La Burbuja de TODO, ¿una oportunidad para Colombia?
Dejusticia Julio 25, 2022
Apretarse el cinturón o reasignar recursos no parece ser una solución viable con las nuevas prioridades del gobierno entrante. | Juan Ignacio Roncoroni, EFE
Es fundamental entender que el encarecimiento de la deuda y el sobreendeudamiento del país van a absorber una buena parte del gasto público. Si el gobierno entrante implementa las políticas adecuadas no solo podría mitigar los efectos negativos de esta crisis mundial, sino también podría representar una oportunidad única para el país.
Es fundamental entender que el encarecimiento de la deuda y el sobreendeudamiento del país van a absorber una buena parte del gasto público. Si el gobierno entrante implementa las políticas adecuadas no solo podría mitigar los efectos negativos de esta crisis mundial, sino también podría representar una oportunidad única para el país.
Después de la pandemia global, los gobiernos tomaron medidas drásticas para salvar la economía mundial. Sin embargo, muchas personas expertas indican que el flujo de dinero causado por estas medidas generaron un alza en los precios de casi todos los activos (acciones, finca raíz, materias primas, etc.) de todo el mundo, que no está respaldada por un crecimiento real. Esto ha generado un proceso de estanflación (inflación con recesión) del cual Colombia no está exenta. Sin embargo, si el gobierno entrante implementa las políticas adecuadas no solo podría mitigar los efectos negativos de esta crisis mundial, sino también podría representar una oportunidad única para el país.
¿Cómo llegamos a esta crisis?
Dentro de las medidas de reactivación post-pandemia, los Estados decidieron bajar las tasas de interés y hacer el dinero más barato para que la gente adquiriera una mayor cantidad de préstamos para estimular el consumo. También se imprimió dinero respaldado en bonos de deuda para que los fondos de inversión financiaran empresas y sobrevaloraran activos financieros. Esto, junto a una gran cantidad de estímulos fiscales en todo el mundo, causaron un gran flujo de dinero entrante en todos los mercados. No obstante, esta política monetaria y fiscal, al no verse respaldada por un crecimiento real, terminó por disparar la inflación en todos los países.
Como respuesta, la Reserva Federal de los Estados Unidos empezó a subir agresivamente las tasas de interés, y de ahí en adelante las autoridades centrales del resto del mundo han seguido el mismo camino, incluyendo a Colombia. Esto crea un riesgo de recesión al hacer el dinero más caro, lo cual contrae el gasto de la economía, y en conjunto, esto genera la estanflación.
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¿Cómo nos afecta esto en Colombia?
Este año, la Cepal calcula que la pobreza en Latinoamérica crecerá un 34%, también impulsada por mayores precios de los insumos importados e incluso por la falta de acceso a los alimentos básicos en la región. Como siempre, la población de menores ingresos será la más afectada, lo cual prende las alarmas por la inseguridad alimentaria, el aumento de la desigualdad y el descontento social.
Ahora, si se adiciona la subida de tasas de interés, se contraerá aún más el consumo y la inversión por el encarecimiento de la deuda. La contracción de la demanda causará pérdidas para las empresas, que sumado a mayores restricciones a la financiación, podría generar pérdidas de empleo para reducir los costes, entrando en un círculo vicioso para la economía.
¿Qué puede hacer el gobierno de Petro en este escenario?
Es fundamental entender que el encarecimiento de la deuda y el sobreendeudamiento del país van a absorber una buena parte del gasto público. Para el caso de Colombia se requiere del desarrollo de una infraestructura productiva para que el país se integre en las cadenas de suministro que van a necesitar EE.UU. y otros países para relocalizar la producción fuera de Asia. Pero los recursos para esta infraestructura, sumado al gasto para la ayuda social (que por nada del mundo puede reducirse para las poblaciones que son y serán las más vulnerables) requerirán de un mayor nivel de endeudamiento.
Por consiguiente, apretarse el cinturón o reasignar recursos no parece ser una solución viable con las nuevas prioridades del gobierno entrante. El único camino que queda es vía mayor inversión externa. No obstante, esta no puede venir en forma de más deuda improductiva, pues ya no es sostenible por los altos niveles en los que nos encontramos, y menos ahora que hay que pagar más por el aumento de los intereses y por la depreciación del peso. El camino indicado sería atraer inversión de los sectores privados por medio de la creación de un panorama local seguro y de mayor certidumbre.
Pero esto no se logra con más préstamos afuera que aumenten el riesgo de impago de Colombia o simplemente con políticas que le cobren más impuestos al extranjero y ahuyenten a los inversionistas. Más bien se deben aprovechar las condiciones internas del país que lo hacen más atractivo y competitivo.
Otra oportunidad de financiación y de inversión está en lograr recuperar los recursos de los sectores económicos improductivos que actualmente dejan muchas ganancias pero no agregan valor real a la economía. Esto podría mejorar la eficiencia productiva y redistribuir los beneficios a la producción primaria y logística, lo cual genera incentivos a los nuevos inversores.
Un ejemplo es la destrucción de valor por los intermediarios comerciales y mayoristas que compran los productos en el campo a precios muy bajos en comparación al precio ofrecido al consumidor final. Las principales razones para que esto ocurra según la CEPAL son el oportunismo por la falta de conocimiento y capacidades para el transporte, almacenamiento, transformación y venta del producto. Es por esto que el gobierno debe priorizar la vinculación de los pequeños productores al desarrollo de la agricultura y el desarrollo de los territorios rurales (Fedesarrollo) y aplicar la propuesta de cierre de brechas urbano-rurales como un elemento esencial de construcción de paz. Esto puede empezar con el empoderamiento de los habitantes rurales: fortaleciendo sus capacidades, fomentando su organización y asistiendo con servicios gratuitos o de bajo coste para la producción alimentaria.
Casos de éxito beneficiados por la situación global actual son Argentina y Brasil por ser productores de las dos cosas que el mundo más necesita, comida y energía. Esto gracias a su capacidad de responder a la demanda externa con un sistema productivo y logístico bien desarrollado. Es por esto que si el país logra focalizar sus esfuerzos en generar las condiciones productivas necesarias para atraer la inversión extranjera y en desarrollar los pequeños productores rurales, podrían generarse oportunidades únicas en una coyuntura internacional con una demanda potencial por nuestros alimentos sin precedentes. Y no son solo ganancias económicas, un aprendizaje mutuo entre locales y extranjeros mediado por el Estado también representa una enorme contribución en la lucha contra el hambre y la desigualdad social.