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Entre nombres y significados se define la relaciĆ³n de los movimientos sociales con los Estados.

Entre nombres y significados se define la relaciĆ³n de los movimientos sociales con los Estados.

ā€œNosotras somos afrodescendientes, no morenitasā€ me comentĆ³ una lideresa del ChocĆ³. Otro dĆ­a, una amiga me dijo ā€œyo soy lesbiana, no arepera, ni machorra, sĆ³lo lesbianaā€. Un hecho similar ocurriĆ³ en una conversaciĆ³n familiar cuando un primo corrigiĆ³ a mi tĆ­o diciĆ©ndole ā€œse dice indĆ­genas, no indiosā€ ĀæQuĆ© hay detrĆ”s de los comentarios de la lideresa, mi amiga y mi primo? La disputa por las palabras y los significados. 

Gran parte de la lucha de los movimientos sociales ha sido por la construcciĆ³n de una gramĆ”tica, de unas categorĆ­as para nombrar la realidad. De la posibilidad de hacer cosas con las palabras. Por eso es que un segmento se ha concentrado en crear nuevas categorĆ­as para incluirlas en el repertorio o resignificar las que ya existen. Con el acto de nombrar, como cuando uno limpia las gafas empaƱadas, se ven realidades que antes se ignoraban. 

Por ejemplo, la comunidad LGBTI ha mostrado cĆ³mo se usa este repertorio de movilizaciĆ³n. Con la creaciĆ³n de la sigla se mostrĆ³ lo evidente: hay personas que tienen vivencias de la sexualidad diferentes. A su vez, se rompiĆ³ la divisiĆ³n entre las personas con opciones sexuales distintas y se creĆ³ un frente unido por la diversidad. 

Hoy en dĆ­a parte del movimiento feminista y de mujeres pugna para que se deje de utilizar la palabra aborto y se diga interrupciĆ³n voluntaria del embarazo. Con esta modificaciĆ³n en el lenguaje se hace Ć©nfasis en la capacidad de las mujeres de decidir si quieren o no ser madres y se desecha una palabra que ha estigmatizado sus derechos. 

Algo similar sucede con la palabra negro, la cual se ha usado histĆ³ricamente para discriminar a las personas que son descendientes de esclavos y tienen la piel oscura. En la actualidad, muchas personas se autoidentifican como negras y con ese acto polĆ­tico proponen una nueva interpretaciĆ³n en la que reclaman su relaciĆ³n con Ɓfrica. Otra facciĆ³n se nombra afrodescendiente y con esto quieren hacer visibles sus prĆ”cticas culturales diferentes.

Pero, ĀæquĆ© pasa cuando el poder del Estado adopta estas categorĆ­as y las incluye dentro de su discurso? En esta hipĆ³tesis hay dos vĆ­as. El primer camino termina cuando las palabras creadas por los movimientos cambian la realidad y trasforman las prĆ”cticas de los Estados. En el contexto del conflicto armado colombiano vĆ­ctima es una prueba de la fuerza de las palabras. Por la movilizaciĆ³n de muchas personas se logrĆ³ incluir esta palabra en el discurso del Estado y se modificaron sus acciones desatando polĆ­ticas pĆŗblicas que van desde la compensaciĆ³n econĆ³mica hasta la restituciĆ³n de tierras. 

El otro camino es mĆ”s destapado y tiene el riesgo que la adopciĆ³n sea vacĆ­a y las palabras pierdan su potencial emancipador. En Ecuador, la ConstituciĆ³n de Montecristi adoptĆ³ la categorĆ­a del sumak kawsay. Con esta idea los pueblos indĆ­genas se refieren al buen vivir y la relaciĆ³n armĆ³nica entre las personas y la naturaleza. El gobierno de Correa, en una cruzada por la justicia gramatical, adoptĆ³ el sumak kawsay y le torciĆ³ el cuello. Por eso es comĆŗn ver al ejecutivo ecuatoriano expandiendo la frontera petrolera en zonas protegidas o reprimiendo las movilizaciones indĆ­genas invocando la expresiĆ³n kichwa. 

Un fenĆ³meno parecido vemos en Colombia con la fĆ³rmula del enfoque diferencial. Lo que era en un comienzo una construcciĆ³n para evidenciar el impacto diferente de una acciĆ³n sobre un grupo de personas, hoy en dĆ­a es una muletilla que sacraliza las decisiones del Estado. Por eso es frecuente escuchar a funcionarios terminar sus intervenciones diciendo que la polĆ­tica viene con enfoque diferencial y goce efectivo de derechos. Cuando se analiza con algo de cuidado, no es necesario utilizar la lupa, se encuentra que la norma mitificada con la expresiĆ³n no incluye acciones para las personas con discapacidad o los adultos mayores. 

Entre la adopciĆ³n, el robo y la cooptaciĆ³n de las categorĆ­as, continua la relaciĆ³n de los movimientos sociales con los Estados. Esta relaciĆ³n ā€“tensaā€“ hace que en algunos casos los movimientos sociales logren modificar las prĆ”cticas estatales y asĆ­ cumplir sus objetivos. En otros casos, en los que quedan en el espectro gris, los movimientos sociales estĆ”n constantemente refinando los significados e incluso creando nuevas palabras que ayuden a nombrar lo que realmente quieren denunciar. 

AsĆ­, la esfera polĆ­tica se llena de palabras ā€“y silenciosā€“ que retan los discursos oficiales y las gramĆ”ticas del poder estatal. En ese proceso se logra mĆ”s visibilizaciĆ³n y mĆ”s control pues, cuando se nombra, al mismo tiempo se libera y se domestica. 

De interĆ©s:Ā 

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