¿Por qué tantas mujeres latinoamericanas aún se someten a abortos inseguros?
Celeste Kauffman Diciembre 2, 2015
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América Latina es un ejemplo desafortunado de esta tendencia ya que el 95% de los abortos realizados en el 2008 fueron inseguros, dándole la oscura distinción de ser la región con la tasa más alta de abortos inseguros en el mundo con 31 de estos abortos por cada 1000 mujeres.
América Latina es un ejemplo desafortunado de esta tendencia ya que el 95% de los abortos realizados en el 2008 fueron inseguros, dándole la oscura distinción de ser la región con la tasa más alta de abortos inseguros en el mundo con 31 de estos abortos por cada 1000 mujeres.
En el mundo se realizan un promedio de 43.8 millones de abortos por año, con una proporción de 298 de cada 1000 mujeres entre los 15 y 44 años. Los abortos en América Latina representan mas del 10% de ese total, con un proporción de 32 abortos por cada 1000 mujeres entre los 15 y 44. De acuerdo con el instituto Guttmacher, a nivel global casi la mitad de los abortos son inseguros (abortos auto-inducidos, realizados sin las capacidades necesarias o en un ambiente inseguro). América Latina es un ejemplo desafortunado de esta tendencia ya que el 95% de los abortos realizados en el 2008 fueron inseguros, dándole la oscura distinción de ser la región con la tasa más alta de abortos inseguros en el mundo con 31 de estos abortos por cada 1000 mujeres.
Abortos inseguros a nivel regional y global
Basado en una tabla de la Organización Mundial de la Salud.
Las consecuencias de salud de los abortos inseguros son nefastas. La Organización Mundial de la Salud calcula que en América Latina y el Caribe, en 2008, 12% de las muertes maternales tuvieron como causa un aborto inseguro. Cerca de un millón de mujeres son hospitalizadas en la región cada año por complicaciones derivadas de un aborto inseguro. Las complicaciones incluyen hemorragias infecciones, choque séptico y perforación de órganos, entre otras. Muchas sufren consecuencias de salud de largo plazo, incluyendo la infertilidad.
Tendencias en incidencias de abortos inseguros 1990-2008
Pero, ¿por qué hay tantos abortos inseguros en América Latina? La respuesta es complicada, e incluye una combinación de razones legales, administrativas, morales y religiosas, así como una influencia creciente del movimiento anti-aborto de Estados Unidos.
La criminalización del aborto
Si bien las restricciones al aborto se han venido flexibilizando en la última década, los países de América Latina aun tienen algunas de las leyes sobre aborto más restrictivas del mundo. Cuatro de los seis países del mundo que prohíben el aborto en todas las circunstancias, sin excepción, están en América Latina: Nicaragua, El Salvador, Honduras y República Dominicana. Adicionalmente, el aborto es legal por cualquier razón, durante el primer trimestre, únicamente en tres países de la región (Cuba, Uruguay y México D.F.). En los 28 países restantes, el aborto está criminalizado en la mayoría de circunstancias, con algunas excepciones, que generalmente son en caso de violación o incesto, cuando la vida o salud de la madre está en riesgo o cuando el feto viene con serias anormalidades. Esto significa que el 95% de las mujeres latinoamericanas en edad fértil viven en países en donde esta práctica está generalmente criminalizada y el acceso a un aborto es altamente restrictivo.
Restricciones al aborto en América Latina, Guttmacher Institute.
Independientemente de las creencias personales sobre el aborto, dichas leyes son problemáticas por el simple hecho de que no funcionan. Las leyes de aborto restrictivas no llevan a que haya menos abortos, llevan a que haya más abortos peligrosos, como se explicó que un blog reciente, y castigan a las mujeres por ejercer sus derechos reproductivos. Según International Pregnancy Advisor Services, en los países en lo que el aborto es ilegal, el riesgo de muerte y lesiones por aborto es 30 veces más alto que en los países en los que es legal. Esto tiene sentido si uno considera que muchas mujeres han sido perseguidas penalmente después de buscar asistencia medica por la complicaciones de un aborto no seguro. A comienzos de este año, El Salvador resonó en los titulares internacionales por haber liberado de prisión a una mujer que cumplió 7 años de una pena de 30 por homicidio. La mujer había quedado embarazada después de haber sido violada cuando tenía 17 años, y fue condenada por homicidio luego de dar a luz a una criatura muerta. De acuerdo con la Coalición de Ciudadanos para la Legalización del Aborto, entre el 2000 y 2011, 129 mujeres fueron condenadas por crímenes relacionados con el aborto (con frecuencia por homicidio), muchas después de haber sufrido abortos espontáneos.
