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La responsabilidad del éxito o fracaso del sistema de Roma depende de todos los actores involucrados.

La responsabilidad del éxito o fracaso del sistema de Roma depende de todos los actores involucrados.

Hechos de violencia atroz han conmocionado al mundo en las últimas semanas. Francia, Nigeria y Siria, por mencionar solo unos pocos lugares, han sido tristes testigos de una inexplicable sevicia. En momentos como estos, en donde la sociedad internacional se pregunta sobre cómo parar actos como estos y cómo evitar que se repitan, se recuerda la justicia internacional, tal vez la más importante promesa de finales del siglo anterior para servir como antídoto contra la atrocidad.

Obviamente nadie esperó que con el simple establecimiento del sistema del Estatuto de Roma la violencia y la impunidad se desvanecerían por arte de magia. Pero sí ha existido una importante apuesta de la comunidad internacional por tramitar los conflictos a partir de un sistema de reglas que como última medida recurra al castigo para controlar lo injustificable. No importa en dónde se cometa, no importa quién lo cometa, no importa por qué se cometa.

Acercándonos a lo que serán los primeros veinte años de la conclusión del Estatuto de Roma y la consecuente creación de la Corte Penal Internacional, el año 2014 cerró con algunos hechos que parecen renovar la confianza en la justicia y dan alientos sobre la consolidación del sistema de Roma:

  • En diciembre de 2014 se llevó a cabo la 13 Asamblea de Estados parte  que reunió a los 122 estados miembros, a la Corte y su Fiscalía, y a activistas de la sociedad civil. A pesar de las críticas, la asamblea muestra que existe todavía un interés político que convoca a la comunidad internacional alrededor del tema. Y dio lugar, entre otras cosas, para la discusión de un tema central para el sistema: la obligación de cooperación que deben tener los Estados con la Fiscalía y la Corte.
  • A inicios de 2015 se abrió paso a la admisión de Palestina como el Estado parte 123 del Estatuto de Roma. Y casi al tiempo, la Fiscalía decidió abrir una investigación preliminar.

Pero, al mismo tiempo, el año pasado ha seguido dejando dudas sobre la eficacia del sistema para responder a las enormes expectativas que sobre él posan.  Algunos de los reveces más impactantes de la Fiscalía en el periodo reciente:

  • En diciembre de 2014, la Fiscal Bensouda comunicó públicamente que había decidido levantar los cargos al presidente Uhuru Muigai Kenyatta. La Corte había pedido a la Fiscal que sustentara el caso con pruebas adicionales, lo cual no pudo realizar la fiscal, quien acusó al gobierno de Kenia por no colaborar con dichas pruebas. Así, la fuerte batalla política por la intervención de la CPI en Kenia terminó con un importante round en contra de Mrs. Bensouda.
  • Pocos días después, la Fiscal Bensouda anunció el archivo de la investigación en la región de Darfur. Para la Fiscal, la falta de acción de las Naciones Unidas impedía que pudiera tener resultados en sus investigaciones, y así se lo hizo saber al Consejo de Seguridad.

Y a estos casos se suman otros en donde los hechos parecieran pedir a gritos la intervención del sistema, pero en donde se ha demostrado que la justicia puede llegar a ser lenta o muy precaria para sobrepasar las barreras políticas:

  • Un caso dramático es el de Siria y la inacción del Consejo de Seguridad. Rusia y China han hecho lo posible por evitar que la retórica frase del Consejo (“los responsables deben ser llevados a la justicia”) se haga realidad. Mientras la cuestión sigue sin acción en New York, la tragedia humanitaria crece en Siria.
  • Otro caso es Nigeria. En 2010 la Fiscalía encontró que había evidencia razonable para pensar que Boko Haram había cometido actos que podrían considerarse como crímenes de lesa humanidad. Desde entonces se inició una investigación preliminar que actualmente está en fase 3 o de admisibilidad.  Pero más allá de las visitas de la Fiscal, la actuación ha  sido tímida mientras que la violencia arrecia, dejando ya este año un saldo de más de 2000 víctimas. Y solo van dos semanas del año.

Vale la pena destacar que la responsabilidad del éxito o fracaso del sistema de Roma depende de todos los actores involucrados (fundamentalmente los Estados), y no puede verse solamente como una cuestión de gestión de la Corte o la Fiscalía. Allí, de hecho, radican en parte las discusiones más interesantes que se están dando hoy en día en la materia, como el constructivo y estimulante debate que ha promovido el Blog colega de open Global Rights respecto de las cuestiones de complementariedad y la cláusula “en interés de la justicia” (En ese blog, junto con Rodrigo Uprimny, abordamos con mayor detalle nuestra posición sobre estos puntos sustantivos, los cuales también se encuentran en reciente libro publicado por Dejusticia).

El sistema está lejos de ser perfecto. Debemos aceptarlo. Pero como señala Richard Dicker, “no deberíamos abandonar la justicia”.  Pues en últimas, si el sistema de Roma fracasa no habrán fracasado la CPI o la Fiscalía solamente. Habrá fracasado la comunidad internacional en proveer un mecanismo racional y reglado para enfrentar la violencia atroz y masiva. El fracaso será todo nuestro.

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