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A pesar que el 98% de denuncias de violencia sexual son reales, las que determinan cómo tratamos a las víctimas de esta violencia son las 2% falsas.

A pesar que el 98% de denuncias de violencia sexual son reales, las que determinan cómo tratamos a las víctimas de esta violencia son las 2% falsas.

En las dos últimas semanas Colombia ha seguido de cerca la historia de una conductora del SITP que denunció una violación, y el luego se retractó. Sin entrar en debates sobre la ocurrencia de los hechos que narró la conductora, parece un momento oportuno para aclarar unos conceptos erróneos sobre las denuncias “falsas” y reconsiderar el tratamiento que el sistema judicial y los medios de comunicación dan a quienes declaran haber sido víctimas de violencia sexual.

Veamos la dinámica de este tipo delitos en la realidad. Se estima que entre el 25 y 36% de mujeres han sido víctimas de violencia sexual. No obstante, según la Casa de la Mujer, el 82,1% de las mujeres víctimas de violencia sexual no denuncian. Además, el porcentaje de denuncias que dan lugar a un arresto, juicio y condena es mucho menor, entre 1 y 10% del total de las denuncias. Esto quiere decir que hay muchas más violaciones de las que se denuncian, y que la gran mayoría de las personas que cometen estos delitos quedan en impunidad.

A pesar de este hecho indignante, los casos de violencia sexual que más llaman la atención en los medios de comunicación, y provocan la furia de las redes sociales son los que forman el estimado 2%. Es decir, las denuncias por violación sexual que son falsas.

En el caso de la conductora del SITP, los medios construyen la imagen de un Estado y sistema judicial sensible respecto a la víctima, eficaz, cuyo único interés es encontrar los responsables de semejante acto salvaje. Según medios como El Espectador, la Revista Semana y otros, después de la denuncia, “las autoridades actuaron casi instantáneamente. Buscaban frenéticamente los responsables de tan aberrante hecho. El país se volcó en busca de los victimarios”, y la víctima tuvo acompañamiento “24 horas al día”.

La realidad de la gran mayoría de casos de violencia sexual no tiene nada que ver con esta construcción. Según organizaciones como SISMA Mujer, la inadecuada actuación del sistema judicial frente a casos de violencia sexual es una de las razones más fuertes por las cuales las víctimas no denuncian.

Las víctimas de violencia sexual temen una revictimización a través del proceso judicial, ya que la Policía y la Fiscalía (e incluso los jueces) les piden revivir el hecho una y otra vez, haciendo preguntas y comentarios inapropiados y basados estereotipos de género. Tienen miedo de pasar por un proceso judicial sin contar con la protección estatal adecuada, sin ningún tipo de acompañamiento o atención psicología, lo cual llevó a que este año, cinco organizaciones demandaran al Estado por su pésima atención en salud para las víctimas de violencia sexual. Temen que la Policía no les crea y que les haga sentir como si ellas mismas estuvieran siendo investigadas. Quieren evitar la estigmatización que enfrentarán durante el proceso, y por tanto no confían en el sistema judicial.

La forma en que los medios hablan de la conductora del SITP y otros casos en los cuales han denunciado una supuesta violencia sexual demuestra que el sistema judicial no es el único que impide que las víctimas de estos crímenes hagan denuncias. Cuando el caso tiene cobertura mediática, ¿cuánto tiempo se tardan en dudar de la denunciante?, ¿cuántas veces sugieren que la mujer tuvo sexo consensuado, y después se arrepintió, denunciando la agresión por venganza a una ex pareja, o por atención (como el caso de la supuesta violación en Andrés Carne de Res hace un par de años)? ¿Cuántas mujeres han recibido amenazas de muerte por denunciar a personas importantes involucradas en violaciones?

Se justifica no creer a una víctima de violencia sexual de muchas maneras: la supuesta falta de credibilidad de la víctima por “inconsistencias” en su versión de los hechos o testimonio (como en el caso de la conductora del SITP), esto a pesar que muchas víctimas de este tipo de trauma tienen memorias inconsistentes del hecho; la falta de pruebas físicas (cuando en muchos casos estas no existen); o el hecho de considerar que la víctima no se comportó como “debía” hacerlo una víctima de este delito. Creencias como estas son las que propagan la idea que muchas denuncias de violencia sexual son falsas y que no se puede confiar en estas denuncias.

No se trata de disminuir las protecciones jurídicas de los acusados de violencia sexual, sino de reconocer que la gran mayoría de denuncias de violencia sexual no son falsas y que la forma en que tratamos y hablamos de víctimas de violencia sexual y denuncias falsas tiene un impacto directo en los índices de baja denuncia de este tipo de crimen, en la actuación de las autoridades judiciales, y en la revictimización de las personas afectadas por estas conductas cuando deciden denunciar.

De interés: Violencia sexual

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