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Colombia’s peace process should follow international examples that make use of environmental management and restoration as useful tools for promoting and enforcing dialogue and trust in post-conflict situations.

Colombia’s peace process should follow international examples that make use of environmental management and restoration as useful tools for promoting and enforcing dialogue and trust in post-conflict situations.

Últimamente, parece que todas las personas en Colombia hablan de paz. Esto no es una sorpresa teniendo en cuenta que en tan sólo unas pocas semanas se espera que el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmen un acuerdo para poner fin a más de 50 años de conflicto armado interno. Hay un sentimiento generalizado de anticipación, cautela y miedo sustancial. Puede que se firme un acuerdo, sin embargo el conflicto está lejos terminar. El cisma político que las negociaciones de paz han creado es sólo un reflejo de la polarización extrema que se desarrolla en el resto del país. En este sentido, la reconciliación de la sociedad colombiana es uno de los mayores retos que este proceso de consolidación de la paz tendrá que soportar. Por suerte, al igual que en otras situaciones de posconflicto, el país tiene un activo valioso que puede contribuir con el proceso de reconciliación: su medio ambiente único, su biodiversidad lujosa y la necesidad que tiene el país de restaurarla y gestionarla de forma adecuada. 

Colombia es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo. Esta biodiversidad opulenta ha sido una de las principales víctimas del conflicto interno. Grupos guerrilleros han utilizado los parques naturales y las zonas ricas de biodiversidad como campos de batalla. Y, aunque su presencia, en algunos casos, ha ayudado a proteger estas zonas de los asentamientos humanos y los proyectos de desarrollo, también ha provocado la degradación del medio ambiente. Los grupos armados han atacado directamente al medio ambiente mediante la voladura de oleoductos y la tala masiva de árboles para sembrar cultivos ilícitos. Por lo tanto, la reparación del daño ambiental es un importante reto que el país debe enfrentar después de la firma del acuerdo final. La buena noticia es que la reparación del medio ambiente puede ser una herramienta útil para el proceso de reconciliación, hay varios casos en el mundo que nos muestran cómo esto puede ser así.

Pozos Azules en Minca, Magdalena, en la Costa Caribe de Colombia, ahora un destino turístico popular, fue protegido de degradación ambiental por la presencia de la guerrilla que prohibió la entrada de visitantes. Ahora el bello lugar recibe una cantidad insostenible de turistas que arrojan basura y otros contaminantes en la zona. Fuente: Sailing Nomad.

En escenarios de posconflicto en países como Afganistán, Mozambique y Nepal, actividades de restauración y conservación del medio ambiente han demostrado ser plataformas útiles para restablecer la confianza entre ex combatientes y comunidades. Además, la participación de ex combatientes en la gestión de los recursos naturales y la restauración del medio ambiente ha contribuido a reforzar su condición de ciudadanos civiles, lo que facilita su reintegración social y política. La lógica detrás de estos ejemplos y las lecciones aprendidas de ellos son pautas importantes que muestran cómo los procesos de reconciliación y modelos de justicia de transición se pueden vincular a las medidas de protección del medio ambiente y de restauración que se deben enfrentar e implementar cuando se termina el conflicto.

Vamos a empezar con Afganistán. En 2003, cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por su sigla en inglés) entró al país para llevar a cabo una evaluación ambiental posconflicto, las montañas cubiertas de árboles habían desaparecido; lo que quedaba eran miles de hectáreas de tierra seca y, si algo, recursos escasos. El UNEP estima que en los últimos 20 años el bosque y el arbolado, en algunas provincias, se redujo entre un 50 y un 70 por ciento, un dato especialmente preocupante considerando que el 80 por ciento de la población depende de los recursos naturales para su subsistencia.

