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¿Por qué los avances en equidad y en la realización de los derechos humanos dependan más de la organización de los trabajadores de lo que solemos pensar? Un llamado a fortalecer un sindicalismo incluyente.

¿Por qué los avances en equidad y en la realización de los derechos humanos dependan más de la organización de los trabajadores de lo que solemos pensar? Un llamado a fortalecer un sindicalismo incluyente.

Hace unas semanas la Confederación Sindical Internacional publicó su Índice Global Anual de los Derechos (ITUC, por sus siglas en inglés), que clasifica a los países en cinco categorías que van desde aquellos que no garantizan efectivamente los derechos laborales debido al colapso del Estado de derecho, hasta aquellos que tienen violaciones poco frecuentes de estos derechos. El índice permite identificar cuáles son los mejores y los peores países en los que los trabajadores y trabajadoras pueden vivir, tal y como lo muestra el mapa.

Source: International Trade Union Conference.

Fuente: Confederación Sindical Internacional

Si se comparan los datos más recientes sobre tasa de sindicalización en el mundo (disponibles en la OIT) con el Índice de Desarrollo Humano –IDH- (producidos por el PNUD) para 28 países clasificados en distintas categorías según el ITUC, se encuentra una correlación positiva entre estas dos variables, incluso más fuerte que la existente entre el IDH y el PIB per cápita. Esto sugiere que la tasa de sindicalización puede ser un factor explicativo del desarrollo humano más relevante que el nivel de ingreso. Como lo muestra el siguiente gráfico, entre más alta es la tasa de sindicalización en un país, más alto tiende a ser también su nivel de desarrollo humano.

Source: ILO Statistics database and UNDP Human Development Statistics.

Fuente: ILO Statistics database and UNDP Human Development Statistics.

El gráfico también muestra que aquellos países donde no hay garantías efectivas de los derechos laborales de acuerdo al ITUC –representados por puntos rojos- tienen tasas de sindicalización por debajo del 36% de la fuerza laboral empleada. De otro lado, los países que tienen violaciones poco frecuentes de los derechos laborales –representados por puntos verdes- tienen tasas de sindicalización de más del 60%, con excepción de Alemania y Estonia. La relación positiva entre la tasa de sindicalización y el Índice de Desarrollo Humano, que es una medida imperfecta del progreso en materia de derechos humanos, parece también aplicar a otras posibles formas de medir avances en los derechos, tales como el Índice de Riesgo de los Derechos Humanos (HRRI por sus siglas en inglés), publicado por la compañía Maplecroft.

Una posible forma de interpretar estos datos sería concluir que entre más desarrollado es un país, o más rico se vuelve, más alto tiende a ser su nivel de sindicalización. Sin embargo, la experiencia de Estados Unidos en el último siglo muestra que las cosas no necesariamente ocurren así. La siguiente gráfica evidencia la estrecha evolución entre la caída en la tasa de sindicalización y el aumento de la participación del 10% más rico de la población en el ingreso total, en períodos de expansión económica como el ocurrido a partir de 1940 hasta la actualidad, interrumpido solamente por la crisis económica global de 2008.

Source:  Kimball and Mishel  using on U.S. Census Bureau data and Piketty and Saez (2013),

Fuente: Kimball and Mishel con base en U.S Census Bureau y Piketty y Saez (2013)

La relación entre el debilitamiento de los sindicatos y un crecimiento pro-rico que incrementa la desigualdad no es un hecho aislado que ocurre solo en Estados Unidos. Un estudio realizado por investigadoras del Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países más desarrollados muestra que aquellos con tasas de sindicalización más bajas tuvieron incrementos más elevados en la participación del 10% más rico en el ingreso total (ver gráfica siguiente). Controlando la influencia de otros determinantes de la desigualdad de ingresos, el FMI concluye que “en promedio, la caída en las tasas de sindicalización explica cerca de la mitad del aumento en 5 puntos porcentuales en la participación del 10% más rico en el ingreso total. De igual forma, casi la mitad del aumento del coeficiente de Gini del ingreso neto se explica por el debilitamiento del sindicalismo” (traducción propia).

