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Cientos de cartageneros han salido a la calle para borrar la publicidad con la que las candidaturas al Congreso inundaron el espacio público. Un acto valioso en una ciudad cuyos dirigentes se hallan inmersos en graves casos de corrupción.

Cientos de cartageneros han salido a la calle para borrar la publicidad con la que las candidaturas al Congreso inundaron el espacio público. Un acto valioso en una ciudad cuyos dirigentes se hallan inmersos en graves casos de corrupción.

Cientos de cartageneros y cartageneras han salido a la calle los domingos de las últimas dos semanas a borrar con pintura blanca la publicidad política con la que las candidaturas al Congreso comenzaron a inundar parques, plazas, paredes públicas, y hasta los canales de los caños que recorren la ciudad.

La acción ciudadana que empezó en los primeros días de enero en el corregimiento de Bayunca se ha extendido con fuerza por muchos barrios de la ciudad. Apoyados en las redes sociales (entre otras, una página Facebook -“Salvemos a Cartagena”- y en un grupo de WhatsApp “Resistencia Cartagena”), ciudadanía antes dispersa en diferentes sectores se ha juntado movida por una causa común: ponerle freno a la publicidad que sirve de plataforma a nombres y partidos que han contribuido a la grave crisis que atraviesa Cartagena.

Saben que las candidaturas tienen derecho a anunciarse, por eso hasta ahora las intervenciones no incluyen espacios privados, ni aquellos autorizados por el Distrito. Tremendo reto tiene ahora la Secretaría del Interior y Convivencia: estar a la altura ciudadana. No solo impidiendo el desborde de publicidad que crece sin control en esta época, sino cuidando muy bien qué autoriza, porque hay una clara orden ciudadana de proteger espacios como parques, plazas, canales, y bienes públicos.

Pero las paredes blancas no han quedado así. Como expresión de rechazo a la grave crisis de la ciudad (el alcalde renunció y está detenido en medio de un proceso de corrupción, en el que se están imputados más de la mitad de los concejales) la gente deja mensajes muy poderosos, en el contexto en el que se escriben, como “Paren la corrupción”, “Despertemos”, “Fuera los politiqueros”, “No comas cuento, vota bien”, “Despierta, habla, lucha por Cartagena” o un simple reclamo: “Alcantarillado ya”.

En medio de este emocionante activismo, que se está convirtiendo en un movimiento contra la corrupción, esta semana el Gobierno nacional convocó a elecciones atípicas. Cartagena volverá el 15 de abril a las urnas para elegir un alcalde que gobernará durante 20 meses, y tendrá la difícil tarea encomendada al encargado Sergio Londoño: apagar los incendios que deja la cadena de interinidades que empezó hace ya 6 años.

Por lo visto hasta ahora, este movimiento tiene clara su tarea de seguir desarrollando acciones renovadoras, pacíficas y articuladas que condenen la corrupción e inviten a votar bien. Falta lo más duro: no quedarse como anécdota, no permitir que el éxito de la iniciativa se corrompa y dar un salto más poderoso que estremezca a la ciudadanía. Cartagena necesita a esos jóvenes empoderados de los domingos haciendo veeduría permanente a lo público, combatiendo el abstencionismo, estimulando acciones verdaderamente políticas (no electoreras), y desde ahí, trascendiendo. Todos y todas debemos sumarnos.

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