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Memorias de América

Las comunidades de indígenas y africanos en América eran y son muy diversas, habiendo varias naciones y culturas dentro de ellas, y con relaciones también diversas con los europeos. Así, vemos que hubo fuertes movimientos de resistencia frente a la conquista, pero también relaciones de intercambio. | Joédson Alves, EFE

Ojalá tengamos encuentros en los que reconozcamos la dignidad de todo ser humano, ojalá tengamos encuentros que privilegien la igualdad, la eliminación de la pobreza; ojalá tengamos encuentros que construyan paz. 

Ojalá tengamos encuentros en los que reconozcamos la dignidad de todo ser humano, ojalá tengamos encuentros que privilegien la igualdad, la eliminación de la pobreza; ojalá tengamos encuentros que construyan paz. 

A propósito de la próxima llegada del 12 de octubre, que algunos celebran como el “descubrimiento de América”, y que otros conmemoran como el “día de la raza”, vale la pena hacer algo de memoria sobre los nefastos acontecimientos que sucedieron al 12 de octubre de 1492.  Este trabajo de memoria es fundamental si es que queremos construir una paz completa. Sobre todo, si no queremos repetir encuentros como el desastroso que se dio entre europeos y americanos, encuentro que devino en unos hechos dolorosísimos para los nativos de nuestro continente, encuentro cuyas consecuencias vivimos aún hoy en día.  

Poco se ha reflexionado sobre el nombre mismo de nuestro país, pero lleva nuestra nación el nombre (más bien el apellido) del colonizador, del que inició la invasión. Cristóbal Colón, según lo relata el profesor David Stannard, luego de haber llegado el 12 de octubre de 1492 a San Salvador, Bahamas, se estableció en la isla de La Española (actual Haití y República Dominicana). Allí, con Colón como gobernador, murieron cincuenta mil personas. Cierto es que algunos historiadores tienen otra visión de Colón, visión que no comparto.  Pero cuando el holocausto del Caribe se terminó, en 1535, el número de muertos proporcionalmente superaba, de lejos, a cualquier genocidio del siglo veinte: judíos, armenios, camboyanos, ugandeses, y otros. Estas prácticas se repitieron luego en todo el continente, según los atroces relatos de los mismos europeos. 

Para hacer corta una historia larga, basta señalar que antes del siglo XVII perecieron en América entre 60 y 80 millones de indígenas, en lo que el profesor Stannard ha denominado como el “holocausto americano”. Los negacionistas dicen que perecieron por las enfermedades que inocentemente trajeron los europeos, y si bien es cierto que muchos indígenas murieron por estas enfermedades, no es menos cierto que estas muertes se dieron en una situación de ocupación militar, de desplazamiento, de explotación, y de creciente precarización de la vida. 

No está de más mencionar que, para explotar y enriquecerse aún más con el invadido continente americano, los europeos decidieron secuestrar y esclavizar africanos para que trabajaran en plantaciones y haciendas. En el llamado “tráfico de esclavos” murieron más de 15 millones de personas, por las inhumanas condiciones que vivían desde su secuestro en África, hasta su trabajo esclavo en América.

Por supuesto, las comunidades de indígenas y africanos en América eran y son muy diversas, habiendo varias naciones y culturas dentro de ellas, y con relaciones también diversas con los europeos. Así, vemos que hubo fuertes movimientos de resistencia frente a la conquista, pero también relaciones de intercambio.

La invasión de América generó también una clasificación global entre grupos humanos inédita hasta entonces (clasificación que los “brillantes” ilustrados europeos incorporaron en textos académicos). En la cúspide social se ubicaron los europeos, quienes obtenían privilegios económicos y sociales a consta de los negros e indígenas, “razas” que se ubicaban en la base. A escala global, también Europa acumulaba riquezas inimaginables a consta de la explotación de la naturaleza y vidas humanas en América. Europa también logró imponer una forma de conocimiento, el eurocentrismo. Es evidente que aún hoy en día Europa goza de privilegios de los que las excolonias no, y que los descendientes de europeos en las excolonias (como Colombia), gozan de privilegios de los que los indígenas y afros no. 

En nuestra amada Colombia (a pesar de llevar el apellido del colonizador),  los efectos del encuentro (más bien desencuentro) entre europeos y americanos aún se ven. Se ven en la exclusión social y económica de indígenas y afrodescendientes, y en las vidas perdidas de muchos de los líderes sociales asesinados recientemente, quienes también son afrodescendientes e indígenas. Ojalá tengamos encuentros en los que reconozcamos la dignidad de todo ser humano, ojalá tengamos encuentros que privilegien la igualdad, la eliminación de la pobreza; ojalá tengamos encuentros que construyan paz. 

 

Encime: Sobre los temas tocados en esta columna se pueden hacer varias columnas más detalladas, y tal vez lo haga en el futuro.

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