Source: Jaumotte and Osorio based on  OECD Statistics  and  Standardized World Income Inequality Database Version 4.0 .

Fuente: Jaumotte and Osorio basadas en OECD Statistics y Standardized World Income Inequality Database Version 4.0.

¿Cuáles son las vías por las que una mayor fortaleza del sindicalismo puede reducir las desigualdades y mejorar el desarrollo humano? Primero, aumentando los salarios y las garantías laborales de los trabajadores cubiertos por la negociación colectiva y, de esta forma, mejorando la distribución del ingreso frente a los dueños del capital. Algunos economistas ortodoxos han cuestionado este efecto argumentando que un salario más alto en el sector que se favorece de estos acuerdos podría excluir a los trabajores menos calificados, o a los más jóvenes, del empleo formal o condenarlos al desempleo. No obstante, la evidencia empírica que soporta esta hipótesis es muy débil, tanto para los países desarrollados como para los del mundo en desarrollo. De acuerdo con revisiones amplias de la literatura existente, no hay evidencia robusta sobre impactos negativos de la negociación colectiva sobre el empleo o la eficiencia económica en los países en desarrollo, lo cual cuestiona la idea de que los derechos laborales colectivos deberían ser un privilegio que solo puede ser garantizado cuando se alcanza cierto nivel de desarrollo. En cualquier caso, como la OIT lo ha señalado en su último Informe Mundial sobre Salarios, la capacidad de la negociación colectiva para reducir la desigualdad depende de los marcos de negociación o el grado de coordinación entre trabajadores. Los países en los que un amplio sector de los trabajadores está cubierto por acuerdos colectivos tienen una menor desigualdad.

Segundo, los sindicatos pueden jugar, e históricamente lo han hecho, un papel crucial en el reconocimiento de los derechos humanos en general y en la implementación de políticas sociales progresistas. Algunos de los derechos más valorados por la población en general son productos de las conquistas sindicales (p.ej. la jornada laboral, la abolición del trabajo forzoso e infantil, los derechos a la seguridad social). Los sindicatos son instrumentos por medio de los cuales los trabajadores dejan de tener un poder limitado en cuanto individuos aislados para convertirse en actores colectivos claves en la lucha por políticas sociales más justas.

Hoy en día, el sindicalismo enfrenta enormes obstáculos y desafíos que requieren un auto examen, y una revisión de las políticas laborales vigentes. Algunos países, como Alemania o Chipre, tienen brechas enormes en las tasas de sindicalización entre sexos, pero en general en casi todo el mundo la baja participación de las mujeres en la dirigencia sindical refleja la estructura patriarcal del sindicalismo. Por otra parte, un número importante de países han adoptado medidas regresivas en relación con los derechos laborales colectivos, al punto que en muchos de ellos lo que está en riesgo ya no es la fortaleza sino la existencia misma del sindicalismo. En varios países del mundo en desarrollo, la posibilidad de participar en sindicatos es un privilegio de los asalariados, del cual están excluidos los trabajadores informales o independientes. En Colombia, el sindicalismo ha sido seriamente golpeado por múltiples violaciones de derechos humanos, incluyendo el asesinato de sus miembros. No resulta sorprendente entonces que el país esté entre los 10 peores en los que pueden vivir los trabajadores de acuerdo con el ITUC.  Sin embargo, el hecho de que solo el 2,3% de los trabajadores pertenezca a un sindicato, revela también una incapacidad del sindicalismo de cautivar a la población en general. De manera reciente ha habido algunas iniciativas novedosas como la conformación del Sindicato de Trabajadoras Domésticas, o la Asociación Colombiana de Actores (ACA), que han salido de los esquemas tradicionales  y pueden cambiar la forma en que el sindicalismo es percibido, trazando nuevos caminos a explorar.

En un mundo en que la extrema desigualdad y la concentración de poder amenazan la democracia y la prioridad que los derechos humanos deben tener sobre otros intereses, la tarea de reinventar y fortalecer el sindicalismo es ineludible. La consigna de Marx sigue más vigente que nunca: ¡trabajadores y trabajadoras del mundo, sin distinción de ninguna clase y en cooperación con otros movimientos sociales, uníos!

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