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La represión del régimen de Maduro a los opositores ha sido además salvaje: miles de detenidos, torturas, decenas de muertes, un número indeterminado de desaparecidos, censura, cancelación de pasaportes, etc. | EFE

Inquieta que no haya una condena inequívoca a la represión y que haya desaparecido cualquier referencia a la necesidad de una verificación internacional independiente de las actas, pues, reitero, no puede confiarse ni en el CNE ni en el Tribunal Supremo, que son instituciones totalmente cooptadas por Maduro.

Inquieta que no haya una condena inequívoca a la represión y que haya desaparecido cualquier referencia a la necesidad de una verificación internacional independiente de las actas, pues, reitero, no puede confiarse ni en el CNE ni en el Tribunal Supremo, que son instituciones totalmente cooptadas por Maduro.

A pesar de que algunos, especialmente en la izquierda, no quieran verlas, las evidencias del fraude en Venezuela son claras. El Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha presentado ningún acta de votación para sustentar la elección de Maduro, mientras que la oposición ha publicado miles, que no han sido refutadas por el Gobierno ni por el CNE, y que muestran una victoria contundente de Edmundo González. Esos resultados coinciden además con las tendencias de las encuestas, tanto las hechas días antes de la elección, que pueden equivocarse por cambios de opinión de última hora, como las realizadas a boca de urna, que suelen acertar.

Pero si algún lector mantiene aún alguna duda sobre el fraude, existe una prueba de oro, que es la confesión culposa del CNE de su trampa debido a su propia torpeza, como lo destacó Héctor Abad en su columna del pasado domingo, que coincide con constataciones hechas en X por otros analistas, como Leo Tornarolli.

El tema es matemático, por lo que les pido alguna indulgencia, pero vale la pena. Después de varias horas de espera, por un supuesto ataque cibernético nunca probado, el CNE proclamó a Maduro presidente con el 80 % de las mesas escrutadas. Habría 10’058.774 votos repartidos así: 5’150.092 para Maduro, 4’445.978 para González y 462.704 para el resto. El CNE señaló igualmente los porcentajes para cada uno: 51,2 % para Maduro, 44,2 % para González y 4,6 % para el resto.

La cosa parece matemáticamente sólida, pues los porcentajes suman 100 y el total de votos corresponde a la suma de los de Maduro, González y el resto. El problema surge al calcular los porcentajes a cinco decimales por cuanto resulta un porcentaje exacto: 51,20000 % para Maduro, 44,20000 % para González y 4,60000 % para el resto. Les invito a que verifiquen.

El asunto es que la probabilidad de que con más de 10 millones de votos haya un resultado exacto de los porcentajes de las tres opciones a cinco decimales es mínima, casi cercana a 0. Abad menciona que Camilo Arias, PhD en matemáticas, le dijo que la probabilidad era una en millones. Una colega economista hizo el cálculo con mi análisis y me dijo que coincidía con Arias. La probabilidad era mínima.

Es matemáticamente posible que los decimales sean iguales, pero es tan improbable que es prácticamente imposible que los resultados presentados por el CNE sean reales. Si no me creen, revisen las votaciones en países democráticos en todas partes del mundo en las últimas décadas y no encontrarán ningún resultado semejante. Esas cifras fueron fabricadas de forma burda: el CNE escogió los porcentajes y luego calculó la votación de los candidatos. Así decidió que Maduro tendría 51,2 %, González 44,2 % y los otros 4,6 %. Y a partir del total de votos registrados, el CNE calculó y redondeó los votos.


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El fraude es entonces claro. La represión del régimen de Maduro a los opositores ha sido además salvaje: miles de detenidos, torturas, decenas de muertes, un número indeterminado de desaparecidos, censura, cancelación de pasaportes, etc. En ese contexto, aunque he apoyado la prudencia del Gobierno Petro para intentar ayudar a una salida a la crisis venezolana, preocupa que su segundo comunicado con Brasil y México sea aún más débil que el primero, que ya era problemático. En especial, inquieta que no haya una condena inequívoca a la represión y que haya desaparecido cualquier referencia a la necesidad de una verificación internacional independiente de las actas, pues, reitero, no puede confiarse ni en el CNE ni en el Tribunal Supremo, que son instituciones totalmente cooptadas por Maduro.

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