La paz querida
Rodrigo Uprimny Yepes junio 26, 2016
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Así se llama un grupo informal de personas que pensamos que terminar el conflicto armado es hoy la causa ética más importante de Colombia y queremos contribuir al debate informado y a la participación creciente de la sociedad en esta tarea. El próximo martes es el lanzamiento público del grupo y expongo las primeras cinco razones por las cuales hago parte del mismo y votaré afirmativamente la refrendación de la paz.
Así se llama un grupo informal de personas que pensamos que terminar el conflicto armado es hoy la causa ética más importante de Colombia y queremos contribuir al debate informado y a la participación creciente de la sociedad en esta tarea. El próximo martes es el lanzamiento público del grupo y expongo las primeras cinco razones por las cuales hago parte del mismo y votaré afirmativamente la refrendación de la paz.
Primero, porque mientras haya conflicto armado tendremos no sólo una catastrófica situación de derechos humanos, sino también una democracia muy precaria con profundas injusticias sociales. Y esto no sólo por lo obvio, que son los sufrimientos que directamente la guerra ocasiona, como los más de 220.000 muertos o los más de seis millones de desplazados. También por sus efectos indirectos: el conflicto armado drena recursos que podrían ir a la inversión social, silencia otros debates necesarios, como el de la desigualdad, y enrarece la discusión pública, pues quien es de izquierda es estigmatizado como guerrillero y quien es de derecha como paramilitar. Así no puede haber una democracia profunda y por ello debemos terminar esta guerra.
Segundo, porque la alternativa a la paz negociada no es una victoria militar rápida del Estado pues todos los estudios serios, como los realizados por CERAC, muestran que a pesar de la dura ofensiva estatal durante los gobiernos de Uribe, desde 2008 las guerrillas retornaron a una clásica guerra de guerrillas y mostraron un creciente dinamismo militar. La alternativa sería entonces una larga y cada vez más degradada guerra, con muchas más víctimas, especialmente en las zonas rurales. Debemos pues aprovechar esta oportunidad, difícilmente repetible, de lograr una paz negociada.
Tercero, porque este proceso con las Farc, a pesar de ciertos defectos, como la participación restringida de los grupos étnicos, ha sido serio y democrático. Por primera vez la voz de las víctimas fue escuchada, los acuerdos son claros y públicos, y la decisión final estará en la ciudadanía, gracias a la refrendación.
Cuarto, porque el acuerdo que será alcanzado, según lo que ya se conoce, no sólo beneficia a los guerrilleros (como algunos han argumentado), sino que sobre todo es globalmente bueno para la sociedad colombiana. Uno puede discrepar de puntos específicos, pero un análisis sereno lleva a concluir que si se cumple lo pactado tendremos, dentro del marco de una economía de mercado, un desarrollo rural más dinámico y equitativo, una participación democrática más robusta y plural, y una política de drogas más razonable. Nada de castrochavismo, pero sí un esfuerzo notable por superar nuestras iniquidades y deficiencias democráticas.
Quinto, porque las condiciones de dejación de armas y verificación internacional anunciadas el jueves son serias, por lo cual es claro que si la paz es ratificada e implementada, será el fin de las Farc como grupo armado, pues se transformará en un actor político legal desarmado.
En la siguiente columna expondré mis otras razones.