La Influencia de la Iglesia Católica
Otro factor que lleva a la criminalización del aborto y a la proliferación de abortos inseguros y clandestinos, es el fuerte papel de la Iglesia Católica en América Latina como fuerza moral y política. En la región, la Iglesia ha liderado una cruzada moral en contra del aborto, que ha llevado al endurecimiento de las restricciones y a un mayor rechazo social del aborto por motivos morales. Entonces, por justificaciones morales, en Paraguay una menor de tan solo 11 años víctima de violación fue forzada a dar a luz a principios de este año.
La Iglesia también incentiva que los doctores católicos se nieguen a practicar abortos legales en hospitales públicos y privados. Casos como esos han sido documentados en Perú y en Colombia, en donde la Corte Constitucional ha luchado con la tensión de permitir a los doctores ejercer su derecho a la objeción de conciencia y el acceso de las mujeres a un aborto seguro. Según las facciones conservadoras, la objeción de conciencia significa que una mujer puede ir a un hospital público a pedir un aborto legal, y el médico puede negarse a practicarlo, negándole el derecho al cuidado reproductivo. Si bien esto puede no ser visto como un problema serio en grandes centros urbanos en donde hay un número significativo de doctores disponibles, en muchas áreas rurales el médico que se niega a realizar un aborto por cuestiones religiosas puede ser el único médico disponible. Esto empuja a las mujeres a buscar abortos inseguros y clandestinos.
Adicionalmente, el rechazo social y familiar del aborto basado en razones religiosas significa que muchas mujeres se sienten demasiado avergonzadas o temerosas para acudir a los canales legales para obtener un aborto. Por ello, recurren a abortos inseguros para evitar que sus familiares y los hospitales públicos las juzguen.
Barreras administrativas excesivas
Incluso cuando la solicitud de una mujer para practicarse un aborto cabe dentro de las excepciones legales a la criminalización, la burocracia del sector de la salud pone tantas trabas administrativas y prácticas en su camino que la fuerzan a recurrir a un aborto inseguro por fuera del sistema. Esto es evidente en Colombia, en donde menos del 1% de los abortos son realizados de forma legal. En 2011, la Corte Constitucional fallo un caso en donde la aseguradora de una víctima de violación de 12 años creo tantas dilaciones y obstáculos que, al momento de que la Corte le exigió a la aseguradora que realizara el aborto, la niña ya había dado a luz. Esta carga es especialmente excesiva para las mujeres pobres que generalmente no puede costear clínicas privadas, cuyos costos, incluso con precios reducidos, pueden exceder el ingreso mensual de una mujer.
La creciente influencia del movimiento anti-aborto de EE.UU.
A medida de que el movimiento anti-aborto en Estados Unidos se fortaleció, comenzó a crear alianzas con grupos religioso con posiciones similares en otras partes del mundo. América Latina se ha visto particularmente afectada por la exportación de este activismo anti-aborto. Por ejemplo, el grupo anti-aborto Heartbeat Servicies se ha asociado con del Centro de Ayuda para la Mujer (CAM) para montar 98 “ministerios” anti-aborto en 15 países latinoamericanos. Estos ministerios entrenan a aliados latinoamericanos con tácticas estadounidenses que incluyen, entre otras, las “clínicas de crisis de embarazos”. Estas clínicas siguen el modelo de las de Estados Unidos que engañan a las mujeres que buscan abortos haciéndolas pensar que allí se realizan abortos. Una vez la mujer está en la “clínica” se le da un sermón sobre los males del aborto, y la fuerzan a mirar ultrasonidos (casi siempre falsos) de su fetos. También se le da falsa información acerca de los riesgos del aborto y se le matonea para que no termine con su embarazo.
Adicionalmente, afuera de los centros de abortos legales y privados más conocidos de Bogotá, Colombia, los activistas antiaborto se paran a cantar, rezar y acosar a las mujeres que entran a la clínica con fotos de fetos desmembrados y panfletos (publicados en Estados Unidos) sobre el pecado del aborto. Sin embargo, los protestantes no se paran frente a otras clínicas menos reputadas, en donde es más probable que las mujeres reciban abortos ilegales y peligrosos.
Un aviso comparando el aborto con el genocidio en Argentina. Foto: Fábio Cherubini.
Los activistas latinoamericanos de los derechos mujeres han dado una larga lucha por flexibilizar las restricciones en la región. Pero aún tenemos un largo camino por andar para que el derecho de la mujer a decidir sea efectivamente garantizado en la región, y necesitaremos tácticas para combatir las numerosas barreras para acceder a un aborto seguro. Mientras tanto, sería bueno que los políticos y los moralistas se den cuenta de que su políticas “pro-vida” están poniendo en riesgo la vida de 4.4 millones de ciudadanos al año, y de poco sirven para reducir el número de abortos.