No hay que elegir al menos malo
Irina Junieles mayo 5, 2018
Irina_Columna_Elecciones |
Vote por el candidato de su predilección; o vaya y ponga el dedo en la llaga, manifieste su inconformismo con las propuestas que hay sobre la mesa, rechace la grave situación de corrupción y clientelismo, deje que su grito por una ciudad distinta se oiga en la urnas y estremezca a la sociedad.
Vote por el candidato de su predilección; o vaya y ponga el dedo en la llaga, manifieste su inconformismo con las propuestas que hay sobre la mesa, rechace la grave situación de corrupción y clientelismo, deje que su grito por una ciudad distinta se oiga en la urnas y estremezca a la sociedad.
Mañana Cartagena volverá a elegir alcalde por cuarta vez en seis años. El ganador gobernará 19 meses con un plan de desarrollo que, con suerte, será aprobado en agosto por los 7 concejales que quedaron sesionando después de la medida de aseguramiento de los 12 restantes.
En columnas anteriores me he referido con optimismo a los serios procesos comunitarios, sociales y culturales que se desarrollan en esta ciudad, y también a su escasa capacidad para juntarse en apuestas de renovación del escenario político electoral. Hoy, ad portas de las elecciones, ese es justo el escenario. Puntean en las encuestas las mismas caras, y parece haber una contagiosa apatía. No hay una sola fuerza ciudadana indignada que tenga propuestas que rompan esquemas, ni procesos potentes y transformadores que jalonen apuestas de largo aliento en lo político.
Ante ese panorama, se augura el peor de los escenarios para la democracia: una ciudadanía absteniéndose de votar, tirando la toalla frente a su papel determinante en las decisiones públicas, y una débil legitimidad de quien resulte elegido. En ese contexto, vale recordar el poder del voto en blanco como expresión de inconformidad y rechazo frente a las propuestas políticas de aspirantes, movimientos y partidos. La ciudadanía no está obligada a elegir al candidato menos malo, porque la democracia también le permite expresar que ninguno llena sus expectativas.
Votar en blanco no es abstenerse, es reafirmarse en la democracia con la decisión consiente de que la estructura política debe cambiar profundamente y forzar opciones renovadas de liderazgo ciudadano. Los votos en blanco no se pierden, ni se suman a los de ningún candidato, son una expresión independiente de descontento que tiene dos consecuencias prácticas: la elección de alcalde tiene que repetirse, y los mismos candidatos no pueden volver a presentarse. Esta posibilidad consagrada constitucionalmente otorga 10 días calendario para la inscripción de nuevos candidatos a partir del día siguiente a la declaratoria de resultados, y la obligación de repetir la votación 40 días calendario después.
Si duda de la integridad de un candidato o de la legalidad de su inscripción; si confía en la capacidad critica del candidato, pero no en su gestión como administrador; si conoce un candidato honesto, pero sin experticia en la difícil ejecución y administración de lo público; si desconfía de las alianzas que se han aceptado para ganar; no se abstenga de votar. Vote por el candidato de su predilección; o vaya y ponga el dedo en la llaga, manifieste su inconformismo con las propuestas que hay sobre la mesa, rechace la grave situación de corrupción y clientelismo, deje que su grito por una ciudad distinta se oiga en la urnas y estremezca a la sociedad, quizá eso es lo que Cartagena está necesitando.