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Tomarse en serio el derecho a la salud y a la alimentación de niños y niñas, requiere que el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación regulen la venta y publicidad de ultraprocesados en instituciones educativas.

Tomarse en serio el derecho a la salud y a la alimentación de niños y niñas, requiere que el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación regulen la venta y publicidad de ultraprocesados en instituciones educativas.

El 16 de octubre se celebró el día mundial de la alimentación, el objetivo de esta conmemoración es reflexionar sobre la malnutrición y sus efectos en la población más vulnerable, entre ellas niños y niñas. En este contexto, vale la pena preguntarnos ¿cómo se está alimentando la infancia en Colombia? La última Encuesta Nacional de Salud en Escolares(ENSE) indica que cuatro de cada cinco consumen productos de paquete una vez a la semana. El 63,6 % de los escolares consume gaseosas por lo menos una vez al día, y existe una mayor tendencia de este hábito en los colegios del sector oficial (66,2 %). Frente al consumo de frutas y verduras, según esta misma encuesta, nueve de cada diez escolares no cumplen con lo mínimo recomendado por la OMS. Además, el 76,5 % tampoco incluye lácteos en su dieta con la frecuencia recomendada por esta organización.

Según la OMS, el consumo de ultraprocesados en la niñez es central en el aumento de la obesidad, así como en el riesgo de sufrir enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). La Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN) refleja que, en 2005, el 4,3 % de la población escolar (niños y niñas entre 5 y 12 años) tenía exceso de peso. Para 2015, llegó a 24,4 %. Es decir, en tan solo diez años, la población escolar con exceso de peso se quintuplicó.

El ambiente escolar es uno de los entornos alimentarios más relevantes en nuestra vida, pues es en este lugar donde se refuerzan, moldean o enseñan comportamientos y hábitos que influencian nuestros patrones y preferencias de consumo. Allí, por lo general, nos conectamos de manera especial con productos y alimentos. Esto resulta especialmente importante para el mantenimiento de dietas tradicionales, pues es a través de los alimentos que las culturas se expresan.

Así, el entorno escolar, debe ser entendido como un espacio donde cobra vida la comunidad educativa, no sólo para impartir conocimiento sino para fomentar el desarrollo de las niñas, los niños y los jóvenes a través del estímulo de habilidades y destrezas para cuidar su salud. Entonces, si bien es cierto que las preferencias alimentarias están influenciadas por una combinación de factores individuales, como cuestiones psicológicas y culturales, así como factores sociales, diversos estudios han demostrado la especial importancia de aspectos ambientales, que se concretan en la disponibilidad, la accesibilidad y la calidad de los alimentos presentes en los entornos en los que nos relacionamos.

Tomarse en serio el derecho a la salud y a la alimentación de niños y niñas, requiere que el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación regulen la venta y publicidad de ultraprocesados en instituciones educativas, ya que hay evidencia de que si este espacio tiene una oferta alimentaria basada en productos como paquetes, jugos de caja, golosinas, etc., se aumenta el riesgo de obesidad en niños y niñas. Desde Dejusticia hemos sido enfáticos en la importancia que tiene que la oferta de alimentos, no sólo potencie las habilidades físicas y cognitivas de los estudiantes y así procurar que el ambiente escolar sea un lugar en favor del desarrollo de su comunidad, sino que también fomente dietas tradicionales acordes con los territorios.

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