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¿Qué significa realmente otorgarle derechos a la naturaleza? ¿Cómo pueden materializarse los derechos de la naturaleza? ¿Y de qué derechos estamos hablando? | Austin Neill, vía Unsplash

Todavía no estoy segura de cuál sea la mejor manera de garantizar un futuro sostenible y una protección ambiental sólida. Sin embargo, Kawsak Sacha me ha ayudado a entender que debemos escuchar las voces y propuestas de las comunidades que históricamente han habitado un territorio para conservarlo.

Todavía no estoy segura de cuál sea la mejor manera de garantizar un futuro sostenible y una protección ambiental sólida. Sin embargo, Kawsak Sacha me ha ayudado a entender que debemos escuchar las voces y propuestas de las comunidades que históricamente han habitado un territorio para conservarlo.

El año pasado, la mayoría de los colombianos celebraron una sentencia de la Corte Constitucional que le otorgó derechos al Río Atrato, una cuenca biodiversa y ecológicamente rica en la costa pacífica del país que se ve severamente amenazada por la minería ilegal. La decisión fue innovadora y  se concibió como un paso hacia adelante para la protección ambiental. Unos meses después, la Corte Suprema colombiana siguió el ejemplo de la Corte Constitucional y declaró la Amazonia un sujeto de derechos. Su proclamación fue una estrategia para prevenir la deforestación y proteger los derechos de veinticinco demandantes menores de veinticinco (representados por Dejusticia), quienes estaban siendo amenazados por la ineficiencia del gobierno en el combate contra la deforestación. Además de representar la primera tutela sobre cambio climático en Latinoamérica, el caso fue visto como un avance decisivo en la protección del pulmón más importante del planeta.

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Foto: Maarten van den Heuvel, Unsplash

Aunque consideré ambas decisiones innovadoras y celebré que una nueva forma de ver, comprender y relacionarse con la naturaleza comenzaba a avanzar, tuve entonces y sigo teniendo dudas. ¿Qué significa realmente otorgarle derechos a la naturaleza? ¿Cómo pueden materializarse los derechos de la naturaleza? ¿Y de qué derechos estamos hablando? ¿Dónde deja ese reconocimiento a las comunidades que tradicionalmente han poblado y ayudado a conservar los territorios en cuestión? ¿Acaso es reconocer los derechos de la naturaleza la forma más efectiva de proteger un medio ambiente en rápido deterioro? ¿Será la mejor?

Aún no tengo respuestas a esas interrogantes, pero hace unos días asistí a una reunión que me generó el mismo sentimiento de inquietud.  La reunión fue sobre Herencia Colombia, un programa nuevo que pretende generar un incremento en el número de hectáreas en áreas protegidas y su sostenibilidad financiera a largo plazo. Creo que fui la única participante en la reunión que no se dedicaba especialmente a temas de conservación, y me sorprendió la poca mención que se hizo de las comunidades que habitan áreas protegidas. Supongo que es eso lo que me desconcierta en discusiones sobre los derechos de la naturaleza: ¿cómo podemos separar a la naturaleza de los seres humanos? ¿Deberíamos?

Unos días después de la reunión, discutí el tema con un colega de Dejusticia que volvía de una visita al territorio Sarayaku en la Amazonia ecuatoriana. Me contó sobre Kawsak Sacha, un concepto Kichwa que se traduce a “selva viviente.” Más allá de dicha concepción, Kawsak Sascha es una iniciativa Sarayaku que persigue reconocimiento nacional e internacional como categoría de área protegida en la que no existen divisiones entre seres humanos y naturaleza. Fue presentada por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático del 2015 en París.

Leyendo sobre Kawsak Sacha, me pareció interesante que comprende la selva y los seres vivos y espirituales que la habitan – incluyendo a los seres humanos – como una totalidad que no puede ser divida y debe ser vista de manera holística para prosperar. No es ésta una discusión sobre si la naturaleza debe o no tener derechos; sobre si las comunidades deben tener derechos sobre territorios específicos; o sobre si la naturaleza debe ser protegida porque posee un valor intrínseco o porque es esencial para satisfacer las necesidades de los seres humanos. Kawsak Sacha transciende esas discusiones y comprende la jungla y las comunidades y seres espirituales que históricamente la han habitado, utilizado y protegido como un todo.

Ecuador es un buen ejemplo de cómo y por qué nuestras discusiones deben incluir conceptos nuevos, como Kawsak Sacha. La Constitución ecuatoriana es una de las pocas cartas magnas que reconocen a la naturaleza como un sujeto poseedor de ciertos derechos, y también reconoce los derechos territoriales colectivos de las comunidades indígenas. Sin embargo, esas garantías constitucionales han sido insuficientes para proteger los territorios indígenas y la relación espiritual que existe entre sus comunidades y el medio ambiente. Los Kichwas alegan que en el país la naturaleza es vista únicamente como un espacio verde, y no como un espacio que contiene seres vivos que existen en un equilibrio integral y armónico.

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Foto: Amy Rollo, Unsplash

La declaración Kawsak Sacha será presentada oficialmente en un evento en Quito, Ecuador del 25 al 29 de julio de este año. Con la declaración, los Kiwchas pretenden preservar y conservar sus espacios territoriales de manera sostenible, así como la relación material y espiritual que existe entre los pueblos indígenas y la selva viviente. También procuran garantizar su derecho a la auto-determinación y poder de decisión sobre sus tierras y modos de vida. Su planteamiento es una de las propuestas de conservación más radicales elaboradas por pueblos indígenas, y podría ser una fórmula interesante para otras comunidades. Se resume de la siguiente manera:

“El mundo entero está poblado por seres que sostienen al planeta gracias a su forma de vivir en interrelación y diálogo continuo. Esta visión no es ni una mera creencia ni tampoco un simple concepto conservacionista. Más bien es una llamada global a que todos volvamos a sentir esta realidad en el interior mismo de nuestro pensamiento. Este giro solo será posible cuando aprendamos a escuchar y a dialogar con estos otros seres, quienes forman parte de una conversación cósmica que va mucho más allá del diálogo de sordos sostenido hasta ahora entre nosotros los humanos.”

Todavía no estoy segura de cuál sea la mejor manera de garantizar un futuro sostenible y una protección ambiental sólida. Ni siquiera tengo la certeza de que haya una forma correcta. Sin embargo, Kawsak Sacha me ha ayudado a entender que debemos escuchar las voces y propuestas de las comunidades que históricamente han habitado un territorio para conservarlo, y que el reconocimiento de su rol en la conservación y mantenimiento del valor ecológico debe ser nuestro punto de partida.

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