La moralidad interna del fútbol
Rodrigo Uprimny Yepes Julio 6, 2014
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¿Existe una moral en el fútbol o puede ser éste fuente de enseñanzas morales?
¿Existe una moral en el fútbol o puede ser éste fuente de enseñanzas morales?
Algunos, como el entrenador Tabárez, del seleccionado uruguayo, parecen opinar que no. Frente a las críticas por el mordisco de Suárez, Tabárez respondió que los cuestionamientos le parecían exagerados pues “estamos en un Mundial de fútbol, no en un mundial de moral barata”.
Otros, como Albert Camus, tuvieron una visión distinta. El escritor francés, que de joven fue un futbolista decoroso, como portero del Racing de Argelia, afirmó, en un ensayo de 1959: “realmente lo poco de moral que sé, lo he aprendido en los campos de fútbol y en los escenarios de teatro, que han sido mis verdaderas universidades”.
Como el fútbol me apasiona y admiro a Camus, quiero creer que tiene razón frente a Tabárez. Investigué entonces por qué Camus le atribuye tantos potenciales éticos a este deporte. Su argumento es escueto, pues no lo elaboró en detalle, pero sugirió tres cosas esenciales.
Primero, que el fútbol, y en general el deporte, nos enseñan la importancia crucial que tiene “la obediencia leal a una regla de juego definida en común y aceptada libremente”.
Segundo, que el fútbol es una escuela de solidaridad y cooperación pues, por su carácter colectivo, los buenos resultados dependen de que los jugadores acepten que no pueden actuar solitariamente sino solidariamente por un objetivo común.
Tercero, que el fútbol es una escuela simultánea de entusiasmo y realismo. Los jugadores entrenan duramente y con pasión, con la esperanza de que gracias a sus esfuerzos puedan triunfar. Pero pueden perder y deben asimilar las derrotas y las frustraciones.
El fútbol enseña entonces i) que es importante seguir las reglas acordadas, ii) que los grandes propósitos colectivos exigen solidaridad y cooperación, y que iii) la vida plena requiere pasión y esperanza, pero igualmente aceptación de las derrotas. No son virtudes menores y por ello creo que el fútbol tiene una “moralidad interna”, por copiar el título del clásico jurídico de Lon Fuller sobre la “moralidad interna del derecho”.
Muchos escépticos sonreirán por mi ingenuidad y dirán: si el fútbol tiene esa moralidad interna, ¿por qué existe tanta inmoralidad en el fútbol profesional, como compras de partidos, árbitros sesgados o esfuerzos de los jugadores por trampear las reglas? Mi respuesta es simple: existen factores externos, como ciertas dinámicas del fútbol como negocio y las propias actuaciones, de una honestidad dudosa, de la FIFA y de muchas de sus organizaciones nacionales asociadas, que han estado minando, desde afuera, la moralidad interna del fútbol.
Pero hay esperanza. Una selección como la de Colombia, que tanta ilusión y orgullo nos dio, con su hermoso juego colectivo y su dignidad, tanto en la victoria como en la derrota, muestra que aún subsisten expresiones brillantes de esta moralidad interna del fútbol. Pero es una moralidad en riesgo, que quienes gozamos el fútbol debemos esforzarnos por proteger.