¿Los niños y las niñas primero?
Carolina Villadiego Burbano Agosto 14, 2017
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Nuestros gobernantes y políticos nos tienen acostumbrados a discursos en donde dicen que los niños y las niñas están en el centro de sus gobiernos y de sus políticas, pero la realidad es distinta. Por eso, es hora de colocar a los niños y a las niñas en el centro del Estado.
Nuestros gobernantes y políticos nos tienen acostumbrados a discursos en donde dicen que los niños y las niñas están en el centro de sus gobiernos y de sus políticas, pero la realidad es distinta. Por eso, es hora de colocar a los niños y a las niñas en el centro del Estado.
Un silencioso pero importante problema atraviesa América Latina: la violencia en contra de miles de niños y niñas menores de 18 años. En la casa, en la escuela, en la calle, en las instituciones estatales, en fin, en todas partes. Cometida por familiares, amigos, funcionarios, profesores y desconocidos. Aunque las legislaciones nacionales declaran que los derechos de los niños y las niñas son prevalentes y que deben primar, en la práctica, ni son prioritarios ni están realmente garantizados.
Pareciera que nos hemos acostumbrado a las noticias sobre la violencia en contra de niños y niñas. En Mendoza (Argentina), varios sacerdotes fueron acusados de violar a niños con discapacidad auditiva en un instituto donde debían protegerlos. En Bogotá (Colombia), un hombre secuestró, torturó, violó y mató a una niña de 7 años cuya familia era desplazada por la violencia. En México, niños y niñas migrantes acompañados y no acompañados que huyen a Estados Unidos ante la amenaza de ser reclutados por las pandillas, son detenidos, privados de la libertad y deportados.
Según información recopilada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en 2009, cuarenta millones de niños y niñas menores de 15 años habían sido víctimas de abuso, violencia y abandono en la región. En varios países, la mayoría de víctimas de abuso sexual eran niñas, y muchas veces vivían con sus agresores.
Unicef dijo que el castigo físico en contra de niños y niñas se utiliza en varias escuelas de la región. Además, muchas niñas y adolescentes sufren violencia sexual por parte de sus profesores y otros estudiantes. Agrega Unicef, que prácticas de abuso en contra de niños y niñas se replican en instituciones estatales establecidas para proteger y garantizar sus derechos, como por ejemplo, en hogares de acogida, en hogares de adopción, en centros donde se cumplen las medidas sancionatorias cuando son responsables de delitos, entre otras.
En la calle, la situación de violencia en contra de niños y niñas no mejora. Unicef reportó que son víctimas de armas de fuego, explotados sexual y comercialmente, reclutados por organizaciones armadas ilegales, víctimas de trata de personas y de violencia a través de internet, entre otras. En El Salvador, por ejemplo, varios niños y niñas son víctimas de esclavitud sexual y laboral por parte de las pandillas. En Honduras, las pandillas los reclutan para cometer crímenes atroces.
En 2012, América Latina y el Caribe tenía la tasa más alta de homicidios de niños y niñas en el mundo, esto es 12 niños por cada 100.000 habitantes. En Venezuela, Guatemala y El Salvador, esta tasa era superior a 20.
Gráficos disponibles en: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37318/4/S1420868_es.pdf
Ni que decir de las afectaciones a los derechos de niños y niñas que pertenecen a pueblos indígenas. Según la Cepal, el 88% de ellos ha sufrido algún tipo de privación de sus derechos en la región. Por ejemplo, uno de cada cinco niños indígenas tiene su derecho a la educación vulnerado. En Colombia, además, casi un centenar de niños y niñas del pueblo Wayuu murió por desnutrición en 2016. Una situación similar enfrentó Argentina en 2015. Como si esto fuera poco, la brecha entre la privación del derecho a la vivienda y al agua es mucho mayor en el caso de los niños indígenas que en los de los no indígenas.
Gráfico disponible en: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37318/4/S1420868_es.pdf
Estos son solo algunos problemas que aquejan a la población infantil en la región. Nuestros gobernantes y políticos nos tienen acostumbrados a discursos en donde dicen que los niños y las niñas están en el centro de sus gobiernos y de sus políticas, pero la realidad es distinta. Por eso, es hora de colocar a los niños y a las niñas en el centro del Estado y no en el margen donde siempre han estado.
No se necesitan más leyes, porque en general las legislaciones en materia de infancia y adolescencia son buenas. Se necesitan acciones. Por ejemplo, priorizar el presupuesto asignado para garantizar sus derechos (alimentación, educación, salud, saneamiento básico, etc.). Fortalecer el presupuesto de las instituciones estatales encargadas de su bienestar, y vigilar seriamente a quienes prestan los servicios en ellas. Controlar la violencia en las escuelas y en la calle. Perseguir a quienes los utilizan, los explotan y los violentan. Tomarse en serio la violencia intrafamiliar e invertir en su prevención y sanción. En fin, dejar de pensar en poner a los niños primero, y realmente hacerlo.
Todas las gráficas estan disponibles aquí..
Foto destacada: Stéphanie Vé