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En los casi diez años que llevo trabajando en el Observatorio de Discriminación Racial, nunca había oído un diagnóstico y una protesta tan elocuentes y certeras contra el racismo como el discurso espontáneo del ebanista Carlos Angulo al ser requisado arbitrariamente por la policía en pleno centro de Bogotá.

En los casi diez años que llevo trabajando en el Observatorio de Discriminación Racial, nunca había oído un diagnóstico y una protesta tan elocuentes y certeras contra el racismo como el discurso espontáneo del ebanista Carlos Angulo al ser requisado arbitrariamente por la policía en pleno centro de Bogotá.

Estaba tentado simplemente a transcribir lo que dice Angulo en los ocho minutos del video que se regó como pólvora en las redes sociales, porque encapsula ejemplarmente la denuncia y la indignación de quien vive en carne propia la discriminación diaria, que ningún analista podría transmitir. Pero el video está ahí, para que lo veamos todos y nos sumemos a la llamada de Angulo a construir un país más decente.

Me limito a hacer unas notas de pie al discurso público en que el ebanista convirtió su reclamo por ser detenido —por enésima vez y con el llamado usual (“negro, una requisa”)— cuando se apresuraba a llegar al trabajo. La misma práctica y las mismas palabras que documentamos en un estudio del Observatorio sobre la discriminación racial de la policía en Cali.

“Para el patrón es sospechoso que llegue tarde, pero para ustedes es sospechoso que vaya rápido”, fue como expresó Angulo el dilema imposible de los afros en la calle. “Son las 8 de la mañana y es normal que lleve prisa. Pero mi prisa sí es sospechosa, mientras la de ustedes no lo es porque ustedes son ciudadanos”, les dijo a la pequeña multitud de transeúntes que se fue agolpando a su alrededor. Usó la palabra apropiada: ciudadanos, aquellos que tenemos plenos derechos, que no tememos llegar tarde al trabajo por una requisa acompañada de un insulto racial matutino.

Y continuó: “Los ciudadanos blancos y negros somos iguales ante la ley. Esa (la policía) es la representación de la ley. ¿A ver, y quién más está detenido?” Por eso, porque la policía es la encarnación de la ley hasta ser su sinónimo en el lenguaje coloquial, es que el racismo policial es tan injurioso, y tan importante erradicarlo.

Como en una correa de transmisión de la desigualdad, se trata de la otra cara de la moneda de los episodios contra los policías. Los ciudadanos poderosos (usualmente ricos y blancos) les espetan la conocida infamia de “usted no sabe con quién se está metiendo” a los policías (generalmente mestizos y menos pudientes), quienes a su vez detienen selectivamente hombres negros y pobres con la frase con la que Angulo no pudo más: “negro, una requisa”.

O con el improperio de “negro h.p.” que oyeron los 16 jóvenes afros de los casos que estudiamos en Aguablanca. Por eso cuando Angulo rechazó el insulto adicional del policía (“es que tienes un complejo muy fuerte”) diciendo que se negaba a calmarse “porque esta mierda sigue existiendo en este país”, su arenga y su tono eran la voz de miles que no han encontrado las palabras para protestar. Y de todos los que sentimos y quisiéramos gritar lo mismo.

Consulte la publicación original, aquí.

De interés: Democracia / Discriminación

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