quienes tuvimos la suerte de conocer a Virginia Bouvier, o Ginny, como solíamos llamarla, lamentamos profundamente su reciente muerte. Extrañaremos su calidez, su lucidez, su equilibrio y su solidaridad con la paz en Colombia.

Daniel García-Peña y Aldo Civico evocaron bellamente en sus columnas todas las virtudes de Ginny que hacen tan triste su partida. Por mi parte, quisiera recordarla con un ejemplo que ilustra su esfuerzo permanente por encontrar salidas a las dificultades de la paz. Hace unos meses tuve la fortuna de charlar con Giny un par de horas y con su manera modesta y sencilla de presentar ideas profundas, me hizo un planteamiento que podría servir para dinamizar el proceso con el Eln.

Yo le expresé mis dudas sobre la suerte de este proceso, entre otras cosas por la amplitud de la agenda pactada, que contrastaba con el temario más preciso que facilitó la paz con las Farc. Cuánto tiempo podría tomar pactar la paz con el Eln, le pregunté, si la mesa intenta resolver previamente los tres primeros puntos de la agenda, que son amplísimos: la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz, la democracia para la paz y las transformaciones para la paz. Le dije que con ese temario tan amplio, un acuerdo de paz con el Eln parecía muy lejano, por lo cual podría perderse la oportunidad política que existía ahora.

Ginny compartió mi preocupación pero me dijo que, después de meditar el asunto, había llegado a la conclusión de que la agenda podía ser mirada con un enfoque distinto, que podría facilitar las cosas, a partir de la clásica distinción en la teoría de la negociación de los conflictos entre la firma de un acuerdo de paz y el cese al fuego (peacemaking) y la construcción de la paz (peacebuilding), que son las medidas que se toman posteriormente al acuerdo para asegurar que la paz sea estable y duradera.

Ginny tenía claro que se trata de una diferenciación analítica y que los procesos de paz son rebeldes a las tipologías. Pero que la distinción era útil en este caso pues varios de los puntos más generales de la agenda con el Eln, como las llamadas transformaciones para la paz, le parecían más asuntos de construcción de la paz en el post-acuerdo que temas a ser resueltos en detalle en el acuerdo. Y que si la mesa de negociaciones adoptaba esa visión, tal vez era posible llegar a un acuerdo de paz en un tiempo razonable, con esta metodología: resolver aquellos puntos de la agenda, que son más específicos, y que inevitablemente deben estar en el acuerdo, como el cese al fuego y el fin del conflicto con el Eln. Pero que el acuerdo no pretendiera abordar sustantivamente y en detalle los puntos que eran más propios de la construcción de paz, como las transformaciones para la paz; que frente a esos puntos, el acuerdo se centrara en definir las condiciones procedimentales que permitieran que en el postacuerdo pudiera avanzarse decisivamente en su materialización.

Esta idea profunda podría ser un aporte póstumo de Ginny a la paz en Colombia. Sería el mejor homenaje a su memoria.

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