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Deforestación, Colombia, Iván Duque

La meta de deforestación que Iván Duque estableció en las bases del Plan Nacional de Desarrollo tiene el objetivo de mantener las cosas como están. | EFE

Los indicadores pueden ser un arma de doble filo: sirven para que los ciudadanos hagamos un monitoreo a lo que pasa en los gobiernos, pero también son una herramienta para mostrar gestión de forma fácil.

Los indicadores pueden ser un arma de doble filo: sirven para que los ciudadanos hagamos un monitoreo a lo que pasa en los gobiernos, pero también son una herramienta para mostrar gestión de forma fácil.

¿Me creería si le digo que el gobierno de Iván Duque está de acuerdo con que durante cuatro años se talen más de 200.000 hectáreas de bosque? ¿O que el de Santos haya asegurado que cumplió con sus metas de deforestación? Créalo, porque eso dicen los números.

La meta de deforestación que Duque estableció en las bases del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2018 – 2022 tiene el objetivo de mantener las cosas como están. No sé si es por mala fe o si se trata de un error en el cálculo, pero al revisar este documento es fácil darse cuenta del problema.

El indicador del PND es ‘Crecimiento de la deforestación a nivel nacional respecto al año anterior’.  ¿Qué significa eso? Es difícil de saber porque existen dos formas útiles de medir la deforestación: por el número de hectáreas que se pierden en un año o comparando el aumento de la deforestación entre un año y otro (la tasa de deforestación).

Gracias a que la línea base de Duque es 23 por ciento y la meta es cero, es fácil inferir que a lo que se refiere el PND es a la tasa de deforestación, que creció en un 23 por ciento entre el 2016 y el 2017.

 

Pero lo más grave del indicador no es lo ambiguo del término que utiliza. Lo realmente preocupante es que la meta que plantea es inútil para mejorar la situación. De hecho, promueve que se mantenga todo como está. Esto significa que la meta se cumple si no se deforesta ni una hectárea más que en 2017. En otras palabras, el gobierno puede celebrar si después de cuatro años se talan 219.973 hectáreas de bosque. Son casi dos veces el tamaño de Bogotá.

El indicador de Duque difiere bastante al del gobierno anterior. Santos se concentró en hectáreas deforestadas en vez de la tasa y se comprometió a que en 2018 la tala de bosques alcanzaría un máximo 90.000 hectáreas por año.

Me espanté con la meta de Duque y empecé a averiguar para qué sirven los indicadores en los gobiernos. A través del Sistema Nacional de Evaluación de Gestión y Resultados del DNP, en Colombia se le hace seguimiento a cada una de las metas propuestas por los diferentes gobiernos. Aprovechando esto, busqué los informes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible sobre el gobierno Santos, pues quería saber cómo habían reportado el incumplimiento de la meta de deforestación.

El ministerio reporta que cumplieron su meta en un 158 por ciento, cuando la deforestación creció en el cuatrienio del segundo mandato de Santos. De acuerdo al Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), entre 2014 y 2015 se deforestaron 124.035 hectáreas, entre 2015 y 2016 fueron 178.597 y en el periodo 2016 y 2017 se talaron y quemaron 219.973.

La meta, claramente, no se cumplió y ese 158 por ciento es igual a 219.973. Como se deforestó más de lo que se planteó, consideran ese excedente como un logro. El gobierno Santos utiliza sus indicadores para mostrar que fue muy exitoso en materia de deforestación y que alcanzó sus objetivos con creces.

 

Los indicadores pueden ser un arma de doble filo: sirven para que los ciudadanos hagamos un monitoreo a lo que pasa en los gobiernos, pero también son una herramienta para mostrar gestión de forma fácil. En el caso de Santos, se aprovecharon de las matemáticas para mostrar un falso cumplimiento de la meta de deforestación. Por su parte, Duque está empezando su mandato con un indicador que podría usar a futuro para decir fácil que está ganando la lucha contra la deforestación.

La deforestación es el reto ambiental más grande para el gobierno. Debe contribuir a cumplir sus compromisos internacionales, como las metas de Aichi (tienen plazo hasta 2020 y probablemente las incumplirán) y el Acuerdo de París (imposible de alcanzar sin reducir la deforestación).

Además, a nivel nacional tienen que cumplir con una sentencia de la Corte Suprema de Justicia, producto de una tutela que interpusieron 25 niños y jóvenes de todo el país. La Corte le ordenó al gobierno crear un plan de acción para reducir la deforestación en la Amazonía y un pacto intergeneracional para proteger la vida de esta región.

¿Serán estos malos indicadores errores genuinos o una maniobra para asegurar el éxito?

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