Para hacer frente a esta situación, el Gobierno, junto con la financiación internacional, creó el programa Cuerpo de Conservación de Afganistán  (CCA). A través de este proyecto, los ex combatientes y las poblaciones vulnerables que dependen de los recursos forestales fueron contratados para reforestar los bosques de pistacho y los bosques de las coníferas del Este. Según el UNEP, «el CCA ha trabajado a través de los consejos de desarrollo de la comunidad local y los líderes tradicionales, utilizando un enfoque participativo para identificar los problemas y las oportunidades potenciales para facilitar la sostenibilidad a largo plazo de los proyectos » (Traducción libre). Además del éxito en la reforestación de las provincias y en el brindar a las personas los medios de vida sostenibles, dicho programa también ha promovido el diálogo, la participación y el fomento de la confianza entre las comunidades y los ex combatientes

Mozambique implementó un enfoque similar. Sin embargo, éste se centra en la restauración de áreas protegidas que habían sido afectadas por el conflicto, en lugar de restablecer los medios de subsistencia que dependen de los recursos naturales, como ocurrió en Afganistán. El Parque Nacional de Gorongosa fue enormemente afectado por la guerra civil que tuvo lugar en el país entre 1977 y 1992. Durante la guerra, dicho espacio fue capturado por grupos rebeldes. Al terminar el conflicto miles de desplazados internos se establecieron dentro de sus límites. La presión que esto tuvo sobre los recursos naturales y su extracción no controlada dejó al parque en un estado crítico.

El Parque Gongorosa en Mozambique. Fuente: F Mira.

En 1994, dos años después del fin de la guerra civil, ex combatientes de diferentes grupos armados fueron designados como guardas de caza o guarda parques. Su conocimiento sobre el parque y las habilidades especiales que habían desarrollado durante la guerra civil, como el seguimiento de los animales y la caza furtiva, fueron muy relevantes para la recuperación de dicho espacio. La comunidad que rodeaba la zona se vinculó al proyecto, y,  a cambio de información sobre la actividad ilícita que sucedía dentro del parque, los guardias otorgaban permiso para tomar ventaja de algunos de los recursos de la misma. Esto contribuyó con el diálogo y la confianza, no sólo entre combatientes de los diferentes grupos armados, sino también entre ellos y las comunidades. Además de la exitosa recuperación del parque, el proyecto aportó al proceso de pacificación, al dar a los ex combatientes y a las comunidades un sentido de propósito común.

Nepal tiene una historia ligeramente diferente. Después de que el Acuerdo de Paz se firmó en el año 2006, los combatientes maoístas desmovilizados fueron confinados en 28 cantones, mientras esperaban su proceso de reintegración. A pesar de que este proceso debía durar un año, se prolongó durante seis. La presencia de miles de ex combatientes puso una enorme presión sobre los recursos naturales y las comunidades vecinas. Para contrarrestar tales efectos, en algunos de los campos, los ex combatientes fueron entrenados para probar el agua y alertar cuando la calidad de ésta parecía estar por debajo de los estándares. Estos servicios se extendieron a las comunidades de los alrededores, lo cual alivió las tensiones y promovió la toma de decisiones inclusiva para la gestión de los recursos naturales locales.

Como muestran estos ejemplos, la gestión ambiental y la restauración pueden ser una herramienta útil para promover y contribuir con el diálogo y la confianza en situaciones posteriores a los conflictos. En este sentido, la degradación causada por los conflictos armados y los numerosos retos que el proceso de consolidación de la paz puede suponer para los recursos naturales hacen de ésta una oportunidad valiosa. Sin embargo, el posconflicto puede representar también una seria amenaza para el medio ambiente. Si los ecosistemas no se restauran y los recursos naturales no se gestionan adecuadamente, las tensiones sobre los recursos podrían generar una recaída en el conflicto. Por lo tanto, los esfuerzos de desmovilización y reintegración deben dirigirse en esta dirección, no sólo porque representan una plataforma adecuada para la reconciliación, sino también porque pueden ayudar a garantizar un proceso de consolidación de la paz sostenible y exitoso. Además, el enfoque de justicia restaurativa implementado en el proceso de paz colombiano exige medidas ambientales. La biodiversidad de Colombia es otra de las víctimas del conflicto armado y la justicia de transición debe reconocer este hecho.

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