Mujeres robando pantalla: cuando Cine-Mujer quiso mostrar otros mundos en Colombia
Dejusticia Agosto 3, 2016
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El feminismo de Cine-Mujer reivindica esas luchas invisibles para hacerlas visibles y para convencernos de que es en la cotidianidad donde se cocina el cambio, donde se hace el feminismo
El feminismo de Cine-Mujer reivindica esas luchas invisibles para hacerlas visibles y para convencernos de que es en la cotidianidad donde se cocina el cambio, donde se hace el feminismo
Cine-Mujer fue un colectivo de cine feminista de los años 80 en Colombia. A través del cine, nos contaron historias de mujeres invisibles que, desde los márgenes, hicieron pequeñas revoluciones.
Aquí un abrebocas (a través de tres ejemplos) de lo que fue este maravilloso proyecto.
I
En medio de una gran carcajada, Myriam dice que el papá de sus hijos «no nació para una obligación». Ella siempre repite, a modo de broma personal, que él se fue a pasear. La verdad es que, escapando de un hombre maltratador, Myriam llegó a Bogotá y encontró en un barrio de invasión la posibilidad para empezar su vida de nuevo.
II
En la Costa Atlántica está Carmen Carrascal, madre de 9 hijos, quien cuenta entre tímidas risas que se dedica a coser canastos y a las cosas de la casa. Su esposo se pone bravo porque dice que ella no busca oficio, que eso de los canastos es un juego. «Él dice que yo ya estoy por mi cuenta, que yo me gobierno sola», comenta. Pero a ella le parece que lo que hace está bien: considera que es una trabajadora y que debería recibir un sueldo como cualquier empleado del país.
III
Bogotá otra vez. En un barrio residencial de clase media, un ama de casa apaga el despertador a las 5:50 de la mañana para empezar una frenética rutina al ritmo de la canción «Bailando Suave» de Ray Barretto. Mientras su esposo y sus hijos duermen los apetecidos cinco minuticos más, la mujer compra la leche, la pone a hervir, prepara el desayuno para cuatro, baña y arregla a los niños, recoge la mesa, arregla la cocina. Todo esto, mientras, con una rapidez envidiable, sube y baja las escaleras de la casa, pendiente de que todas sus tareas se cumplan sin contratiempos.
–––¿Y su mamá qué hace? ––le pregunta un compañero de colegio al hijo de esa ama de casa.
––Ella no trabaja, se queda en la casa ––responde.
Corto ¿Y su mamá qué hace?
Estos últimos tres ejemplos son de tres cortometrajes fascinantes producidos en los 80 por el colectivo Cine-Mujer: La Mirada de Myriam, Carmen Carrascal e ¿Y su mamá qué hace?
Clara Riascos fue una de sus integrantes. Con argumentos agudos, detalles que atrapan al espectador y un delicado humor en cada una de sus tomas nos cuenta cómo revolucionaron el cine colombiano para meter a las mujeres en la pantalla. Hoy Clara es una mujer que sobrepasa los 60 años, sigue en el mundo del cine, y se encuentra trabajando en un proyecto sobre la apasionante historia de Sutatenza y la llegada de la radio.
Clara nos cuenta que el grupo Cine-Mujer empezó con el encuentro entre las cineastas Eulalia Carrizosa y Sarah Bright cuando hicieron Carmen Carrascal. «No era solamente el arte de hacer una película sino el encuentro entre dos mujeres y el feminismo». Luego entraron al grupo Luz Fanny Tobón, Dora Cecilia Ramírez, Patricia Retrepo y Clara. En esa época el feminismo explosionó: las mujeres se sentían más seguras de hablar y los grupos feministas comenzaron a multiplicarse por todo el país. «Cine-Mujer era el apoyo audiovisual de las luchas que las mujeres estaban dando por sus derechos», nos dice.
Clara resume ese momento en una palabra: alucinante. «Nosotras decidimos que todas haríamos de todo. Cámara, edición, guión, fotografía, todo. Fue un laboratorio en el que aprendimos mucho, por eso algunas cosas tienen buena intención pero no son perfectas. Nos esforzamos por hacer cine pero tuvimos que dejarlo porque era muy caro. Luego el gobierno empezó a contratarnos para hacer materiales sobre el tema de la mujer, porque éramos las que sabíamos».
¿Por qué retratar la cotidianidad de mujeres invisibles? ¿Por qué prestarle atención a la historia del ama de casa, de la mujer que hace canastos para alimentar a sus hijos o de la mujer que vive en un barrio de invasión? ¿Qué nos cuentan estas historias? Cine-Mujer es un llamado a prestarle atención a la cotidianidad: a cómo el trabajo que realiza diariamente un ama de casa no es pensado ni tratado como tal; a cómo una mujer pobre debe soportar no solo las cargas de un esposo maltratador, sino las del rebusque diario para darles una vida digna a sus hijos; a cómo, en últimas, las mujeres libran batallas diarias en medio de contextos adversos.
El feminismo de Cine-Mujer reivindica esas luchas invisibles para hacerlas visibles y para convencernos de que es en la cotidianidad donde se cocina el cambio, donde se hace el feminismo.
Pero Cine-Mujer también habló del feminismo de la calle, de ese que reúne a muchas mujeres para hacer marchas y movilizaciones, de ese que exige derechos en las grandes esferas políticas. «¡Llegaron las feministas!», «La revolución pacífica de las mujeres», «Es cuestión de género» y «Ciudadanía de las mujeres en Colombia. 50 años», son otras de sus producciones que documentan las luchas del feminismo por alcanzar una ciudadanía plena para las mujeres.
Este material es parte de la escasa memoria audiovisual del feminismo colombiano. Su importancia reside en que nos recuerda con videos e imágenes reales que hubo mujeres que desde los 30 lucharon por ser ciudadanas, tener derecho al voto, cursar un bachillerato y disponer de sus bienes.
Que en los 80 existió otra ola de mujeres que pedía salir al mercado laboral, el reconocimiento de la triple jornada, la expedición de leyes que las sacara de la violencia de las cuatro paredes y los derechos sobre su propio cuerpo. Nos recuerda que la generación de hoy no empieza desde cero sino que se para sobre las luchas de otras, y nos muestra que este vínculo con el pasado es clave para entender las contestaciones y desafíos que las feministas han puesto sobre la mesa para cuestionar nuestros arreglos de género injustos y para imaginar mundos mejores.
Cine-Mujer dejó para el país un material invaluable a la espera de un público interesado en aprender sobre la historia del feminismo, las luchas diarias de las mujeres y las injusticias que a diario vemos de frente pero que nos pasan desapercibidas. Ver estos cortos y documentales es un viaje en el tiempo que increíblemente todavía se ajusta a nuestras realidades, aún nos resulta familiar.
Por supuesto, los contextos han cambiado y con ellos las formas de discriminación, pero las estructuras del machismo persisten y queda tiempo para que contemos la misma cantidad de hombres y mujeres en el Congreso, para que exista una distribución equitativa de los cuidados del hogar entre hombres y mujeres, para que dejemos de ver mujeres acosadas en la calle y para que los niños jueguen con muñecas y las niñas con legos.
Si logramos generar alguna intriga en ustedes, queridos lectores y lectoras, este material se encuentra disponible en los archivos del Observatorio de Asuntos de Género de la Universidad Nacional y en el Instituto de Patrimonio Fílmico de Bogotá.