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Quienes creemos en la diversidad, la igualdad, la libertad y el respeto por la diferencia, tenemos la responsabilidad de votar Sí en el plebiscito del Acuerdo de Paz el próximo 2 de octubre. 

Quienes creemos en la diversidad, la igualdad, la libertad y el respeto por la diferencia, tenemos la responsabilidad de votar Sí en el plebiscito del Acuerdo de Paz el próximo 2 de octubre. 

En la zona de despeje, durante el proceso de paz del expresidente Andrés Pastrana, el Frente 27 de las Farc inició en Vistahermosa (Meta) una campaña de pruebas obligatorias de VIH, las cuales se hicieron bajo la amenaza de las armas, según Amnistía Internacional: “peluqueros y homosexuales fueron forzados a salir de sus viviendas y establecimientos. Dichas acciones se extendieron a todos los municipios de la zona de despeje”. Las Farc, como todos los grupos armados, sometieron a la población civil y a las personas dentro de sus propias filas a normas de conducta homofóbicas y discriminatorias, como lo demuestra el informe “Aniquilar la diferencia” del Centro de Memoria Histórica.

Algunos podrían decir que por este hecho y otros cometidos por las Farc, la comunidad LGBTI debería votar No en el plebiscito, porque los responsables se van a quedar sin cárcel. Es precisamente lo contrario, voy a votar Sí porque quiero que se sepa toda la verdad de este horrible hecho y de todos los cometidos por los grupos armados en contra de las personas LGBTI, quienes motivados por la intolerancia destruyeron vidas y comunidades. También quiero que las Farc pidan perdón en público por este hecho y que el país conozca las consecuencias brutales de la discriminación en medio del conflicto. La verdad y el perdón pueden ayudar a sanar la discriminación armada que hemos vivido durante años.

Las discusiones sobre la paz y el conflicto armado tienen una relación muy especial con el movimiento social por los derechos LGBTI. Primero, gran parte de las organizaciones y activistas LGBTI que han trabajado por los derechos en los últimos 16 años, nos encontramos en un proceso de paz anterior -el del Caguán- cuando Daniel García-Peña tuvo la convicción de que los “homosexuales” tendríamos algo que decir sobre la paz. La propuesta de García-Peña fue arriesgada, pero la aceptamos. Así nació el “sector LGBT” en el Proyecto Planeta Paz en el año 2000. Recuerdo mucho las discusiones sobre la agenda que presentaríamos a las partes en negociación, que llamamos “El cuerpo primer territorio de paz”. Uno de los textos de aquella época que más me inspiró lo escribieron los estudiantes del grupo Gaeds de la Universidad Nacional de Colombia, se llama “Diversidad en la sexualidad, conflicto y paz”. En uno de sus apartes decía: “¿Queremos una sociedad homogénea, ordenada y obediente de la norma irreflexiva, pero infeliz? ¿O nos arriesgamos a reconocer la complejidad que la diversidad implica?”. Lo digo sin exagerar y con conocimiento directo: el movimiento LGBTI colombiano del siglo XXI nació durante un proceso de paz.

Otra historia que también ilustra la cercanía del movimiento LGBTI con el conflicto sucedió en el año 2007. El jueves 28 de junio de 2007 asesinaron a los 11 diputados del Valle en uno de los más horrendos hechos de nuestra historia. El domingo siguiente se iba a realizar la tradicional marcha del orgullo LGBTI, y en solidaridad con las víctimas y sus familias, la marcha inició con una pancarta negra que decía “Ellos también tenía derecho a ser libres”. Como activistas, nunca hemos sido ajenos al conflicto y siempre hemos sido solidarios con las víctimas.

Otra razón para votar a favor del acuerdo es la inclusión de los derechos de LGBTI en varias partes del documento, entre ellas el preámbulo, la promoción de un pacto político nacional que incluya a las “organizaciones de la diversidad sexual” para finalizar el conflicto, así como el enfoque diferencial en los derechos de las víctimas para determinar las afectaciones de la violencia contra las personas LGBT, tanto en la Comisión de la Verdad como en la Jurisdicción Especial de Paz.

Finalmente  apoyar el acuerdo de paz también es un acto solidario con las comunidades que serán beneficiarias directas de la paz. Las personas LGBTI siempre buscamos solidaridad cuando nos discriminan, pero hoy es momento que con nuestro voto seamos solidarios con los campesinos, con las mujeres rurales, con los cocaleros, con las víctimas y con todas aquellas comunidades pobres afectadas por el conflicto. Es hora de devolver al país la enorme solidaridad que ha tenido con nuestras vidas, las cuales son mejores gracias a personas desinteresadas que nos tendieron la mano en las horas más difíciles.

La paz es la posibilidad de que la diversidad crezca. Colombia merece que todas las vidas sean posibles y que nunca más la violencia nos arrebate la alegría. Por eso votaré Sí e invito a todas las lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y a todos los raros a que demos una oportunidad a la paz, porque nadie mejor que nosotros sabemos que el cuerpo es nuestro primer territorio de paz.

Punto seguido: puedes unirte a la campaña de Colombia Diversa #PazEsDiversidad en las redes sociales para expresar tu apoyo al acuerdo de paz desde la perspectiva de los derechos LGBTI.

De interés: Derechos LGBTI / Paz / Plebiscito

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